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Las transformaciones sociales de la última dictadura

Para el autor, todos los males económicos y sociales de la Argentina se deben a la transformación estructural que inició el régimen militar a partir de 1976, que a su juicio retomó el gobierno de Cambiemos en 2015 y que, advierte, podría reaparecer si Juntos por el Cambio vence en 2023.

resentamos nuevamente un trabajo sobre las consecuencias socioeconómicas e impacto sobre la estructura social que trajo como consecuencia el último golpe militar, impacto oculto cuando no reivindicado por el discurso de la derecha neoliberal argentina, narrativa de la que Luis Juez es apenas su bufón mediático habitual, pero no único.

Sobre el impacto sobre derechos y garantías individuales, así como la estructura productiva de la etapa inaugural del neoliberalismo durante la dictadura se ha escrito bastante. Mucho menos se reflexionó sobre el deterioro social que produjo y el rediseño de la estructura social que trajo aparejado.

Aproximarnos a este análisis resulta un recordatorio oportuno que muestra que tras la barbarie dictatorial se movía una trama de una racionalidad económica de hierro de empobrecimiento, desempleo y concentración del ingreso que –como ocurriera ya en democracia durante el menemismo y el reducido desgobierno de la Alianza Progresista UCR/Frepaso–, tras el triunfo de la nueva Alianza Cambiemos, retornó en su versión siglo XXI, imponiendo ab initio su secuencia de Devaluación, Ajuste, Deuda y Apertura.

El modelo industrial sustitutivo tenía muy bajos niveles de pobreza e indigencia

La naturaleza política y económica del bloque que sostuvo a la Alianza Cambiemos y sus diferencias con el bloque inaugural que dio base al golpe del año 1976 resulta su grado de transnacionalización, y está claramente expresada en las trayectorias laborales de los integrantes del equipo económico de Cambiemos, CEOcracia o CEOfascismo, tal como fue caracterizada.

Al respecto, los investigadores del Centro de Investigación y Formación de la República Argentina (Cifra) sostienen que “la fracción hegemónica está conformada por los bancos transnacionales y empresas extranjeras, mientras que los grupos económicos locales y los grandes terratenientes pampeanos si bien forman parte del bloque de poder, al menos desde esta aproximación, no ejercen la hegemonía por razones diferentes. Los grupos económicos por su exigua representación directa respecto a las fracciones del capital extranjero, mientras que los terratenientes pampeanos porque lo hacen mediante funcionarios que provienen de las cámaras empresariales”, sostiene Cifra.

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“La hegemonía del capital extranjero y especialmente de capital financiero internacional implica una profunda torsión en la composición del bloque de poder que sustentó entre 1976 y 2001 el patrón de acumulación basado en la valorización financiera. Mientras que en aquel período la fracción hegemónica fueron los grupos económicos locales cuyo núcleo central eran no solo industriales, sino también agropecuarios y financieros (tal los casos de Perez Companc, Bunge y Born, Garovaglio y Zorraquín, Bridas, etc.), ahora ese lugar lo ocupa el capital extranjero cuando antes si bien estaba fuertemente enraizado en el bloque de poder no era el que conducía el Estado”, sostienen los investigadores de Cifra.

Observar entonces el impacto que sobre la estructura social trajo la fase inaugural del neoliberalismo puede ser una guía conceptual e histórica sobre los tiempos por venir, no tanto en su formato literal (nada se reitera en su forma específica), sino en la perspectiva de la nueva etapa neoliberal inaugurada el 10 de diciembre de 2015 y un eventual recomienzo en 2023.

Siglo XXI. Así las cosas, esta nueva fase neoliberal en el siglo XXI, donde la fracción hegemónica del nuevo bloque histórico está conformada por los bancos transnacionales y empresas extranjeras a diferencia de la etapa inaugural con hegemonía de grupos locales. Es aquella etapa inicial, cuyo enorme impacto negativo sobre la estructura social, la analizamos a continuación.

Entre 1974 y 1983, el año que volvió la democracia, el salario real cayó 18%

Como señalara Eduardo Basualdo: “En marzo de 1976, la dictadura militar modificó el régimen social interrumpiendo la industrialización basada en la sustitución de importaciones que en ese momento se encontraba en los albores de su consolidación. El nuevo régimen estuvo en consonancia con el orden neoliberal que acabó con la economía mundial surgida de la posguerra y se sustentó en la valorización financiera, cuyo predominio en el país se prolongó hasta el año 2001”.

Aquí se propone analizar la estructura social metropolitana y sus transformaciones desde el año 1974 hasta el año 1980, en base a la Encuesta Permanente de Hogares del Indec. Se trata de observar el impacto que sobre la morfología social argentina tuvieron las decisiones de política económica que, centrada en la valorización financiera del capital, fue impuesta por la dictadura militar de la que hoy, 24 de marzo, se recuerda su trigésimo segundo aniversario.

El análisis se circunscribe a la región metropolitana porque es la única que posee memoria estadística oficial desde mediados de los años setenta, pero por el peso de esta región donde reside el 36% de la población y se realiza más del 50% del ingreso nacional, resulta representativo de lo ocurrido en todo el país. Analizando específicamente las transformaciones acontecidas en la estructura social nacional entre los años 1974 y 1980, el gráfico Nº 1 muestra la estructura social correspondiente a la zona metropolitana, representativa del conjunto nacional para octubre de 1974, desagregado los diversos sectores sociales en orden a sus ingresos por hogar.

La estructura social configurada en el mes de octubre del año 1974 en las postrimerías del modelo industrial sustitutivo inaugurado en su segunda fase en la segunda mitad del siglo pasado, y según los datos de aquella Encuesta Permanente de Hogares, mostraba características de muy bajos niveles de pobreza e indigencia que apenas impactaban sobre el 4% y el 2% de la población respectivamente.

Se constituía un muy amplio sector de clase media plena y media alta equivalente en conjunto al 78% de la población metropolitana total que, a pesos actuales, residía en hogares con ingresos comprendidos –para un hogar promedio nacional entonces de 3,6 miembros– entre los $ 200 mil y $ 460 mil mensuales de este amplísimo tramo poblacional medio y medio alto, el 50% residía en hogares que en su equivalente actual percibían ingresos promedios de $ 300 mil mensuales a valores de noviembre de 2022.

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secuencia. La dictadura con Martínez de Hoz, el peronismo con Menem y Cavallo y Cambiemos con Macri y Dujovne, una misma línea.
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Por otra parte, el 15% de la población superaba la línea de pobreza, aunque no la duplicaba, por lo cual se ubicaba en el segmento medio bajo en riesgo de empobrecimiento, con ingresos por hogar que van desde los $ 120 mil hasta los $ 240 mil mensuales en su equivalente monetario actual.

Cabe acotar por último, que la totalidad de los segmentos indigentes, pobres y medios bajos en riesgo inminente de pobreza, agregaban además en el año 1974, pobreza estructural o de Necesidades Básicas Insatisfechas, en particular por la insatisfacción de las condiciones de hábitat (casa con paredes y piso de material apta para vivienda) y saneamiento (ausencia de baño o retrete con descarga de agua al interior de la vivienda).

La brecha de ingresos entre el 10% más pobre y más rico superaba apenas las 12 veces, el coeficiente GINI era muy bajo, 36,42, en tanto el desempleo abierto apenas alcanzaba al 2,8% y el trabajo informal al 17,2%.

En el gráfico Nº 2 se observa la transformación impresa a la estructura social metropolitana por las prácticas económicas neoliberales impulsadas al calor de la última dictadura militar, ya en la madurez del proceso de cambio estructural, mediante la información de la Encuesta Permanente de Hogares de la región metropolitana realizada en octubre de 1980 por el Indec.

Como se observa, la desarticulación del régimen industrial sustitutivo y su reemplazo por el de valorización financiera por parte de la última dictadura militar supuso en sus orígenes quintuplicar y triplicar los niveles de pobreza e indigencia hasta alcanzar el 20% y el 4,3% respectivamente, al tiempo que desmoronó a los estratos medios altos y medios plenos que, si en el año 1974 representaban el 78% de la población, en el año 1980 apenas expresaban el 38% de los residentes en la región metropolitana.

En sentido contrario, la clase media baja, en riesgo de empobrecimiento, creció complementariamente 130% en apenas un lustro, pasando de representar el 16% al 37% de la población metropolitana, mostrando el derrotero de empobrecimiento de las franjas medias plenas y medias altas durante la dictadura que en un 52% descendieron al estamento medio bajo. Retomando el análisis de la estructura social metropolitana del año 1980 y como modalidad específica del colosal proceso de transformación social con vértice en la desarticulación de la clase media que indujo la última dictadura militar, considérese que mientras la brecha de ingresos polar entre el 10% más rico y más pobre de los perceptores de ingresos se mantuvo constante el desmoronamiento de los sectores medios plenos y altos se patentiza en el enorme crecimiento del coeficiente GINI en dirección a mayor desigualdad.

El GINI pasa de 0,3642 a 0,4134 en tan solo cinco años, producto fundamental del nivel inflacionario superior al 87% anual promedio, sin correcciones salariales por clausura de toda actividad sindical como medida de disciplinamiento, ampliada a todos los trabajadores que estaban efectivamente sindicalizados, puesto que el trabajo informal alcanzaba al 15,8%, sin modificaciones sustantivas respecto a la etapa anterior e incluso con leve descenso. En este contexto de brecha estable, un crecimiento del 13% en el coeficiente GINI en solo cinco años, señala claramente la enorme magnitud de la concentración de ingresos con correlato en el empobrecimiento acelerado y profundo de los sectores medios.

El mecanismo de deterioro social masivo resultó el proceso inflacionario que registró en promedio entre los años 1976 y 1980 un 181% acumulado anual con un mínimo de 87,6% y un máximo de 347,5%. La sistematicidad y profundidad de la inflación se constituyó rápidamente en el dispositivo central de empobrecimiento de vastos sectores comunitarios, asalariados, empleados, profesionales bajo relación de dependencia, en un contexto político de clausura sindical, disolución de la CGT, intervención de los sindicatos, clausura de las actividades gremiales y la eliminación del derecho de huelga en el que no existían, entre tantas otras cosas, discusiones salariales a punto que como señala Adolfo Canitrot, el salario real cayó entre 1974 y 1983 un 18%.

En rigor, queda claro con datos de la Encuesta Permanente de Hogares que desde el punto de vista socioeconómico, la dictadura militar inició el ciclo de empobrecimiento masivo de sectores medios vía congelamiento de salarios viabilizado por la clausura absoluta de toda actividad sindical, combinada con altos niveles de inflación, por lo que se puede afirmar que la dictadura militar de mediados de los años setenta, a la par de practicar el terrorismo estatal, con sus secuelas de desapariciones, exilios, represión y muertes; puso fin al perfil socioeconómico tradicional de país integrado con amplios segmentos de ingresos medios en su composición social que distinguieron a la Argentina del resto de los países latinoamericanos, desde mediados del siglo XX. Es responsable principal del tipo de país socialmente desintegrado, empobrecido y asimétrico que se consolidó con la recuperación democrática y cuyos rasgos fundamentales, en particular el nivel de empobrecimiento, perduran.

Así las cosas, ya no solo los ensayos teóricos y análisis particulares de la etapa, sino los datos empíricos oficiales suministrados por la Encuesta Permanente de Hogares del año 1980, prueba la centralidad de la última dictadura en las transformaciones socioeconómicas de los últimos treinta años en particular la declinación de los segmentos de ingresos medios y muestra de manera inequívoca el tipo de formato estatal terrorista que requirió originalmente la implantación y desarrollo del modelo neoliberal que dominó las últimas tres décadas de nuestro país y recomenzara el 10 de diciembre de 2015.

En este sentido, si bien es indudable el carácter de “revancha clasista” dado por diversos autores al formato de Estado terrorista expresado en la clausura de toda actividad gremial y la persecución a sangre y fuego de las organizaciones de trabajadores junto al secuestro y muerte de miles de dirigentes gremiales, es conceptualmente solo parte de la verdad suponer que los efectos de esta política afectaron con mayor intensidad a los sectores populares en general, y a los trabajadores en particular, ubicados en 1974 en los segmentos medios plenos y bajos dominantemente.

En efecto, esta situación de deterioro de las condiciones materiales de existencia de los trabajadores existió sin duda pero, el análisis de las modificaciones en la estructura social mostró que el sector de mayor transferencia de ingresos hacia la cúpula de la pirámide social fue el sector medio en general y en particular el medio alto, compuesto a mediados de los años setenta por pequeños y medianos comerciantes e industriales, profesionales independientes y un segmento minoritario de los trabajadores industriales mejor pagos, que de representar el 38% de la estructura social metropolitana en 1974, se angostó a solo al 10% en 1980, en pleno desarrollo de las prácticas económicas de la dictadura.

Paradojas de los procesos históricos, este sector medio alto, mayoritariamente urbano, con altos niveles educativos y bien informado que resultó el de mayor deterioro socioeconómico durante el proceso dictatorial, fue el que inicialmente y por un largo tiempo ofertó los mayores niveles de legitimidad social a la dictadura, cuyo pensamiento como sector social, más allá de la edad de sus integrantes, en líneas generales aún asigna legitimidad al Golpe de Estado del año 1976 y en particular a la vieja “madre de todas las batallas” del plan de la última dictadura anunciada con claridad por José Alfredo Martínez de Hoz: contra el intervencionismo estatizante y agobiante de la actividad económica.

Por Artemio López – Perfil

Videos ilustrativos: https://youtu.be/tBHI94hRSSA?t=5;

https://youtu.be/-R5cgD22JuM.