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La Conae, la NASA y la soberanía tecnológica

Los proyectos relacionados con el espacio y la investigación espacial demandan, por su magnitud, una estrecha y permanente cooperación internacional, un elemento vital del Plan Espacial Nacional y una herramienta que apuntala el desarrollo del sector y profundiza la soberanía tecnológica y satelital argentina.

Con ese mismo objetivo, la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (Conae) ha venido fortaleciendo sus vínculos con la NASA, y el administrador de la agencia espacial norteamericana, Bill Nelson, visitará el país en julio, evidencia del trabajo conjunto de los últimos meses.

Los datos se conocen, pero, frente a ciertos cuestionamientos que recibe la inversión estatal en ciencia y tecnología, es esencial reivindicarlos: Argentina es el primer país de la región con presencia espacial y el undécimo país del mundo con mayor número de satélites en el espacio.

Ese logro no es casualidad, sino el resultado de un largo proceso de inversiones y desarrollos impulsados por distintas áreas del Estado, que nacieron ligadas directa o indirectamente a la defensa nacional a mediados del siglo pasado.

La Conae es, desde su creación en 1991, una de las protagonistas de ese recorrido. Pero la Conae no estuvo ni está sola. El Invap, la Comisión Nacional de Energía Atómica, la firma VENG y, más recientemente, la empresa Arsat son algunos de los actores estatales del resiliente acervo científico y tecnológico que fundamentan la soberanía satelital argentina.

La existencia de un entramado de instituciones estatales que se retroalimentan ha impulsado, a su vez, la creación y el fortalecimiento de empresas de base tecnológica que funcionan como proveedoras de insumos, así como la capacitación de recursos humanos altamente calificados, para poder llevar adelante los desarrollos de alta complejidad que demanda la industria espacial. La plataforma que ofrecen Conae, Invap y Arsat les permite a las empresas y trabajadores argentinos insertarse en una industria global que genera más de 279 mil millones de dólares al año.

La información provista por los satélites diseñados y producidos por Argentina permite optimizar actividades socioeconómicas para el beneficio del país, porque ofrecen datos relevantes para el desarrollo de actividades agropecuarias, pesqueras, mineras y forestales. También información sobre el clima, el mar, el medio ambiente o los recursos naturales. La gestión de emergencias y de la salud están incluidas entre las problemáticas abordadas a partir de los insumos generados por los satélites argentinos.

La investigación espacial es uno de los temas prioritarios de la agenda bilateral que mantienen Argentina y Estados Unidos en ciencia, tecnología e innovación. Por eso, a lo largo de los últimos meses se aceleraron las conversaciones tendientes a fortalecer el trabajo conjunto entre la Conae y la NASA.

Ahora, el relanzamiento de la relación entre ambas agencias ofrece la oportunidad para establecer una nueva hoja de ruta conjunta y fortalecer el Plan Espacial Argentino.

Un largo y rico camino. La historia entre la Conae y la NASA se remonta a tres décadas atrás, cuando firmaron el primer convenio que permitió el desarrollo conjunto de los cuatro Satélites de Aplicaciones Científicas (SAC). Los satélites de observación de la Tierra fueron concebidos y diseñados por Conae y construidos totalmente en Argentina con la participación del sistema científico-tecnológico nacional y del sector privado.

En esa primera serie de satélites también se forjaron asociaciones con las agencias de Brasil, Canadá, Dinamarca, Francia e Italia que generaron nuevas oportunidades de colaboración.

La exitosa y extensa articulación entre la Conae y la NASA permitirá profundizar el trabajo conjunto en temas como misiones satelitales de observación de la Tierra o una posible participación de la agencia norteamericana en la misión de los Satélites de Aplicaciones Basadas en la Información Ambiental del Mar (Sabiamar), que fueron concebidos junto con la agencia espacial brasileña para el estudio del mar y las costas y cuya puesta en órbita está prevista para 2024.

Entre las líneas de colaboración exploradas también se contempla la cooperación en el uso y la aplicación de los datos y en actividades de calibración y validación para misiones con radares de apertura sintética, que permiten obtener imágenes de alta resolución a larga distancia como los incorporados en las misiones Saocom, desarrollado por la Conae y la misión Nisar de la NASA y la agencia india.

Asimismo, se contempla la posibilidad de una colaboración de la Conae con misiones de NASA y la implementación de programas de educación y divulgación conjuntos.

El relanzamiento del vínculo con la NASA y el fortalecimiento de las relaciones con el resto de las agencias con las que la Conae mantiene una agenda de cooperación y articulación es fundamental para sostener el impulso a un sector de alta intensidad tecnológica en el que Argentina exhibe capacidades de aprendizaje e innovación.

Los objetivos que persigue el Plan Satelital Nacional se fortalecen con la cooperación internacional, pero requieren sostener la decisión política de garantizar las inversiones necesarias para su realización. Argentina pretende complementar sus logros con el desarrollo de la tecnología espacial que permita poner en órbita los satélites fabricados en el país e impulsar una nueva generación de satélites.

La agenda se completa con la participación de la Conae en proyectos de observación del espacio profundo y misiones interplanetarias impulsadas por otras agencias espaciales, como la europea o la china, que dan cuenta de las posibilidades que ofrece el sector para seguir acumulando capacidades y conocimiento para mejorar la vida de las argentinas y los argentinos.

Son pocas las naciones que controlan este tipo de tecnologías y participan de estos proyectos. El país no debe repetir la historia de desfinanciamiento y retroceso que registró el sistema científico y tecnológico hace pocos años. Argentina, está claro, debe continuar fortaleciendo su soberanía y su autonomía satelital.

Por Jorge Argüello- Embajador de Argentina en Estados Unidos