Baires Para Todos

Después del atentado, Gabriel Carrizo y Brenda Uliarte seguían planeando matar a Cristina Kirchner

Las revelaciones que surgen de los chats entre dos de los detenidos.

Página/12 pudo reconstruir parte de las comunicaciones entre los imputados que analizan los investigadores. De allí surge que, apenas dos horas después del ataque a la vicepresidenta, Carrizo, el dueño de la máquina de hacer algodón de azúcar, le escribe a Uliarte: “Estamos todos juntos. A la mierda Cristina”. Y ella responde: “La próxima voy y gatillo yo”. Más tarde, él le pregunta: “Querés hacerlo?” Uliarte insiste: “Te juro que sí. Y no me va a fallar el tiro. Pero hay que pensarlo bien”. En los mensajes que cruzan en las horas y días siguientes se mezclan sus intenciones de concretar el magnicidio, y sumar otras víctimas, como Máximo Kirchner, con los intentos de ocultar sus vínculos con Fernando Sabag Montiel.

Los mensajes entre Gabriel Carrizo y Brenda Uliarte, que hasta ahora no se conocían, revelan que aún después de que Fernando Sabag Montiel fuera detenido por el intento de asesinar a Cristina Fernández de Kirchner ellos dos seguían con el objetivo de matarla en mente. Incluso Carrizo también pensaba en asesinar “al jefe de la Cámpora”, según escribió en un chat con otro interlocutor. Menos de dos horas después del atentado, el dueño de la máquina de hacer algodón de azúcar le dice a Brenda: “Estamos todos juntos. A la mierda Cristina”. Ella responde: “La próxima voy y gatillo yo, Nando (Sabag) falló. Yo sé disparar bien, no me tiembla la mano”. De todos modos Carrizo opina: “Lo aplaudo. Estuvo a un segundo de ser héroe nacional”. Uliarte le dice: “Si yo también me parece el San Martín Moderno. El quiso liberar a un país de la esclavitud. Lptm como le pudo fallar el tiro”. Con ese whatsapp manda un video que está eliminado, que sería el del disparo fallido. 

Según el análisis de parte de las comunicaciones, que pudo reconstruir Página/12, Carrizo y Brenda Uliarte empezaron a hablar en junio por asuntos en apariencia laborales. El 23 de agosto, tienen una conversación de tono político a las 20.10. Ese mismo día hubo movilizaciones de apoyo a la vicepresidenta en las cercanías de su domicilio en Recoleta –después de que el fiscal Diego Luciani pidiera 12 años de cárcel—y otras menores en contra, de la organización ultraderechista Revolución Federal. “Ya se les acabó la joda”, le comenta Carrizo a Brenda. “Si, que la saquen a la mierda. No puedo creer que hay gente que todavía la defiende”. 

— Hace falta alguien que vaya con un fierro y le pegue un corchazo a Cristina –clama Uliarte.

— Si no? –responde él. Y enseguida le sugiere–: “Decile a nando (Sabag Montiel) que invente una bebida”. Parecer ser un código entre ellos.

Ese 23 de agosto fue detenido Leonardo Sosa, uno de los referentes de Revolución Federal, por resistencia a la autoridad: intentó derribar una valla hacia el edificio de CFK y habrían secuestrado una bomba molotov de su grupo. Lo investiga el juez Ariel Lijo. Todavía no está claro si hay conexión de esa agrupacion, que organizó marchas ultraviolentas –con consignas como “al kirchnerismo cárcel o bala”– y este grupo de vendedores de copos de azúcar liderados por Carrizo. Se sabe que Brenda estuvo en la marcha de antorchas del 18 de agosto y un juez, Marcelo Martínez de Giorgi, advirtió que no se puede afirmar que “el plan delictivo haya finalizado ni descartar que se vuelva a intentar respecto de la vicepresidenta o de otros funcionarios”. Le pasó su causa a la jueza María Eugenia Capuchetti, quien investiga el intento de magnicidio. La otra clave es quién más pudo estar detrás y si existió financiamiento de este grupo. Los mensajes aquí reconstruidos son una parte. No se descarta que Carrizo usara otro celular. 

Después del ataque

Apenas después del intento de asesinato, el 1 de septiembre, Brenda y Carrizo se comunicaron. Eran las 22.26:

— Gaby, por favor lo que pasó no lo difundan, hagámosnos los pelotudos, vos no sabés nada –dice Brenda y agrega–: Vamos a caer todos en la volteada.

— Okay fue. Qué vas a hacer boluda. Te van a investigar a vos –contesta él.

— No lo creo, la próxima voy y gatillo yo. Nando falló. Yo se disparar bien, no me tiembla la mano –se ceba ella.

Carrizo le dice: “Estamos todos juntos. A la mierda Cristina”. Le pide a Brenda que vaya adonde estaba él, en Barracas, donde vivía con Sergio Orozco. Ella le dice ya está lejos. Al parecer había ido a lo de su ex novio. Carrizo se pone más vehemente: “Me hacés caso, te están investigando”.

Pasada la medianoche siguen en la sintonía de ensañamiento:

— Querés hacerlo? –le pregunta Carrizo a Brenda.

— Te juro que sí. Y no me va a fallar el tiro. Pero hay que pensarlo bien. Pasa que Nando no tiene mucha práctica. Le tembló el pulso.

— Te vincularon con el caso. Te diría que vengas acá –insiste él.

— Posta que saben mis datos? Estoy en un lugar seguro, tranqui ustedes no tienen nada que ver. Lo que decimos que quede acá –plantea Brenda.

— Si saliste por todos los medios. Sos la novia –advierte Carrizo.

— Si pero si me escondo no va a pasar. No me van a encontrar. Yo sé lo que te digo.

“Necesito que hablemos algo (…)  Tenemos los teléfonos pinchados”, la alerta Carrizo.

Él quería ir a Crónica TV donde había videos de Brenda y Sabag Montiel: ella en al menos dos notas, maldiciendo al gobierno y los planes sociales. En una con “Nando”, en otra con Orozco. Pero rebotaron. Terminaron al día siguiente en una nota en Telefé, donde decían estar con miedo, amenazados, Brenda aseguraba no tener noción de la existencia del arma y que no había estado con Sabag en los dos días previos. Era mentira. Para convencerla de ir, Carrizo le dijo: “Ponete un barbijo y actuá normal, viajá en bondi y listo”. Ella le hacía preguntas del estilo: “Si apago el celu me pueden rastrear igual?” o “¿Si estoy rubia no me reconocen en la calle?”.

La cuestión del barbijo es importante ya que los investigadores creen que esa era la modalidad con la que algunos integrantes del grupo hicieron inteligencia previa en la zona de la casa de CFK: con barbijo y gorritos. Todavía no está claro cuántas personas actuaron allí. Este ángulo de la cuestión es posible que esté en otras conversaciones, incluso en otros celulares. Algunos no se terminaron de analizar, otros pueden faltar.

“Tengo miedo que vayamos todos en cana si salimos a hablar”, decía Brenda. “No boluda, sabés de qué tenés que tener miedo, de la condena social. Legalmente nosotros no hicimos nada”, la tentaba. Uliarte le comenta algo asombroso: “Bueno voy a ir. No puedo entender la pelotudes (sic) de la gente que flashea que es armado. Cuando nada que ver, es real”. Ahí Carrizo se diferencia: “Lo único real es que Nando la intentó matar y tenemos que hacer algo para no caer como sospechosos de complicidad”, le advierte.

Enigma

Hay algo dudoso en los chats de Carrizo. Mientras aquella noche del 1 de septiembre chateaba con Brenda, tenía un intercambio con su hermanastra Andrea, a las 22.44. Ella le dice que se vaya para Morón, que lo sugería su mamá: “Te va a ayudar”. Ahí Carrizo le dice “el arma es mía”. Ella trata de calmarlo: “No está a tu nombre”, le sugiere que no se coma la cabeza, que no tiene sus huellas. “Esto estaba planificado para dentro de una semana. Hizo todo mal. Es un pelotudo”, se queja Carrizo. Le manda a Andrea dos capturas de pantalla: una foto de Sabag Montiel en el colectivo con los copos de azúcar y la conversación con Uliarte donde dice “la próxima gatillo yo”. “Mi amigo estuvo a un segundo de convertirse en héroe nacional Andrea. Las elecciones la van a volver a ganar ellos. Estuvo muy cercaaa. Falló el arma. No lo entiendo andabs (sic) bien (…) Cristina tiene miedo, salió mal pero Cristina tiene miedo”.

El mismo día habla con un amigo. Aparece como “Symme”. “Nando intentó matar a Cristina. No digas nada”, le cuenta Carrizo. “Es mi empleado”, agrega. “¿Qué hizo el mogólico?”, dice Symme. Y Carrizo remarca: “Le quiso pegar un tiro a Cristina. Me enorgullece, quw (sic) sea mi empleado y que tenga los huevos bien puestos”

— Amigo, te lo digo acá. Creo que voy a terminar ese trabajo –anuncia Carrizo.

Ya el 2 de septiembre, 5.28 de la mañana, Carrizo le vuelve a escribir a Andrea, como reveló Página/12: “Mirá no sé si es una buena o mala noticia pero el arma con la que intentó ponerla no es la mía, yo le di un 22 corto. Recién hablé con la novia y la tiene ella así que mañana la vamos a ocultar y vamos a ir a Crónica a hablar. Todo el grupo de trabajo. Porque estoy recibiendo amenazas”.

Un rato antes, a las 3.45, se manda mensajes con alguien que figura como “Morena”, quien le pregunta: “Pinta joda en lo de Checho (Sergio Orozco) x el atentado?”. “Tenes idea de lo que esta pasando con nosotros? El atentado lo hizo mi amigo. Nando”, le dice él. Luego le reenvía el chat con su hermanastra y le deja una frase inquietante: “Simplemente estoy pensando iniciar una guerra civil con las movilización” (sic). Su interlocutora le dice que no cuente con ella. El repite como un mantra que Sabag es “un héroe nacional”. Después le advierte: “Tienen miedo. No puedo darte más detalles por acá. Pero la presión va a seguir si algo malo le pasa a él”.

También se contacta con “Prima Vero”, quien le dice que Sabag es un “tarado, un cagado de la cabeza”. Carrizo sigue firme: “Es un golpe que le dimos al gobierno. Y se va a poner peor”. Le pide a “Prima Vero” alojamiento. Le dice que sólo para él, no para Brenda. 

“Juancito” es otro contacto, por esas horas. Parece ser el hermano de Andrea. “Tengo pinchado el teléfono ahora. Llama a tu hermana. Ella te va a contar todo. Estoy jodido hoy salgo por la tele”, le dice Carrizo. Más adelante le dice “yo después les voy a contar la posta aya (sic). Pero en cámara se dicen otras cosas”, le aclara.

Quiebre

En los días post atentado, Carrizo pasa tiempo con Brenda y busca donde ocultarse. Orozco le dice que no vuelvan. Que el vecino lo apuró, y lo quería entregar a la policía.

Hay una interlocutora, Mara Desiree, con quien Carrizo tiene un discurso distinto. Parece alguien cercano a varios de ellos. El 1 de septiembre él le pregunta si se enteró del ataque. “Si estoy jockeada (sic)”. El 4 de septiembre se vuelven a comunicar. Carrizo se queja de Sabag: “Como me jodió este Nando con el trabajo amiga”. Ella trata de evitarlo, le dice que se siente mal. “Vos sabés bien que yo trabajo de esto y jamás … estaría en algo así ¿Entendés? O sea, no tengo nada que ver, jamás nos dijo nada, jamás”, insiste él. Mara le dice que está nerviosa. Carrizo, que se quede tranquila. Al rato, pasadas las 23 le anuncia: “La hagarraron (sic) a Brenda. Hoy estuvimos con ella encima”. Le manda un audio donde dice que Uliarte es “una hija de puta”, que les “mintió”. 

Mara le revela que Brenda le contó que había estado con Sabag Montiel en Recoleta el día del intento de asesinato y que estaba orgullosa. Carrizo se enfurece. Los mensajes de esta amiga le resultan útiles a la Policía Federal y luego a Comodoro Py donde con el grupo de los copos declaran como testigos. Él exhibe el mensaje de Mara para echarle la culpa a Uliarte. No parece un improvisado. 

Todos aceptan dejar sus celulares para ser peritados. En su estado de whatsapp aparece la frase: “Seguro el próximo sos vos Alberto!” Ahora su poderoso abogado ligado a la Comisión Bicameral de Inteligencia, al PRO y la Embajada de Estados Unidos pidió que se anule esa prueba. Estos diálogos que revela Página/12, que dejan en claro cuanto menos un objetivo y la saña con CFK, serían solo una parte de la información. Habría otros muchos otros datos que podrían conducir a otras terminales por fuera de este grupito. 

Por Irina Hauser y Raúl Kollmann – Página/12