Una vez que la cocaína llega a Amberes, los funcionarios de aduanas belgas creen que alrededor del 90% atraviesa la frontera holandesa para ser tratada y empaquetada antes de ser enviada a toda Europa a través de una laberíntica red de traficantes y matones.
En una fría noche de marzo, la policía del puerto belga de Amberes detuvo a tres jóvenes que trepaban por una valla de alambre de púas en uno de sus muelles. Unas noches después, otros dos fueron capturados en la misma zona. Los cinco adolescentes —tres de ellos menores de edad— eran holandeses y buscaban lo mismo: un cargamento de cocaína.
El aumento de la frecuencia de estos incidentes es una señal reveladora de cómo las bandas criminales, a menudo utilizando a menores que reciben penas más leves, han convertido descaradamente el segundo puerto más grande de Europa en un punto de entrada clave de lo que se ha convertido en una superautopista de cocaína.
Las incautaciones de cocaína en Amberes se han multiplicado por más de 20 en la última década, según la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito. El servicio de aduanas belga admite que solo logra capturar entre el 10% y el 40% de la cocaína que pasa por el puerto, y señala que incluso esa cifra podría estar muy lejos de la realidad, ya que es difícil determinar la magnitud del problema.
La agencia antidrogas de la Unión Europea estima en €31.000 millones (US$33.000 millones) el valor mínimo minorista del mercado de sustancias ilícitas del bloque, con un valor en la calle de las aproximadamente 120 toneladas métricas de cocaína incautadas en el mayor puerto de Bélgica en 2023 de miles de millones de euros según las estimaciones más conservadoras.
A medida que las drogas inundan barrios ya de por sí conflictivos de ciudades de toda Europa, trayendo consigo la violencia armada y las guerras entre bandas, los políticos ya no pueden seguir ignorando este problema. También es un tema que está surgiendo en las próximas elecciones nacionales de Bélgica del 9 de junio. El Gobierno belga, que ocupa la presidencia rotatoria de la UE, ha hecho de la lucha contra la droga una de sus principales prioridades y está recabando el apoyo de otros Estados miembros.
“No es un problema de Amberes. No es un problema de Bruselas. No es un problema de Bélgica. No es un problema de Europa. Es un problema mundial”, declaró el ministro de Justicia, Paul Van Tigchelt, en una entrevista desde su oficina en Bruselas, señalando que el país no puede afrontar por sí solo el desafío de la delincuencia relacionada con las drogas.
El aumento del tráfico en el puerto ha convertido a Amberes en la capital europea de la cocaína, según datos sobre aguas residuales recopilados en 88 ciudades de 24 países por una agencia de la UE llamada Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanías. Cinco ciudades de los Países Bajos también figuran entre las 10 primeras.
Entre las medidas adoptadas para controlar el problema se incluye un mayor escaneo de los contenedores marítimos, el refuerzo de la seguridad en los puertos y la creación de una alianza portuaria a nivel regional para frenar el llamado “efecto lecho de agua”, por el que el aumento de la seguridad en un lugar empuja el tráfico hacia otro. Aunque las medidas son un buen comienzo, no son suficientes para resolver el problema, afirma Bart De Wever, alcalde de Amberes desde hace 11 años.
“Hay muy poco presupuesto para tomar las medidas reales que podrían marcar la diferencia”, señaló De Wever en una entrevista. “Erradicarla es imposible, pero limitarla a, digamos, un nivel aceptable, debería ser posible. Si esa no es nuestra ambición, simplemente nos hemos rendido”.
El tamaño del puerto de Amberes —equivale a más de 22.000 canchas de fútbol— y la enorme escala de los productos que manipula lo han convertido en un lugar ideal para los traficantes, transformando Bélgica en un centro de tránsito. La cantidad de mercancías descargadas y cargadas se ha más que duplicado en dos décadas, con 271 millones de toneladas métricas manipuladas el año pasado.
El puerto es el principal destino europeo de productos latinoamericanos, la principal fuente de la cocaína que ingresa a la región, lo que lo convierte en un objetivo obvio para los cárteles de la droga. El puerto, que se extiende por un territorio mayor que París, manipula más de 12 millones de contenedores al año, lo que crea una serie de desafíos para la policía y oportunidades para el crimen organizado.
En un evento la semana pasada, la policía marítima de Amberes describió una táctica frecuente: el uso de contenedores tipo “Caballo de Troya”, en los que jóvenes se esconden dentro de contenedores vacíos que son trasladados al puerto para poder escabullirse y recuperar cocaína de otro contenedor entrante. Regresan al contenedor original, que luego es retirado del puerto. La operación completa suele durar varios días.
Si bien las incautaciones de droga en los puertos europeos siguen batiendo récords cada año, ha hecho falta que la violencia se extienda a la vida cotidiana para que las autoridades reaccionen. Los tiroteos se han convertido en un hecho casi semanal en Bruselas, incluso en los barrios más lujosos de la capital. Según datos analizados por el diario Le Soir, el número de tiroteos ha aumentado de forma sostenida en los últimos dos años, a lo que se suman los atentados con bombas en Flandes y las amenazas contra funcionarios públicos.
Canal holandés
Una vez que la cocaína llega a Amberes, los funcionarios de aduanas belgas creen que alrededor del 90% atraviesa la frontera holandesa para ser tratada y empaquetada antes de ser enviada a toda Europa a través de una laberíntica red de traficantes y matones.
Si bien Róterdam fue alguna vez uno de los puertos de entrada favoritos para el producto en bruto, el endurecimiento de las medidas de seguridad en la ciudad empujó el comercio hacia Amberes.
Las autoridades neerlandesas han interceptado una cantidad cada vez mayor de cocaína en los últimos años. Las incautaciones aumentaron un 18%, hasta 60.000 kilogramos, en 2023 con respecto al año anterior, según datos de la aduana de los Países Bajos. En un solo incidente, las autoridades en el puerto de Róterdam confiscaron el año pasado la cantidad récord de 8.064 kilogramos de cocaína que habían sido ocultados en un contenedor con bananas, con un valor récord en la calle de €600 millones. En 2022, Bloomberg informó sobre las bandas balcánicas que operaban en los Países Bajos y Bélgica y que se infiltraron en las tripulaciones de portacontenedores durante más de una década. Utilizaban lanchas rápidas, sobornos y amenazas para subir su carga a bordo.
Otro método frecuente de contrabando de cocaína a través de portacontenedores consiste en fijar la droga al casco bajo el agua mediante imanes, cuerdas o incluso soldadura, según las autoridades neerlandesas. Para capturar este tipo de cargamento es necesario sumergirse bajo el agua para inspeccionar los cascos de los gigantescos buques. Un equipo de buceo de la aduana neerlandesa está desplegado en Amberes para ayudar a las autoridades belgas en estas inspecciones, según la secretaria de Estado de Aduanas de los Países Bajos, Aukje de Vries.
Fue el asesinato en 2019 de Derk Wiersum, un abogado que defendía a un testigo clave en un caso de asesinatos relacionados con el narcotráfico, seguido del tiroteo contra el reportero criminal Peter R. de Vries en 2021, lo que puso el tema en primer plano en los Países Bajos. La violencia relacionada con las drogas en el país ha aumentado drásticamente en los últimos años, con más de 250 explosiones de viviendas solo este año relacionadas con guerras territoriales de pandillas, según la policía neerlandesa.
Ataques descarados
En Bélgica, el punto de inflexión se produjo el año pasado, cuando una niña de 11 años murió en el fuego cruzado de un tiroteo relacionado con las drogas. El ex ministro de Justicia Vincent Van Quickenborne también pasó meses viviendo bajo protección permanente, refugiándose en casas de seguridad tras amenazas de secuestro. En Francia, algunos suburbios de ciudades como París y Marsella son escenario habitual de enfrentamientos entre bandas por el control del territorio.
“La situación está empeorando”, señaló recientemente en una entrevista la comisaria de Interior de la UE, Ylva Johansson. “Como tenemos estas incautaciones récord, también vemos que los precios no suben y la pureza aumenta, lo que significa que hay mucha cocaína disponible en el mercado europeo”.
A diferencia de Estados Unidos, los países miembros de la UE nunca han librado realmente una guerra oficial contra la droga.
Las autoridades aprendieron por las malas lo poco que se preocupaban los delincuentes por los controles aduaneros en los puertos, afirma Kristian Vanderwaeren, jefe del servicio federal de aduanas de Bélgica. El descifrado de los servicios telefónicos cifrados Encrochat y Sky ECC en 2020 y 2021 condujo a miles de detenciones y a la incautación de cientos de millones de euros en ingresos ilícitos procedentes de actividades delictivas. La investigación proporcionó a las fuerzas de seguridad una visión sin precedentes de la red y, sgún Vanderwaeren, ejemplos de cómo los delincuentes se “reían” de los controles portuarios, algo que, en su opinión, está empezando a cambiar.
La audacia de las bandas quedó en evidencia cuando, en el transcurso de un mes a fines del año pasado, realizaron tres intentos de recuperar cargamentos de cocaína que habían sido incautados en el puerto de Amberes, premunidos en una ocasión de armas automáticas y en otra de machetes.
“La situación estaba fuera de control”, dijo Vanderwaeren en una entrevista. “Realmente temía por la seguridad de mi gente”. Cree que estos ataques son la prueba de que sus funcionarios por fin están empezando a afectar el negocio de las bandas de narcotraficantes, con incautaciones en el puerto de cantidades de cocaína sin precedentes.
“Tenemos que quedarnos aquí y hacerles la vida lo más difícil posible”, declaró la semana pasada en una entrevista la ministra belga del Interior, Annelies Verlinden.
Más inspecciones
Según Vanderwaeren, las autoridades belgas tienen previsto intensificar el escaneo de los contenedores entrantes, con el objetivo de duplicar el año que viene la capacidad actual de 40.000 al año, y seguir aumentándola hasta frenar la entrada de cocaína. Los trabajadores portuarios, que en Bélgica suman 16.000, también se someterán a controles de seguridad más estrictos.
A nivel de la UE, Johansson estableció el año pasado una hoja de ruta centrada especialmente en el refuerzo de los puertos. Incluía la creación de una Alianza Portuaria, un foro de funcionarios portuarios y de seguridad, que ha comenzado a reunirse.
Los responsables de los puertos han compartido los temores que sienten por sus trabajadores, sobre todo por los delincuentes que trabajan para corromperlos e intimidarlos con el fin de garantizar su cumplimiento, según un funcionario de la Comisión.
La alcaldesa de Ámsterdam, Femke Halsema, ha sugerido la legalización y regulación, no solo del cannabis, sino también de sustancias como la cocaína. Es una opinión que no es muy compartida entre los funcionarios de la UE y los ministros nacionales.
Las autoridades afirman que la forma de acabar con los líderes del crimen organizado es limitar su impunidad y confiscar sus bienes. Los funcionarios belgas han tratado de avanzar en las extradiciones desde países donde los delincuentes tienden a esconderse, como los Emiratos Árabes Unidos, Marruecos y Turquía, y han pedido más presión internacional sobre esos países. En marzo, Bélgica obtuvo una orden de extradición de Dubái por cargos de tráfico de drogas, que el ministro Van Tigchelt elogió como una señal de progreso importante.
“No existe una solución milagrosa”, declaró el funcionario en otra entrevista la semana pasada en el puerto de Amberes. “Nunca prohibiremos la cocaína, nunca ganaremos la batalla. Pero estoy convencido de que podemos romper la columna vertebral de la mafia, el modelo de negocio de la mafia”.
Por Max Ramsay, Lyubov Pronina y Cagan Koc-Perfil