Ventajas y desventajas en el uso y permanencia en las redes sociales, no sólo de manera personal, sino como vidriera para muchos funcionarios, instituciones y organizaciones de la sociedad.
Hay quienes afirman que las redes sociales no son herramientas neutras, sino una plataforma cargada ideológicamente y que crea adicción, más allá de las ventajas y desventajas, muchos nos planteamos si la misma genera pérdida de tiempo, falta de concentración o estrés de estar siempre disponible, y quizás sea eso lo que predisponga a que muchas personas tengan una crisis existencial y quieran recuperar el tiempo y volver a poner barreras entre la esfera pública y la privada.
En primer lugar, dejar en claro que no hay nada de malo ser parte de una red social, usar las plataformas digitales como herramientas para una comunicación efectiva, para vender un producto y hacer propaganda de gestión de un gobierno. Las tecnologías son buenas cuando se las usa bien, en este caso para acercarse, traspasar barreras de espacio-tiempo y estar más comunicados. El problema, en estos últimos tiempos, se fue dando por el abuso de las mismas, la presencia y adicción por estar en el mundo virtual y alejarse del mundo real.
Analicemos esta secuencia:
- Contestar dos o más mensajes de WhatsApp en todo momento,
- Publicar un Twit para informar que asistiremos a un espectáculo que nos encanta.
- Pocos minutos después, comentarlo con algunas imágenes que un amigo nuestro muestra en Facebook.
- Si salimos a un recital o cenar, colgamos dos imágenes en nuestra cuenta de Instagram.
Aunque no lo analicemos, porque es algo que hacemos a diario y de manera recurrente, esta sucesión de acciones puede ser muy identificable hoy en día por parte de varias generaciones que viven a full de las redes sociales, hay una necesidad inconsciente de estar presente todos los días con alguna novedad. Pero más allá del debate que existe en torno a la cuestión, psicólogos y sociólogos dan luz verde a estudios recientes que aseguran que cada vez hay más personas que sufren agotamiento virtual y por eso deciden salir de las redes sociales en busca de beneficios propios. En este sentido hay estudios que revelan que las personas que cerraron sus cuentas en Facebook se sienten más felices y menos preocupadas, efectos que notaron al cabo de una semana. También ese estudio muestra que el 34% de la gente que seguía usando esta red social se sentía triste y depresiva, y un 25% sola. (fuente Happiness Research Institute).
Como comunicadora social y persona activa en las redes sociales, me animo a afirmar que las mismas cubren una necesidad humana, la de lucir y hacer visibles cosas de nuestra vida y como dijo en un estudio la profesora en Psicología Mineira Cubera: “es una plataforma que, para muchos, da respuesta a la necesidad humana de pertenencia a un grupo o a la sociedad”.
Por otro lado, me parece interesante el aporte del profesor de comunicación la UOC y experto en Social Media Management, Ferran Lalueza, quien en un análisis que expuso sobre los estudios que vinculan la felicidad con la desconexión virtual expresa que : “Decir que las redes sociales de manera implícita conllevan infelicidad me parece extremo y fuera de lugar. Vivir dentro de una burbuja y no exponerse a nada nos hace creer que somos más felices, pero estar en contacto con la realidad no es nada malo. Por esta misma razón, una persona también puede ser más feliz sin consumir medios para no enterarse de las desgracias que suceden. Las redes sociales, que nadie nos obliga a usar, aportan más ventajas que desventajas, porque son una ventana al mundo, con todos los riesgos que eso también conlleva, está claro, y tienen el enorme valor de conectar a las personas y hacer que, en muchos casos, se sientan más cerca”.
Pero cuando nos referimos al agotamiento virtual, estamos hablando del cansancio mental y emocional, al permanecer mucho tiempo “conectados” o en línea. A veces la experiencia al alejarse y aprender a distribuir el tiempo o permanencia en las redes sociales puede darte más tranquilidad, concentración o administrar mucho mejor el tiempo.
Al respecto creo, y es la autocrítica desde lo personal y como comunicadora social que comparto, es que sin dudas las redes sociales provocan mucha dispersión, y hacen que cobre más importancia lo superfluo y nos quedemos con los titulares sin profundizar en la información inclusive. Creo que nos hemos convertido en dependientes digitales de nuestros dispositivos, hasta el punto de que la herramienta se ha transformado, en muchos casos, en una gran adicción que nos controla, que es precisamente lo que quieren las empresas que hay detrás del sector tecnológico. Al respecto, creo que hay que analizar el estar cien por cien disponibles para nadie en todo momento, hay que cerrar por momentos las sesiones de las plataformas digitales, restringir perfiles y publicaciones, eliminar las notificaciones, para ir recuperando las riendas y decidir cuándo y cómo queremos acceder a las redes sociales. A veces entre el blanco y el negro, cada uno debería ser capaz de encontrar el punto gris que más le conviene.
Por Luna García