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Olaf Scholz, el canciller que guarda silencio

Hace tiempo que no hay un canciller tan impopular entre los alemanes como lo es Olaf Scholz. Los expertos dicen que no comunica bien, mientras su coalición discute demasiado. La impresión de la gente es que está ausente.

Nunca antes un Gobierno alemán había tenido que lidiar con tantos problemas. La guerra de agresión rusa contra Ucrania ha hecho que la energía escasee y se encarezca. Y también se ha disparado la inflación. El Estado lo ha contrarrestado con ayudas financieras, pero las arcas ahora están vacías. Los más afectados han sido los agricultores, a quienes se les van a recortar las subvenciones a los carburantes.

Mientras, la percepción de muchos ciudadanos es que el canciller alemán, Olaf Scholz, lleva semanas y meses ausente, sin apenas hacer acto de presencia. Desde diciembre de 2021, el socialdemócrata dirige un Gobierno formado por tres partidos: su Partido Socialdemócrata (SPD), Los Verdes y el Partido Demócrata Liberal (FDP). Una tarea nada fácil.

Un país con muchas zonas en construcción

Los agricultores salen a la calle y muchos otros se unen a sus protestas, como los operarios, que se quejan del exceso de burocracia, o los maquinistas del ferrocarril, en huelga porque quieren ganar más y trabajar menos horas.

Y todo con carreteras, puentes y ferrocarriles estropeados, con una Alemania a la zaga de otros países en materia de digitalización, y con el rendimiento escolar más bajo que nunca, según mostró el último estudio internacional PISA.

¿Y Olaf Scholz y el Gobierno? ¿Qué están haciendo al respecto? A juicio de la opinión pública, muy poco. Es cierto que el SPD, los Verdes y el FDP han trabajado en algunas de las medidas propuestas en el acuerdo de coalición, pero siguen discutiendo, especialmente el FDP y Los Verdes. Mientras, Scholz se mantiene casi siempre al margen, y eso molesta a algunos.

Según el instituto demoscópico Infratest dimap, sólo el 19% de los votantes sigue satisfecho con la labor de Olaf Scholz. No obstante, ningún canciller había sido tan impopular desde que comenzaron a realizarse esas encuestas, en 1997. Por aquel entonces, Helmut Kohl, de la conservadora Unión Demócrata Cristiana (CDU), era canciller, y fue expulsado del cargo un año después.

Desde diciembre de 2021, el socialdemócrata Olaf Scholz dirige un Gobierno formado por tres partidos: su Partido Socialdemócrata (SPD), Los Verdes y el Partido Demócrata Liberal (FDP).

Scholz: sobrio y objetivo

El canciller sólo habla cuando es absolutamente necesario, y cuando dice algo, es siempre conciso, sobrio y objetivo. Scholz apacigua y promete a los ciudadanos que todo irá bien, pero eso es algo que parece inverosímil.

Por supuesto, los numerosos cambios plantean graves problemas, afirma a DW Marcel Fratzscher, presidente del Instituto Alemán de Investigación Económica (DIW), con sede en Berlín. Así que Scholz debe mejorar en transparencia: “Debe hablar honesta y abiertamente de lo que el Gobierno puede y no puede conseguir. Y también debe mostrar humildad. Ante todo, se trata de hablar con la gente. Tiene que ganarse la confianza de los ciudadanos, incluidos los empresarios”, dice. 

“Mucha presencia no significa mucho impacto. Especialmente en el caso de un canciller en el que preocupa mucho que no sea tan asertivo y no esté tan presente como pretendía en un principio”, dice a DW Ursula Münch, directora de la Academia de Formación Política de Tutzing.

¿Reuniones secretas en el desesperado SPD?

No es de extrañar que el resentimiento crezca también en el partido del canciller, los socialdemócratas: la revista Der Spiegel ya informa de reuniones secretas en las que se discute la idea de que el popular ministro de Defensa, Boris Pistorius, se presente por el SPD a las próximas elecciones de otoño de 2025 en lugar de Scholz.

El canciller no se ha pronunciado sobre estos rumores.

Por Jens Thurau | Sabine Kinkartz-DW