¿Cómo sigue la telenovela liberal?
En reiteradas oportunidades hemos utilizado esta columna para debatir la fortaleza del sistema de dos coaliciones en las elecciones presidenciales argentinas. Destacados politólogos y especialistas sostienen la dificultad que implica para terceras fuerzas romper la concentración de votos que en elecciones presidenciales acumulan el peronismo y su principal competidor, Juntos por el Cambio. Al mismo tiempo, se ha destacado la asombrosa estabilidad político-institucional de la que goza nuestro país en comparación con otros de la región, aún cuando lo que domina por estas tierras es la incertidumbre económica desde hace por lo menos una década.
Meses atrás comenzamos a notar el crecimiento a nivel nacional de la fuerza libertaria, cuya figura principal es el mediático economista Javier Milei. En diversos sondeos, la nueva fuerza política que apenas había alcanzado los 7.5 puntos en las elecciones legislativas 2021 de la provincia de Buenos Aires, aparecía tocando e incluso sobrepasando el 20% de la intención de voto a nivel nacional.
Coincidente con el salto inflacionario del mes de marzo, con la intensificación de la pelea entre el presidente y la vicepresidenta, y con las no pocas diferencias que emergen al interior de Juntos por el Cambio, el crecimiento libertario parece apalancarse en el desgaste de una dirigencia política que no logra resolver los problemas de fondo de la economía argentina, especialmente los niveles cada vez más altos de inflación. Por supuesto, se inscribe también en la emergencia de fuerzas políticas antisistema en diversas democracias en el mundo, cuya novedad es expresar la bronca y el rechazo frente al orden estatuido pero desde una mirada que combina elementos libertarios con posturas conservadoras.
Sin embargo, a tres meses de esa explosión inicial, los números muestran un escenario un tanto diferente. Javier Milei ha caído en su valoración pública de 50 puntos de imagen positiva a 38 puntos, que sigue siendo alta pero que lo pone al mismo nivel de la casta con la que él supuestamente viene a terminar. Por otro lado, la intención de voto ha descendido para quedar cerca de los 15 puntos sin certezas sobre si se estabilizará en esos valores. Cabe entonces preguntarse qué ocurrió para que se produjera este cambio de tendencia en tan corto plazo. Pero sobre todo, interrogarnos sobre qué sucederá con esta fuerza política de cara a las trascendentales elecciones presidenciales del año próximo.
El pasaje del personaje mediático a candidato presidencial no parece ser un proceso sencillo. Como bien sabemos, hoy los ciudadanos votan representantes que reconocen primariamente por sus consumos mediáticos, y con los que se identifican anclados en diferentes identidades políticas. En esta tendencia basan, desde hace un par de décadas, su fortaleza y su predominio los candidatos del área metropolitana de Buenos Aires por sobre los referentes del interior del país. Este consumo tiene características fragmentarias. El viejo programa de TV abierta con 40 puntos de rating que concentraba a toda la familia frente a la pantalla y que garantizaba popularidad ha muerto. Las chances de ser famoso, o reconocido, requiere estrategias mucho más complejas (también golpes de suerte por qué no) para estar en múltiples plataformas y ante públicos segmentados.
Pero con llegar solamente no alcanza. Como la joven promesa que debuta en la primera de Boca, se enfrenta ahora a la etapa más difícil. Jugar en primera no es para cualquiera. Algunos salen campeones, son vendidos a grandes clubes europeos y llegan a jugar en la selección nacional. Pero muchos, luego de unos buenos partidos comienzan a trastabillar, no logran lidiar con la presión del público, de los medios y los periodistas, y terminan sus carreras en clubes poco relevantes pasando desapercibidos para el gran público. Es un momento crucial para la carrera de un futbolista. También para la de un dirigente político.
Desde que los focos se posaron sobre la figura de Javier Milei como candidato presidencial, se han sucedido una serie de episodios que abren interrogantes sobre el futuro de esta tercera fuerza. Esos episodios los podemos dividir en dos. Aquellos que ponen en duda el carácter novedoso de este espacio político y aquellos que abren dudas sobre la viabilidad de sus propuestas. En cuanto a los primeros, el uso de pasajes aéreos provistos por el Congreso nacional podría ser un accidente menor producto de la inexperiencia. Sin embargo, las disputas internas protagonizadas en el último mes por los referentes más conocidos del espacio en relación a la estrategia de expansión asemejan a los libertarios a cualquier otra fuerza política. Los desencantados esperan otra cosa de quienes vienen a renovar la política.
Pero, como decía Perón haciendo referencia a la construcción política, las casas se construyen con barro y bosta, y ninguna fuerza parece puede ser ajena a esa mixtura. Nuestro país tiene un vasto territorio, y si bien para ser popular estar en Buenos Aires constituye una ventaja, luego los votos valen lo mismo en cualquiera de las más de 100 mil mesas que se abren el día del comicio. El despliegue nacional y territorial de una fuerza política requiere recurrir a los actores de reparto de siempre que permanecen agazapados a la espera de la emergencia de nuevos proyectos. Estas incorporaciones, al tiempo que generan tensiones con quienes estuvieron desde los momentos fundacionales, ponen en cuestionamiento las pretensiones renovadoras respecto de la política y sus dirigentes.
Desde el punto de vista programático, quizás la jugada más arriesgada de Javier Milei fue plantear la posibilidad de habilitar el libre mercado para el comercio de órganos. Pero casi del mismo tenor son sus propuestas de eliminación del Banco Central o de las escuelas de gestión estatal. Si bien es cierto que para un sector de la sociedad el rechazo a la dirigencia política se equipara a un rechazo al accionar estatal, también lo es que la radicalización de las propuestas y que las mismas no se hayan experimentado en otros países siembran un manto de dudas. El ahora candidato ha pasado de ser escuchado pasivamente a ser interrogado sobre la consistencia y viabilidad de lo que viene a proponer a la sociedad.
Resumiendo, Milei y sus seguidores, ya no para ganar la elección, sino para ser competitivos tienen tres desafíos por delante. El primero es cómo institucionalizar una fuerza política y cómo llevar adelante una estrategia electoral sin perder el atractivo antisistema. El segundo es cómo transformar un fenómeno comunicacional en una potencial coalición para poder gobernar. Y el tercero finalmente es aumentar su base electoral y hacer atractiva su propuesta independienteme del ciclo económico y de la intensidad de la crisis.
Los últimos tiempos han exhibido las dificultades para afrontar estos desafíos en forma coordinada. Lo que aún no sabemos es si se trata de una crisis de crecimiento o es que han alcanzado un techo de difícil penetración para terceras fuerzas en Argentina. La diferencia es que hoy este proceso está a la vista de todos. Porque como dice la canción, cuanto más alto trepa el monito así es la vida…todo queda más expuesto.
Por Facundo Nejamkis – Cronista