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Milei defiende el superávit fiscal vetando el aumento a jubilados y quitando el pan de la boca los más vulnerables

Javier Milei, vetó el aumento del 8% a los jubilados, aprobado casi unánimemente por el Senado. La medida, justificada por el presidente en nombre del equilibrio fiscal, ha provocado reacciones intensas, avivando tensiones con su predecesor Mauricio Macri y desatando un debate sobre las prioridades del gobierno.

En un movimiento que ha sacudido el tablero político argentino, el presidente Javier Milei decidió vetar el aumento del 8% a los haberes jubilatorios, una ley aprobada por el Congreso con una amplia mayoría de 61 votos a favor, incluidos los senadores del PRO. Esta decisión, anunciada cerca de la medianoche, viene acompañada de una justificación económica que busca preservar lo que el gobierno ha denominado “superávit fiscal a toda costa”. Sin embargo, el argumento esconde una realidad que, para muchos, es aún más alarmante: la desconexión de un gobierno que parece olvidar a los sectores más vulnerables del país.

El veto presidencial se dio apenas unas horas después de que el Senado sancionara la ley de aumento jubilatorio, un proyecto que contó con el apoyo de casi todos los partidos políticos y que tenía como objetivo mitigar el impacto de la devaluación en los ingresos de los jubilados. La ley incluía una recomposición del 8,1% para 2024, la cual se sumaba a la fórmula de movilidad por inflación y un incremento adicional del 50% en marzo, vinculado al índice de variación salarial.

Sin embargo, la respuesta de Milei no se hizo esperar. En un tono desafiante, recurrió a sus redes sociales para anunciar el veto, enfatizando que “no nos van a voltear el superávit fiscal”. En su comunicado oficial, el presidente calificó la medida aprobada por el Congreso como un “acto de populismo demagógico” y una “irresponsabilidad fiscal”, argumentando que el aumento implicaría un gasto adicional del 1,2% del PBI, lo que obligaría al Estado a tomar deuda o a aumentar los impuestos.

La decisión de Milei no solo sorprendió por su inmediatez, sino también por el contexto en el que se dio. Apenas unas semanas antes, el presidente había sostenido una tensa reunión con Mauricio Macri, en la cual el exmandatario le habría solicitado intervenir en la causa judicial del Correo Argentino, que afecta directamente a su familia. Aunque Milei se mostró reticente a ceder, el veto a la ley de aumento jubilatorio parece haber sido la gota que colmó el vaso, desatando un vendaval de críticas desde el entorno de Macri.

Los medios alineados con Milei no tardaron en reaccionar, desempolvando la causa del Correo Argentino y lanzando ataques contra Macri, a quien acusan de utilizar su influencia política para proteger sus intereses personales. Esta estrategia, impulsada por Santiago Caputo y Fernando Cerimedo, revela las grietas profundas en la alianza entre Milei y Macri, y subraya cómo las luchas de poder dentro de la derecha argentina están moldeando las políticas del gobierno.

Más allá de las disputas políticas, el verdadero costo de esta decisión recae sobre los jubilados, quienes ven una vez más frustradas sus esperanzas de una mejora en sus ingresos. El veto de Milei no solo bloquea un aumento que muchos consideran justo, sino que también envía un mensaje preocupante: los ajustes fiscales del gobierno se están haciendo a costa de los sectores más vulnerables.

La argumentación del presidente, centrada en la necesidad de mantener el equilibrio fiscal, suena vacía para quienes sobreviven con haberes que, en muchos casos, están por debajo de la línea de pobreza. La promesa de Milei de no recurrir a la emisión monetaria ni al endeudamiento como soluciones económicas se traduce en una política de austeridad que ignora las necesidades más urgentes de la población. En un país donde la inflación ha devorado los salarios y los ahorros, esta postura parece más una receta para el desastre social que una estrategia de sostenibilidad económica.

El veto presidencial no puede analizarse en un vacío. Forma parte de una estrategia más amplia del gobierno de Milei que busca imponer una disciplina fiscal estricta a toda costa, pero que parece carecer de una visión social que considere las consecuencias de sus decisiones. La insistencia en mantener el superávit fiscal, sin importar el costo humano, es una muestra clara de cómo las políticas de ajuste pueden transformarse en una trampa para aquellos que están en la base de la pirámide económica.

Los defensores de Milei argumentarán que su enfoque es necesario para corregir los excesos del pasado y para evitar un colapso económico. Pero esta lógica pasa por alto un principio fundamental: las economías no existen en un vacío. Están intrínsecamente ligadas al bienestar de las personas que las componen. Si las políticas fiscales del gobierno continúan priorizando el superávit sobre las necesidades básicas de la población, el resultado será una sociedad aún más desigual y fracturada.

El discurso oficial de Milei ha estado plagado de referencias a la responsabilidad fiscal y a la necesidad de evitar los errores del pasado. Sin embargo, la pregunta que muchos se hacen es si estas políticas son realmente sustentables a largo plazo. ¿Es posible mantener un superávit fiscal cuando una parte significativa de la población vive en la pobreza? ¿Es viable una estrategia económica que no contemple un crecimiento inclusivo?

El veto al aumento jubilatorio es solo una muestra de cómo las políticas de ajuste pueden tener efectos devastadores si no se acompañan de medidas que protejan a los más vulnerables. La insistencia de Milei en mantener el superávit fiscal, sin importar el costo social, puede estar cimentando un futuro de más pobreza y desigualdad.

El veto presidencial no solo ha encendido una nueva crisis política en Argentina, sino que también ha puesto en evidencia las tensiones internas del gobierno y la desconexión entre sus políticas económicas y las necesidades reales de la población. En un país que ya enfrenta enormes desafíos sociales, esta decisión plantea serias dudas sobre la dirección en la que se dirige el gobierno de Javier Milei.

Por Sofía Arregui EO