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Miguel Galuccio, el capanga de Vaca Muerta

El fundador de la petrolera Vista creó un imperio impermeable a los vaivenes políticos. De CFK a Javier Milei, pasando por Macri, ganó siempre. Las claves.

La única oportunidad que desperdició Miguel Galuccio fue aprender inglés en Paraná, Entre Ríos, con su madre, que era profesora del idioma. Desde allí, el ingeniero en petróleo de 55 años, uno de los empresarios más innovadores del conjunto de petroleras locales, estuvo siempre en el lugar indicado en el momento justo y se mantiene en la era Javier Milei.

Galuccio llegó a la presidencia de YPF en 2012, con Cristina Fernández de Kirchner. Argentina gastaba u$s12.000 millones de dólares para importar combustibles. Puso en marcha Vaca Muerta, el yacimiento que posicionó al país como un exportador mundial de petróleo y con posibilidades de llegar al objetivo de un millón de barriles de producción por día.

En cinco años, el fundador de Vista Oil & Gas se convirtió en el segundo operador de petróleo no convencional de Vaca Muerta. Para 2024 prevé inversiones por u$s900 millones y anunció una producción de 70.000 barriles de petróleo por día, cuando el conjunto de empresas del yacimiento patagónico produce 350.000 en una jornada.

De Vaca Muerta al mundo

Galuccio creó Vista desde cero, literal. Lo hizo presentando la idea y sin más activos que su trayectoria y el empujón político de CFK. En un día, consiguió u$s850 millones en la Bolsa de Valores de México. Los inversores mexicanos conocían a Galuccio por su paso como ejecutivo de Schlumberger, que ahora es SLB la empresa de servicios petroleros más grande del mundo. El argentino fue clave para encarrilar la operación de Schlumberger con la compañía azteca Pemex en la cuenca de shale (gas de esquisto) de Burgos.

En Schlumberger, Galuccio llegó a los más alto de la conducción mundial e impuso métodos de gestión que potenciaron la rentabilidad de la empresa. Fue presidente de las divisiones de Gestión de Producción y de Gestión de Proyectos Integrados. Desde ahí dirigió operaciones en América del Norte, Medio Oriente, el sudeste asiático, Europa y América Latina.

El método Miguel Galuccio

El método Galuccio en Vista es el resultado superador del modelo de las petroleras independientes que generaron la revolución del shale en Estados Unidos y Canadá. El yacimiento de Permian, en Texas, es el kilómetro cero de los hidrocarburos no convencionales.

La forma de trabajo que impuso Galuccio en Schlumberger lo catapultó al centro de la toma de decisiones del gigante mundial del petróleo. En Vista, una decisión de negocio crítica puede tomarse en cuestión de horas. La agilidad de la cultura de la compañía es un diferencial con el resto. En contraposición con las majors, cuyas decisiones pasan por casas matrices y llevan meses para resolverse, Vista es un operador de bajo costo, con una estrategia agresiva en un sector donde el ingreso de jugadores nuevos es inusual.

Este esquema se potencia con la agenda de contactos de Galuccio, caracterizada por la transversalidad política que en Argentina le permitió ganar siempre: con Cristina y con Milei, pasando por Mauricio Macri. Tiene línea directa con líderes de empresas locales y mandatarios de países de Latinoamérica, Estados Unidos, Europa, Asia y Medio Oriente. Cuando Vista presentó su oferta pública en Wall Street consiguió u$s100 millones.

Vaca Muerta y algo más

Galuccio lidera sin interferir en el trabajo de los socios que están al frente de las operaciones. Pasa tiempo en Londres, donde ocupa el directorio mundial de SLB.

Antes de instalarse en Vaca Muerta, Vista compró dos operaciones de petróleo convencional en Río Negro. Con ese flujo de dólares compró las concesiones del bloque Bajada del Palo, que está pegado a los bloques insignias de Vaca Muerta que Galuccio puso en marcha cuando era presidente de YPF: La Amarga Chica, que explotan YPF y Petronas, y Loma Campana, de YPF-Chevron.

Galuccio creó el modelo One Team y revolucionó la forma en que las empresas operadoras se relacionan con las contratistas. Desde Vista, con su excompañía Schlumberger y con la multinacional Nabors, cambió el contrato de perforación, con riesgos compartidos. Las contratistas cobran el bono si se llega a tiempo con la puesta en producción del bloque; los gremios tienen un bono aparte.

Miguel Galuccio lo hizo

Durante la pandemia, con la actividad en cero, Vista cerró los pozos, puso el crudo en barcos, comenzó a explorar mercados y consiguió la primera exportación de crudo de Vaca Muerta a refinerías de la Costa Oeste de Estados Unidos.

Cuando llegó a YPF, Galuccio armó un equipo de geólogas para detectar canteras de arena, que en Argentina se utiliza para el fracking y sustituir la importación de China y Estados Unidos. Al fundar Vista volvió a buscar arena y terminó creando la procesadora Aluvional en Río Negro, desde donde Vista se abastece del 70% de la arena que usa.

Hay un consenso en el mundo petrolero: Galuccio es “un fuera de clase”. Él se define como un líder capaz de movilizar talentos, sin ilusionismo.

Santa Cruz el punto de partida de Miguel Galuccio

Se formó en los pozos de Las Heras, en Santa Cruz, cuando YPF era estatal, y volvió cuando era privada: Repsol-YPF. Regresó por tercera vez a YPF cuando en el país había filas de autos para cargar nafta y se importaban cien barcos por año de Gas Natural Licuado (GNL) para mantener la actividad.

Tuvo todo el respaldo de CFK. El entrerriano persuadió al sistema político nacional para que aprobase la ley de hidrocarburos, para regular la explotación no convencional. Faltaba tecnología para exprimir la roca madre y así llegó Chevron y cortó un cheque por u$s1.000 millones sobre un compromiso de u$s15.000 millones, Luego desembarcaron Petronas y Dow.

Galuccio también generó la suba de combustibles con el argumento de que “el inversor internacional ve toda la cadena desde la extracción hasta su venta en el surtidor”. El fundador de Vista entiende que con el petróleo nacional se puede mejorar la competitividad de la industria local, pero primero hay que hacer madurar Vaca Muerta, que está explotada en menos del 10% de su superficie.

Por Daniela Cosentino-LP