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La dramática historia de Adabel Guerrero y su hermano: “No sé dónde está”

La exitosa bailarina Adabel Guerrero detalló cómo es el vínculo actual con su hermano y contó hasta donde lo pudo ayudar en su caída en las adicciones.

Rescatando del pasado los fragmentos que la vuelven la mujer y madre que es hoy, Adabel Guerrero conversó con Gastón Pauls en su programa Seres Libres poniendo en palabras situaciones que vivió ante la adicción al alcohol de su mamá y a las drogas, por parte de su hermano. “Hay heridas que no sanan nunca, pero con las que se aprende a vivir”, la talentosa bailarina detalló en profundidad cómo fue el vínculo  durante mucho tiempo con su hermano Emiliano y cómo se dio cuenta que tenía que decir “basta”.

“Mi hermano es adicto y aún no sé dónde está. Me cansé de seguirlo desde institutos de menores (porque se fue de casa a los 14), en la cárcel, en el hospital porque lo molían a palos ya que se metía en todas las peleas habidas y por haber. Lo fui a ver hasta Open Door. No salió nunca y cuando ya sentí que no era mi hermano, el que me defendía el que me acompañaba, corté relación”, relató la actriz y bailarina.

“Sentí que no era mi hermano cuando me di cuenta que no era la persona con la que crecí, que me acompañaba y me defendía. Todos vamos dejando de ser quienes somos porque vamos cambiando a lo largo de la vida, más si vos perdés relación con una persona. Con él no tenía mucho vínculo. En un momento me encuentro con una persona que lo único que quería de mí era sacarme plata y beneficios, usaba el vínculo de sangre que teníamos para usarme”, señaló.

Luego, explicó lo difícil que fue poner un punto final: “No quería darme cuenta que ya no era el hermano que quería tener. La relación con él termino cuando me pide dinero y más cosas, porque estaba por salir de la cárcel. Me pide unos cuantos millones de dólares y ahí te das cuenta que su cabeza no estaba bien. Era para poner un negocio pero era un delirio”, contó la actriz.

“Cuando le expliqué que no le podía dar el dinero dijo ‘si no me das el dinero, voy a la tele y empiezo a decir cualquier cosa de vos’. Yo le respondí: ‘si querés hacelo, pero es la última vez que me ves’. Dicho y hecho. En ese momento le pagaban cinco mil pesos por cada programa que iba a hablar de mí. Ni miré los programas pero por los nervios me agarró una parálisis facial.  Ahí me di cuenta que era mi límite”, se sinceró.