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La crisis en Hong Kong

El gobierno pro Beijing de la región semiautónoma china de Hong Kong ordenó este fin de semana el arresto de varios líderes de las protestas opositoras que se suceden desde 2014 y que cada 31 de agosto reivindica el inicio del “Movimiento de los Paraguas”, a favor de reformas democráticas más amplias.

Las autoridades detuvieron a tres jóvenes figuras del movimiento, Joshua Wong (22) y Anges Chow (22), del partido Demosisto, y al activista Andy Chan (28), líder del independentista Partido Nacional (HKNP), relacionados con las protestas que bloquearon el aeropuerto local, estaciones de metro y el centro de Hong Kong.

Las detenciones lograron disuadir a los organizadores de una gran marcha que iba a conmemorar los cinco años del Movimiento de los Paraguas iniciado en 2014.

¿Qué desató estas nuevas protestas?

Los manifestantes reclamaron, y de hecho lograron, el retiro de un proyecto de ley de 2019 que autorizaba extradiciones desde Hong Kong a China por delitos comunes, pero también por otros de alcance político como la corrupción.

El gobierno semiautónomo de Hong Kong que impulsó el proyecto, a cargo de Carrie Lam, responde como sus antecesores a las autoridades de Beijing desde que Gran Bretaña cedió su ex colonia en 1997 bajo el régimen “un país, dos sistemas”.

Estas protestas fueron organizadas por el Frente Civil de Derechos Humanos (FCDH), una organización civil hongkonesa que el 18 de agosto convocó a 1,7 millones de personas. Tras las detenciones de los tres líderes, el FCDH suspendió la gran concentración del quinto aniversario del 31 de agosto de 2014.

¿Cómo escaló el conflicto?

Tras el retiro del polémico proyecto de extradición, las protestas igual continuaron con otras demandas políticas pero terminaron con incidentes violentos entre algunos manifestantes armados con piedras y la policía, que por primera vez desde 2014 usó camiones hidrantes, gases lacrimógenos y hasta armas de fuego en la represión, aunque todavía sin intervención del comando militar chino de la región.

En el conflicto intervinieron directamente el presidente Donald J. Trump, quien llegó a denunciar la movilización de tropas chinas en la costa frente a Hong Kong, y el gobierno de Beijing que, cuando una delegada estadounidense recibió públicamente a líderes de la protesta en la isla, denunció a Washington por entrometerse en los asuntos internos de otros países.

¿Qué reformas había propuesto Beijing en 2014?

El singular sistema “un país, dos sistemas”, que el líder comunista Deng Xiao Ping instauró en Hong Kong para poder recuperar la ex colonia, permite desde 1997 -a diferencia de la China continental- libertad de asociación política, una división de poderes con una justicia estilo británica y el dólar como moneda.

Sobre esa base, en 2014, el Congreso del Pueblo de Hong Kong aprobó otra ley que permitía elegir en las urnas al jefe ejecutivo de la región. Sin embargo, Beijing impuso una condición: el comité legislativo pro chino, un organismo corporativo de 1.200 miembros, tendría la última palabra para autorizar a los candidatos y quien resultara elegido sería finalmente designado por el gobierno chino.

Ese proyecto se frustró porque el sector opositor del Comité se opuso, así es se mantuvo el antiguo sistema de designación indirecta y la mayoría eligió en 2017 a la actual jefa ejecutiva, Carrie Lam, con 777 votos de 1163 emitidos.

¿Qué alternativas intentó el gobierno local?

Según Bonnie Leung, vicepresidenta del Frente Civil de Derechos Humanos, el gobernante de Hong Kong debería ser votado directamente por el padrón surgido de los 7,5 millones de habitantes de la isla, “no por un puñado elegido por Beijing”.

Tras el Movimiento de los Paraguas, la jefa ejecutiva Cam propuso reformar al menos la composición del Comité elector y reducir la gran cantidad de escaños reservados para agricultores y pescadores, una corporación local pro Beijing de gran tradición pero que representa ahora sólo una pequeña parte de la población y de la economía de Hong Kong.

Pero la iniciativa de Cam también fue rechazada por los líderes de la protesta, contra la opinión de representantes moderados y observadores occidentales para quienes esa reforma convenía a la causa del Movimiento de los Paraguas.

Lau Siu-kai, vicepresidente de la Asociación China de Estudios de Hong Kong y Macao, un cuerpo asesor semioficial creado por Beijing, advirtió: “Beijing no permitirá que ninguna persona que parezca poner su responsabilidad ante el pueblo de Hong Kong sobre su responsabilidad ante Beijing”, dijo Lau.

¿Qué perspectivas tienen las reformas ahora?

El intento reformista de 2014 expresaba un compromiso entre los dos grandes sectores locales pro Beijing, unos moderados dispuestos a tolerar una mayor apertura y otros resistentes a más cambios.

La radicalización de las protestas fortaleció las posiciones más intransigentes de los oficialistas, sobre todo ahora que el liderazgo de Xi Jinping se consolidó y libra una guerra comercial y monetaria con Estados Unidos, que alienta las protestas.

Como el Comité Permanente nunca derogó la reforma de 2014, sigue siendo una norma jurídicamente vigente en Hong Kong, pero imposible de instrumentar por el rechazo político de los opositores.

“Espero que Beijing entienda que si hace una concesión no es un signo de debilidad sino de gran poder”, dijo la legisladora opositora Emily Lau.

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