Durante todo 2025, JP Morgan anticipó cada movimiento financiero del país: la crisis preelectoral, la fuga de pesos y, finalmente, el “rally” posvictoria libertaria. Ahora, el mayor banco del mundo se perfila como patrocinador central del gobierno de Javier Milei y del ministro Luis “Toto” Caputo en su esperado regreso a los mercados internacionales de deuda.
El JP Morgan siempre tuvo razón sobre la Argentina. Nunca se equivocó. Al menos durante este año. El banco más grande del mundo en capitalización de mercado es hoy un protagonista indispensable de la vida financiera del país y, se cree, el principal “sponsor” para los próximos dos años del gobierno de Javier Milei en general y del Ministerio de Economía de Luis “Toto” Caputo en particular. Se descuenta que la entidad acompañará y apadrinará a la Argentina en su regreso, casi triunfal, a los mercados voluntarios de deuda soberana, hecho que ocurrirá –si todo marcha según el plan (TMSP)– durante algún momento del primer trimestre de 2026.
Esto será luego de que el país pueda pagar los aproximadamente 2.400 millones de dólares del vencimiento de los Bonar y Globales del 9 de enero, que se liquidarían –se supone que en su totalidad– activando el swap negociado con Estados Unidos. Como se estima que, tras esa operación, los mercados estarían convencidos de que la Argentina dispondrá del dinero necesario para evitar un default durante el bienio 2026-2027 (el de finalización de la gestión libertaria), el riesgo país debería caer por debajo de los 400 puntos básicos. Así, la gestión Caputo podría tomar deuda a una tasa razonable –no más del 7 % anual en dólares–. Comenzaría en ese instante el momento de lucimiento del padrinazgo del JP Morgan como operador plenipotenciario de la Argentina en su regreso semitriunfal a los mercados de deuda.
Se supone que el cetro se lo ha ganado. Y no solo por la obviedad de haber sido el semillero profesional de casi la totalidad de los funcionarios de alto rango del Ministerio de Economía (y ahora también de la flamante Cancillería de Pablo Quirno), sino, fundamentalmente, por haber marcado el ritmo de la crisis financiera y cambiaria de la Argentina preelectoral. Siempre a través de sus informes y de su poder de penetración en el alma del oficialismo.
Todo comenzó aquel 30 de junio, cuando un primer informe tan serio como lapidario y honesto del JP Morgan sobre la Argentina, titulado “Tomando un respiro”, anticipó la crisis que se venía al aconsejar a sus clientes (y amigos) que había llegado el momento de decirles “hasta luego” a las posiciones en pesos. La entidad explicó que “con el pico de ingresos agrícolas ya atrás, la probabilidad de salidas continuas por turismo, posibles ruidos electorales y cierto bajo rendimiento del peso que motivó intervenciones cambiarias en el dólar futuro, preferimos dar un paso atrás y esperar mejores niveles de entrada para volver a posicionarnos”.
Eran tiempos en los que a los economistas y analistas del mercado local que se atrevieran a cuestionar la política de no compra de reservas –se supone que más por motivos ideológicos que técnicos– se los tildaba de “mandriles”. Nadie se atrevió a tamaña falta de respeto hacia una entidad como la norteamericana, pese a conocer el poder de fuego casi lapidario que podía tener (y tuvo) su informe entre los tenedores de deuda y papeles de empresas locales, tanto en el país como en Wall Street.
En concreto, el banco norteamericano llamaba a desarmar las posiciones de carry trade, es decir, tomar ganancias y pasarse de pesos (en concreto, de las Lecap largas) a dólares, afirmando que “con la estacionalidad positiva a punto de terminar y las elecciones a la vuelta de la esquina, preferimos dar un paso atrás y esperar a que mejores niveles de entrada permitan retomar las operaciones alcistas en los mercados locales”. Agregaba que “los acontecimientos recientes justifican una estrategia más cautelosa a corto plazo”.
La posición defensiva del JP Morgan se mantuvo hasta pocas horas antes de las elecciones. Entre el miércoles y el viernes previos a renovar la mitad de la Cámara de Diputados y un tercio del Senado, el banco publicó un nuevo informe, también negativo, sobre la realidad del país, fechado el 22 de octubre, a horas de ir a votar. Señalaba que los valores deprimidos de las acciones argentinas reflejaban que el mercado descontaba una derrota de Milei en las legislativas. Afirmaba que los índices locales cotizaban a solo siete veces ganancias futuras (un nivel de votos del 30%), lo que indicaba una percepción pesimista del mercado sobre el oficialismo.
Tomaba como antecedente inmediato la derrota libertaria del 7 de septiembre, cuando el peso se depreció casi un 10 %, sugiriendo que el panorama indicaba un resultado adverso para La Libertad Avanza (LLA). No obstante, dejaba una llama de esperanza, solo para valientes: si LLA lograba superar el umbral de un tercio de los escaños en Diputados, las acciones podrían revalorizarse rápidamente. Se animaba incluso a recomendar acciones energéticas y algún bono en dólares, pero aclarando que la norma debía ser “cautela y selectividad”.
Finalmente, el lunes 27 de octubre, el JP Morgan se sumó a los festejos. Emitió un informe ya netamente positivo y, con estiletazos tenues, marcó la cancha sobre lo que debería suceder con la economía argentina. Ese trabajo destacó una fuerte mejora en las perspectivas financieras del país tras el triunfo electoral de La Libertad Avanza. El banco proyectó una caída del riesgo país de más de 440 puntos básicos –hasta los 650– y una recuperación acelerada de los bonos soberanos.
Mantuvo una posición de portafolio de inversiones moderada pero firme, asegurando que la Argentina podría ofrecer el mejor desempeño entre los emergentes hacia fin de año. Resaltó el respaldo de Estados Unidos como clave para impulsar la demanda de bonos en dólares, incluso mediante potenciales recompras.
Finalmente, el trabajo del JP Morgan fue a lo esencial: trazó al gobierno de Javier Milei una hoja de ruta para avanzar en las verdaderas reformas estructurales necesarias para mantener el apoyo internacional. Señaló que la renovada capacidad política de Milei podría reactivar la agenda de reformas pro mercado, fortaleciendo la narrativa de disciplina fiscal y acumulación de reservas. Advirtió que el sistema de bandas cambiarias mostró vulnerabilidades y podría requerir ajustes.
En definitiva, nada que sorprenda a Milei ni a Caputo. Lo que reclama el JP Morgan, en medio de los festejos y la suba de acciones y bonos, es lo mismo que antes exigieron el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el propio secretario del Tesoro de los Estados Unidos, Scott Bessent. Desde Buenos Aires saben que hay que prestar atención a lo que pide, reclama y casi exige el JP Morgan. Porque, en lo que va del año, siempre tuvo razón.

<JP Morgan. ¡Al abordaje! | Pablo Temes
Por Carlos Burgueño-Perfil

