Baires Para Todos

Proyecto Dunbar: el mundo financiero no puede dejar de mirar este experimento digital

La idea es que los bancos centrales de Australia, Malasia, Singapur y Sudáfrica puedan usar criptomonedas y tecnología de contabilidad distribuida para pagos instantáneos en diferentes monedas. Si funciona, será la nueva revolución en las finanzas.

Los bancos centrales de AustraliaMalasiaSingapur Sudáfrica iniciaron un nuevo experimento: la construcción de un sistema de tipo de cambio digital de banco central transfronterizo llamado “Proyecto Dunbar“, bajo los auspicios del Banco de Pagos Internacionales (BPI).

La idea es permitir que las instituciones de esos países usen criptomonedas y tecnología de contabilidad distribuida para realizar pagos instantáneos baratos en diferentes monedas. Si Dunbar funciona -un gran “si”-, dará un nuevo giro a las finanzas digitales del siglo XXI.

Si bien algunos bancos centrales, como el de Bahamas, han probado las CBDC (Central Bank Digital Currency) nacionales, y otros, como la Autoridad Monetaria de Singapur y Suiza, han probado los sistemas de liquidación nacionales y transfronterizos en una moneda, ninguno lo abordó con varias monedas.

Para los bancos centrales, el santo grial de las finanzas digitales es vincular diferentes silos y monedas. Dunbar no es la única iniciativa que intenta esto: los bancos centrales de Hong KongChina, los Emiratos Árabes Unidos y Tailandia pronto se embarcarán en el proyecto puente denominado mCBDC, que tiene el mismo objetivo aunque utiliza una tecnología diferente.

¿Deberían estas cosas importarle a alguien que no sea un banco central o un entusiasta de las criptomonedas? Sí, por cuatro razones.

En primer lugar, estos experimentos muestran que, si bien las criptomonedas y la tecnología de contabilidad distribuida (DLT) solían ser marginales, ahora se están generalizando. Tanto es así, que la Reserva Federal de EE. UU. informará sobre sus propios esfuerzos para construir una CBDC en dólares, aunque solo para fines nacionales

En segundo lugar, la proliferación de experimentos de banco central muestra que se está produciendo una lucha furiosa en las entrañas de las finanzas. Los empresarios del sector privado están compitiendo para determinar qué solución informática entregará tecnologías distribuidas de la manera más segura y escalable, creando una proliferación de productos, como ethereum, cardano, solana y polkadot.

Los funcionarios de los bancos centrales están lidiando con decisiones políticas difíciles a medida que examinan las opciones tecnológicas, como por ejemplo tener y controlar libros de contabilidad centralizados si adoptan elementos de DLT. Algunos están probando sus ideas con socios del sector privado. MAS ha trabajado con JPMorgan; DBS y ConsenSys, un proveedor de software, se han centrado en ethereum. Otros, como la Fed, utilizan tecnología patentada. Agustín Carstens, responsable del BIS, espera que esta ruta autóctona se haga más popular. “CBDC es tan importante que no podemos subcontratar la producción de CBDC a la multitud”, afirma.

De cualquier manera, el acrónimo “CBDC” puede referirse a un amplio espectro de modelos, y ninguno es aún dominante. Como agrega Carstens: “[El problema] es cómo interconectar y generar una red de CBDC con diferentes modelos de gobernanza y conectividad para transacciones transfronterizas. Pero hay muchas formas de hacerlo”.

En tercer lugar, Asia lidera gran parte de esta innovación. Eso se debe en parte a que China se está apresurando a desarrollar un yuan digital para impulsar su poder global, y el Banco Popular de China está por delante de la mayoría de sus rivales en este sentido. Sin embargo, los bancos centrales de Singapur y Hong Kong también se están moviendo rápido.

Asia definitivamente está superando a otras regiones [ya que] hay más apetito por la tecnología y menos sistemas preestablecidos“, señala Charles d’Haussy, un ex funcionario del gobierno de Hong Kong que dirige las operaciones asiáticas de ConsenSys. O, como observa Charles Hoskinson, que dirige una empresa centrada en la tecnología cardano: “Los gobiernos más pequeños reconocen que esta es una gran oportunidad para superar al oeste”.

Sin embargo, el cuarto punto, y posiblemente el más importante, que ha surgido en torno a Dunbar es que el impacto inmediato de los experimentos de CBDC podrían no sentirse en el mundo de las criptomonedas y el DLT. Parece poco probable que los CBDC (o tokens digitales creados de forma privada) sean una forma efectiva de dinero para las finanzas minoristas en el corto plazo. Los sistemas tradicionales, como las tarjetas de crédito, home banking, o incluso el papel moneda, siguen siendo más rápidos. Y aunque DLT ya puede ser eficaz para algunos rincones de las finanzas mayoristas, las aplicaciones son limitadas ya que la tecnología todavía es torpe.

Pero eso podría cambiar rápidamente. E incluso antes de que eso suceda (si sucede), el debate en torno a las CBDC y los experimentos del sector privado, por parte de grupos como Facebook, está impulsando a los operadores tradicionales a buscar cómo protegerse de la competencia que se avecina. Singapur es un ejemplo de ello: los bancos nacionales se apuraron a hacer que los servicios bancarios de telefonía móvil sean más eficientes.

“En Singapur podemos pagarnos unos a otros en tres clics y tener pagos transfronterizos con países como Tailandia”, dice Sopnendu Mohanty, director de tecnología de MAS. “Entonces, ¿por qué necesito un CBDC?”, pregunta. “La respuesta es que puede reducir drásticamente el costo de las transferencias”. Y así aumentar la competitividad.

Ahí radica quizás la razón más importante para vigilar a Dunbar y sus semejantes. Como señala Andrew McCormack, un alto funcionario del BIS: “Cualquier cosa que genere expectativas de que los pagos sean rápidos, instantáneos y baratos es algo bueno“.

Entonces, si las CBDC pueden sacudir a los a veces lentos cárteles financieros, todos deberíamos animarnos. Y celebrar el principio que defendió el economista Adam Smith hace tres siglos: la competencia es algo maravilloso para estimular la innovación y el crecimiento.

Por Guillian Tett – El Cronista