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Mercedes D’Alessandro, la “ministra de economía” de género

Guzmán sumó a una referente feminista a su equipo. La economista analizará la participación y el efecto de las medidas entre las mujeres. Considera que la pobreza es sexista. Críticas al FMI y #menstruacción.

Por primera vez en su historia, el Palacio de Hacienda tiene una Dirección de Economía y Género, a cargo de la economista Mercedes D’Alessandro, una economista de la Universidad de Buenos Aires reconocida por sus estudios con mirada feminista.

Hasta hace unos días D’Alessandro vivía en Nueva York, como Martín Guzmán, el ministro que la convocó a ser parte de la dirección que buscará que las medidas que proponga el ministerio contribuyan a reducir brechas en la redistribución de ingresos y riqueza social. Allí, coincidieron en un pañuelazo por la legalización del aborto en Manhattan.

Ya con base en Buenos Aires, hará foco en la medición y análisis de los datos, para que incluyan “trabajos que no forman parte hoy de las estadísticas oficiales pero sostienen el entramado productivo”.

El Indec pondrá en marcha este año la encuesta del uso del tiempo, que mide cuántas horas semanales se destinan, por género, al cuidado familiar y del hogar. “La carga de su ejecución está asimétricamente distribuida y su peso recae mayoritariamente sobre las mujeres”, escribió D’Alessandro en su libro Economía feminista.

Realizan el 76% de las tareas domésticas y de cuidados no remunerados, con un promedio de 6,4 horas diarias. “Esto no aparece en el sistema teórico de Adam Smith, ni de los neoclásicos, ni en Keynes o Marx”, remarcó en el capítulo “Economía en bombacha: por qué es necesaria la perspectiva de género”.

Sin IVA. La economista misionera también es una de las fundadoras de la organización Economía Femini(s)ta, que aporta a la difusión de las brechas de género y el impacto de la pobreza en las mujeres, entre otros temas, y promueve políticas como la exención del IVA para los productos de gestión menstrual –toallas femeninas, tampones, copa menstrual– y la provisión gratuita en escuelas, cárceles y centros comunitarios. La campaña fue bautizada #menstruacción.

Al asumir en Economía, D’Alessandro se desvinculó de la entidad. En medio de un aumento de impuestos para evitar un mayor ajuste fiscal, hay expectativa por ver si estas políticas podrían aplicarse. Hay proyectos presentados en el Congreso para eliminar el IVA. Por el momento, algunos de estos productos fueron incluidos en Precios Cuidados.

La agenda de la economía feminista también alcanza lo que se conoce como “impuesto rosa”, el diferencial que pagan las mujeres por productos específicos, aunque tienen la misma característica que los generales.

Otro de los objetivos es identificar las áreas en las que la participación económica “de las mujeres esté estancada y generar herramientas para sortear estos obstáculos”. En ese marco también se engloban las políticas LGBTIQ+.

Las mujeres tienen menor nivel de actividad económica (48%) que los varones (71%), dado que las tareas del hogar compiten con el trabajo por un salario, según los datos de Economía. Y la brecha salarial es del 28%. El desempleo es mayor entre las mujeres más jóvenes (23%, más del doble que el promedio) y el 65% de los ni-ni, jóvenes que supuestamente no estudian ni trabajan, son mujeres. Pero muchas de ellas trabajan –sin recibir pago– en el cuidado de familiares.

Entre los déficits de la participación de las mujeres en la economía, solo 2 de cada 10 trabajadores de la industria, el sector que ofrece mejores condiciones de empleo y salarios, son mujeres.

Crítica de las políticas de ajuste que promueve el FMI,  D’Alessandro planteó la contradicción entre los análisis del organismo –tanto Christine Lagarde como su sucesora, Kristalina Georgieva, consideran que la desigualdad es sexista– y sus recomendaciones.

“Las consecuencias más demoledoras de las políticas de ajuste (o de austeridad, como le dicen en otros países) recaen asimétricamente sobre las mujeres por su condición económica estructural”, escribió en el primer aniversario del acuerdo firmado entre Nicolás Dujovne, Federico Sturzenegger y el FMI.

El aporte (hasta ahora) invisible a la producción

La economía empieza a incorporar el análisis de género en el día a día. El trabajo invisible, el del cuidado de las familias y los hogares, que hace que la rueda se mueva día a día, aporta a la actividad pero no se mide.

¿Cuánto representa en el PBI el trabajo no pago? ¿Es la principal actividad de servicios? En la Argentina, la principal fuente de empleo para las mujeres es el trabajo en casas particulares. Incorporar una Dirección de Género al Ministerio de Economía es un hecho inédito en el país, aunque no en el mundo, así como un Ministerio ad hoc, a cargo de Elizabeth Gómez Alcorta. La foto de gabinetes paritarios o reuniones 50/50 con empresarios y gremios todavía sigue siendo idílica aunque que los principales funcionarios del Gobierno hayan participado de una capacitación de género es un avance.

Medir el impacto de las medidas económicas en los sectores más postergados es indispensable para poder avanzar en la igualdad. La semana pasada, en una reunión de economistas de Estados Unidos, se debatió por qué la baja representación de mujeres en las escalones más avanzados de las carreras y los puestos de trabajo.

Las universidades también revisan sus currículas para incorporar el género e incluso ir más allá: un tratamiento ético de la economía. La esperanza es que más mujeres (y sobre todo, feministas, aunque todavía muchas mujeres que comparten los objetivos del feminismo sean reticentes a definirse como tales) en la producción y el análisis de economía contribuyan a generar un mundo más igualitario.

Por Patricia Valli – Perfil