Baires Para Todos

Los secretarios de Seguridad del ministerio rifado

Las tres últimas Ministros de Seguridad de la Nación se encargaron de dañar, aún más, la seguridad Argentina.

Por negación, show y romanticismo, las tres Ministros fueron funcionales al desastre. Un desastre que se evidencia en los barrios. En el sistemático crecimiento del Narcomenudeo contenido solo por algunos territorios comprometidos y de diversos colores políticos. 

El desastre tuvo su epicentro último en Villa Lugano. En el barrio Padre Mugica. Uno de los centros de operaciones del narcotráfico “blanco” peruano que creció y se desarrolló a la vista de la abulia nacional, la llegada del verso barrios seguros a la villa 1-11-14 y el empastamiento de fuerzas para regular cadáveres.

Sabina Frederic es, hasta el momento, la última elegida.

Se encuentra atendiendo el turno de la rifa ministerial. Ella tiene una mirada centrada en el sujeto sujetado. Casi que apela, para explicar el delito, al estructuralismo distorsionado.

Asentada en un romanticismo patológico del delito, permite que el Director Nacional de Fronteras se jacte de subestimar al narcomenudeo y a los bagayeros.

Se trata de Benedetti. No Mario, el poeta. Sino de otro Benedetti.  Alejandro. El que llama por teléfono para chillar porque no le gustó una nota.

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Cecilia Rodríguez y Patricia Bullrich son las otras Ministros del rancho ministerial. Siempre rifado. Nunca jerarquizado.

De las tres últimas Ministros, Rodríguez es la que experimentó el perfil más bajo. Pero no fue por voluntad. Fue, sin más, por única alternativa.

Es que a Cecilia le tocó compartir la rifa con Sergio Berni.

Berni fue el Secretario de Seguridad con mayor protagonismo dentro del Ministerio de Seguridad. A punto tal de olvidar la existencia de Rodríguez. La devoró en retórica y protagonismo. También en conocimiento.

Como en el film “Ghost, la sombra del amor”, Rodríguez aparecía esporádicamente detrás de Sergio pero inmediatamente se esfumaba. Ocurre que Cecilia, del palo de Sabina, tiene una visión delictiva en exceso delicada. En cambio Sergio representa lo que algunos, equivocadamente, consideran derecha.

Sergio supo copar todas las escenas. Irrumpir en todos los escenarios aunque sea, de forma desafortunada. Y siempre atravesado por la militancia mediática.

Bullrich y Frederic, por su parte, corrieron con otra suerte.

Ambas lograron protagonismo más allá de sus Secretarios de Seguridad.

Burzaco tomó la sabia decisión de dejarle a Bullrich el show y con los shows, los papelones. Eugenio sabía que tendría que volver a la actividad privada y que con tantos disparates su credibilidad quedaría enchastrada.

Tuvo algunos golpes personales durante su gestión y su paso por la ciudad no fue brillante. Más bien, opaco. Fue el secretario de la amistad.

Eugenio le dejó todo el lodo a Patricia. Fango en donde se siente cómoda y “libertadora”.

Con escasa moderación, Eugenio, se subió al verso de los slogans y supo acariciar acuerdos de convivencia gracias a la tecnología importada.

Final con Eduardo

El actual Secretario de Seguridad se llama Eduardo Villalba. Es, Villalba, el menos interesante de los últimos tres secretarios que comparten la rifa ministerial.

Aún no encuentra su lugar porque ni siquiera sabe para qué funciona el Ministerio de Seguridad. Tampoco lo sabe la Ministro.

A Villalba lo atienden como a un kiosco. Y a diferencia de Burzaco, se monta en los despropósitos de Frederic pero no le alcanza como a Sergio para pulverizarla.

Se enorgullece, al igual que Patricia, del verso de la droga enfriada.

Y se regodea de secuestrar soja y maíz, como de secuestrar cocaína. Decomiso, éste último, excepcional en todas las rifas.

Villalba es un celebrador compulsivo de la nada. De buenas intenciones.

Todos ellos, Sergio, Eugenio, y Eduardo, formaron y forman parte del ministerio rifado.

El primero y el último protagonizaron hace poco tiempo un culebrón interno donde se “tomaron de las mechas” ante los compulsivos desastres nacionales que cruzan a la jurisdicción bonaerense de donde Sergio, actualmente, es Ministro.

Los dos últimos se encuadraron bajo el velo del Narcotráfico a la carta. Al grito de “si se puede, sí se puede”. Es que la versión actual del Ministerio de Seguridad es un Continuamos verseando pero con otros modales.

De otorgarle poder de gobierno a las Fuerzas Federales a reducirlas a su mínima expresión. Aunque siempre al frente para ponerle cara al verso enfriado. Dos acciones antagónicas y nefastas para la configuración de la seguridad nacional.

Por Laura Etcharren – https://soclauraetcharren.blogspot.com/