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Lavagna, el sustituto

Lo midieron y dio bien. Y Duhalde lo anotó. La campaña para vender al experto en explosivos como el fin de la grieta. Un plan B de Clarín y Techint para un escenario de Macri sin futuro.

Lo midieron y dio bien. Y Duhalde lo anotó. La campaña para vender al experto en explosivos como el fin de la grieta. Un plan B de Clarín y Techint para un escenario de Macri sin futuro.

Vuelve con la crisis, como el nombre que puede rescatar a la economía. El ministro de Economía que Néstor Kirchner tomó prestado de Eduardo Duhalde, primero para hacer campaña y después para gobernar, retorna ante la emergencia. Cuando Mauricio Macri se abraza a la ortodoxia, pide auxilio al Fondo y genera zozobra incluso en el Círculo Rojo, vuelven a pensar en Roberto Lavagna. Encuestas, grupos de poder, sectores del peronismo y una parte de la sociedad lo ven como una salida a mitad de camino entre la polarización que eleva a Macri junto a Cristina Kirchner como las únicas opciones para la Argentina de 2019.

El primer indicio fue la inclusión del ex ministro en las encuestas de D’Alessio/Berensztein a partir de mayo. De acuerdo al Monitor de Humor Social, mientras se activa el pesimismo y se diluye el capital político de Macri, Lavagna crece en imagen positiva.

El economista, que fue candidato a presidente en 2007 en una fórmula junto al radical Gerardo Morales, subió casi 10 puntos desde febrero pasado. Siempre de acuerdo a ese sondeo, que tomó 1.477 casos en todo el país, hoy es el político con mejor consideración, con una imagen positiva de 55%, por encima incluso de María Eugenia Vidal, que se mantiene en 53%. En mayo pasado, Lavagna estaba en el 49%, detrás de la gobernadora, pero arriba del Presidente, que aparece con el 41% a favor y el 54% en contra.

CONTRA LA POLARIZACIÓN. Con experiencia en el manejo de crisis, como lo presenta el sondeo, un perfil industrialista que apuesta al mercado interno y respaldo de una facción empresaria, el ex ministro parece dueño de una condición que lo distingue: rompe la polarización. Entre quienes lo valoran en forma positiva, el 48% votó a Cambiemos en el ballotage de 2015 y el 61% votó al ex Frente para la Victoria.

Junto con esos números, comenzó a circular ya en mayo la hipótesis de un sector del peronismo que lo promovía como candidato. Esta semana, los trascendidos quedaron de lado y fue Duhalde el que salió a su manera a ponerle el pecho a la candidatura del ex secretario de Industria y Comercio Exterior de Raúl Alfonsín. “El próximo presidente yo ya sé quién va a ser, va a ser Roberto Lavagna, no tengo absolutamente ninguna duda. He estado hablando con él. Él no tiene ni siquiera que hablar. En la medida en que las cosas se van poniendo mal, necesitamos un hombre que supere las grietas. No es cualquiera que puede ir: necesitamos experiencia”, dijo en Radio Cooperativa.

Viejos socios. Duhalde lanzó a Lavagna.

Detrás de la visión profética del ex presidente, que puede fallar, no sólo está el deseo o la mirada de un protagonista retirado de la política. Además, resurge la vocación de grupos de poder que buscan una alternativa de recambio para impedir el juego de la polarización que impulsa el macrismo hacia 2019 y que, en las actuales condiciones, es visto como temerario.

Lavagna está desde 2013 en un segundo plano discreto dentro de las filas menguantes del Frente Renovador de Sergio Massa, que suele presentarlo como credencial de la experiencia probada en el gobierno que tienen los que lo acompañan. Ahí se destaca su hijo Marco con un rol importante en la negociación permanente para las leyes que impulsa el oficialismo.

Desde el massismo, dijeron que el ex jefe de Gabinete de Cristina Kirchner ya comunicó a sus leales que el ex ministro no va a ser candidato. Lo mismo le dijo Marco a La Nación. De intentarlo sin hablar, como dice Duhalde, provocaría un choque de aspiraciones en ese armado que obligaría a un entendimiento entre Massa, Lavagna, Miguel Angel Pichetto, Florencio Randazzo y los gobernadores del PJ que persisten lejos del entendimiento con Unidad Ciudadana.

Clarín no quiere quedar atrapado entre CFK y Macri si el Presidente no levanta.

CLARÍN Y TECHINT. Quienes lo conocen, insisten en que Lavagna es una persona de una autoestima elevada, que prefiere estar lejos de los primeros planos y no está dispuesto a arriesgar a esta altura. Con 76 años, están por supuesto los que creen que ya se le pasó el cuarto de hora que tuvo después de su salida del gobierno de Kirchner. Las encuestas de D’Alessio/Berensztein marcan otra cosa y en el PJ también están los que anotan las eventuales ventajas de una candidatura. La primera es que podría ser un presidente de un solo mandato, justamente por su edad. Otra vez, el piloto de tormenta que logra salvar a los pasajeros del susto.

A su favor, anotan que es una economista de palabra que se mantuvo lejos de las fluctuaciones de otros y siempre defendió un tipo de esquema económico. Cerca suyo están los que lo impulsan a lanzarse otra vez. Una persona de su confianza admitió que la candidatura de Lavagna tiene siempre el visto bueno de grupos como Techint y Clarín, dos jugadores de peso que apuestan desde hace tiempo a una variante que corra con la camiseta del peronismo y el respaldo de una facción empresaria.

La postulación de Lavagna demandaría un acuerdo amplio que no es tan sencillo de lograr, en una oposición astillada que demora los acercamientos concretos y envía señales contradictorias.

Junto con las encuestas y el pronunciamiento de Duhalde, están los que empiezan a leer el endurecimiento paulatino de la línea editorial del Grupo Clarín, que acaba de arrebatarle al macrismo lo que más quería: la megafusión de Telecom y Cablevisión. Es prematuro saber si el holding de Héctor Magnetto le bajó el pulgar definitivamente al gobierno de los CEOs. Pero algo parece claro: no sobran los voluntarios que acompañen la apuesta a todo o nada de Macri contra CFK en 2019.

Por eso, desde el peronismo vislumbran un choque inevitable en las estrategias de Macri y Clarín hacia las próximas presidenciales. Una variante de lo que ya sucedió en 2015, cuando el Círculo Rojo le reclamaba al entonces alcalde porteño que sellara una alianza con el PJ de Massa y el ingeniero se rehusaba, guiado por la lógica de Jaime Durán Barba. Macri ganó esa partida, pero tenía entonces el favor de lo nuevo que viene perdiendo al calor de su gestión. Para algunos, mucho más accidentada de lo que preveía y, para otros, directamente desastrosa.

LA DEUDA. Más allá de las discusiones que terminaron en su salida sorpresiva del gobierno a fines de 2005, Lavagna trabajó al lado de Kirchner en una recuperación que había iniciado Duhalde de manera accidentada con Jorge Remes Lenicov. Pero, además, tuvo una actuación clave en la renegociación de la deuda que incluyó una quita de más del 70% a los acreedores.

El ex ministro había comenzado en 2002 las tratativas, pero fue Kirchner el más duro en la postura que de todas maneras compartían y que el ex presidente inmortalizó ante la asamblea de la ONU, cuando dijo: “Nunca nadie le pudo cobrar una deuda a un muerto”.

Según coinciden hoy hasta en el PJ de Pichetto, aquellos fueron los años en que el endeudamiento externo dejó de ser un problema para la ecuación anual del Presupuesto, justo el drama que renace con Macri en el poder, con intereses de la deuda que ya están proyectados en 15.000 millones de dólares anuales para los próximos ejercicios.

Finalmente, Lavagna se fue denunciando “capitalismo de amigos” en el coloquio de IDEA en Mar del Plata y el kirchnerismo eligió finalmente no tener un ministro de Economía fuerte. Sin embargo, su gestión quedó emparentada con la salida de la crisis, la recuperación económica y la quita de la deuda. Mientras para el kirchnerismo es parte del club de los devaluadores que ahora regresan, detractores encarnizados del período que lo sucedió todavía lo reivindican por el modelo de tipo de cambio alto con retenciones y apuesta al consumo interno.

Cerca del ex ministro, le anotan otros dos características en función de un futuro político: nunca renunció a su mirada económica y es capaz de cumplir con los pactos que firma. No está claro que Lavagna se decida a jugar la partida para la que lo promueven. No sólo porque arranca desde atrás, sino porque, además, no está seguro que 2019 sea un año tan malo para la economía como este 2018 de corrida, sequía y déficit de cuenta corriente y caída de consumo. No descarta que la devaluación y la cosecha puedan oxigenar la actividad en el año electoral.

El sondeo de D’Alessio/Berensztein contrasta con otros que circulan en el peronismo y presenta a Lavagna con 25 puntos de imagen positiva, por encima de Cristina Kirchner. De todas maneras, los encuestadores plantean que el caso de la ex presidenta es especial, porque su imagen positiva es, casi siempre, intención de voto. Habrá que ver cuál es la traducción entre imagen y votos en el caso de Lavagna, si es que la crisis se profundiza de manera irremediable y se dan las condiciones para que finalmente se presente.

Por Diego Genoud – LetraP