Baires Para Todos

La realidad le impuso a Alberto el armado de nuevos consensos

Martín Guzmán fue el catalizador de una crisis de gabinete que se venía incubando desde hace semanas. Su salida fue una forma de forzar definiciones, aún a sabiendas de que la incertidumbre que podía causar su sorpresiva decisión terminara siendo más negativa que su forzada continuidad.

Lo que se cansó de comprobar el discípulo de Joseph Stiglitz es que la política económica no tenía destino si la coalición de gobierno no exhibía aunque sea un consenso mínimo sobre su rumbo. La cuestión ya no era discutir los porcentajes de aumentos de tarifas o los alcances del programa Precios Cuidados. Había que terminar con los ideas y vueltas públicos y con el enredo burocrático que generaban las segundas líneas que respondían a otro jefe político. Guzmán, en definitiva, se hizo eco del reclamo que se escuchaba en boca de empresarios e inversores, y ante la falta de respuestas del Presidente, dio el paso al costado para que la dinámica de los hechos ayudara a resolver lo que las palabras no consiguieron.

Alberto Fernández no tuvo más opción que recoger el hilo de sus últimas conversaciones con Sergio Massa, quien le venía planteando que no había lugar para una disputa abierta dentro de la coalición y que era necesario conseguir un nuevo consenso. Si el kirchnerismo y el albertismo se transformaban en competidores, con la gestión como campo de batalla, el resultado podía ser malo para todos.

Massa, una vez más, fue el canal de diálogo entre las partes en pugna. Y acepto convertir su participación como jefe de Gabinete de los meses que quedan de gestión, en una suerte de garantía tanto para Alberto como para Cristina. Después de meses de incomunicación, una conversación telefónica entre el Presidente y la vice ayudó a bajar el nivel de incertidumbre. No fue una charla amable, aunque tampoco había que esperar que lo fuera.

Lo que seguramente alumbre este intercambio es una reestructuración del gabinete, que se ajustará con enroques y nuevas designaciones. Silvina Batakis, hasta ahora secretaria de Provincias del Ministerio del Interior, es la funcionaria consensuada para tomar la conducción económica. Como ministra de Economía de la provincia de Buenos Aires durante el mandato de Daniel Scioli, ganó una experiencia que ahora deberá hacer valor. A favor de cualquier ministro que surge de una crisis, no tiene que hacer ni una reestructuración de deuda ni un acuerdo con el FMI. Esos deberes ya están hechos. Lo más importante ahora es tener en claro hacia dónde quiere ir este nuevo Frente de Todos.