Baires Para Todos

La no pelea, desde adentro 

En Chaco, CFK golpeó con dureza al Gobierno, pero evitó la ruptura total. “No nos vamos a ningún lado”, avisaba La Cámpora abajo del escenario.

Sin empujar la ruptura definitiva pero con honestidad brutal, nombres propios, disquisiciones ideológicas y hasta detalles de conversaciones privadas, Cristina Fernández de Kirchner le puso densidad al debate que atraviesa al Frente de Todos y puso sobre la mesa las diferencias internas que sus voceros vienen señalando desde hace semanas en su nombre y la Casa Rosada intenta ignorar. 

“No le estamos haciendo honor a tanta confianza, tanto amor y tanta esperanza que depositaron” quienes eligieron al Frente de Todos en 2019, cerró Cristina, sin medias tintas, ante un Centro de Convenciones de esta ciudad colmado que la escuchó en silencio durante una hora y media, con intervalos de aplausos y una despedida a pura ovación.

En “ON”, Cristina le puso palabras a la crisis. Dijo que no disputa poder con Alberto Fernández y que a La Cámpora no le interesan las cajas; fue dura con el plan económico y apuntó directamente contra ministros de confianza del Presidente: a los ya apuntados Martín Guzmán Matías Kulfas sumó una alusión a Juan Zabaleta.

Para el auditorio, fue un sacudón. “No se siente parte del Gobierno, pero no termina de romperlo”, dijo un dirigente nacional que reparó en la mención a los “tres mandatos” que hizo la vicepresidenta, en referencia a los dos de ella y al de Néstor Kirchner, que dejó afuera a la gestión del Frente de Todos.

Lejos de suavizar la interna, Cristina confirmó que acuerda con cada una de las frases que fueron soltando en los días previos voceros de su espacio, como el ministro de Desarrollo de la Comunidad, Andrés Larroque. En diversas oportunidades, el secretario general de La Cámpora le recordó a Fernández que, cuando Cristina lo designó como candidato, venía de integrar un espacio que había sacado el 5% de los votos, liderado por Florencio Randazzo.

Con otras formas, la vicepresidenta lo refrendó. “Elegí a una persona, el que resultó electo presidente, que no representaba a ninguna fuerza política y que me había criticado duramente”, dijo y lo profundizó, sin anestesia, cuando dijo que, de tratarse de una disputa de poder, hubiera elegido como candidato “al líder del Frente Renovador”, Sergio Massa, que tenía su propio partido y construcción; a Hector Daer, de la CGT, o a Emilio Pérsico, de los movimientos sociales. Un disparo directo al ego.

Larroque se ganó otra mención, que valió para pegarle a Zabaleta, uno de los ministros de mayor confianza de Fernández. Fue cuando defendió a La Cámpora por las acusaciones que señalan que la agrupación que lidera Máximo Kirchner no deja el Gobierno porque se aferra a las cajas. La vicepresidenta aseguró que el Presidente le comentó a Kirchner, en 2021, que quería a Larroque al frente del Ministerio de Desarrollo Social – un área con mucho manejo de caja- pero que el diputado le sugirió que, en su lugar, convocara a Zabaleta. “Cuánta mediocridad y chatura hay. Me parece que algunos y algunas deberían revisar historiales y comportamientos y conductas”, fustigó Cristina. 

“Nosotros no nos vamos a ir a ningún lado”, apuntaba, mientras tanto, un camporista que seguía el discurso de la vicepresidenta desde abajo del escenario. El espíritu estaba en línea con lo que marcó Cristina, que dejó en claro que pretende discutir el rumbo económico para cumplir con el contrato electoral de 2019.

La línea Larroque continuó con la obvia alusión a Kulfas. “Fue una acción generosa, creo, que quien resultó electo presidente con el voto de la ciudadanía pudiera decidir libremente quién era su gabinete económico”, dijo y luego señaló a “quien había escrito un libro” contra su gestión. “Bueno, el Presidente confiaba en él, vaya;  pero le dije a Alberto ‘ojo, porque la administración del comercio no es moco de pavo’”.

El rumbo económico fue la estrella de los cuestionamientos. La pregunta se mantiene incólume, como en aquel diciembre de 2020 en el estadio de La Plata, cuando todavía había fotos y actos de unidad en el Frente de Todos. Cristina vuelve a preguntar quién se queda con el crecimiento macroeconómico, que tanto ella como sus dirigentes más cercanos reconocen; por qué el Gobierno no pelea contra el poder de las corporaciones y por qué mantiene la idea del diálogo y el consenso como salida. “Por estas cosas discutimos, debatimos y nos oponemos a determinadas cosas. Ni por cuestiones de poder ni de caja ni porque me miró mal”, juró.

“Cuando algunos decían que volvíamos mejores era porque pensaban que había que hacer lo contrario a lo que habíamos hecho nosotros. Pensaban que nos habían salido mal las cosas porque teníamos malos modales”, apuntó y reforzó con una frase que deriva en otro reclamo que cae sobre la Casa Rosada. “Ocho años estuve sentada en la Casa Rosada, atajando penales… cuando hablo no es un ejercicio académico”, dijo. La frase tiene un destinatario concreto y un objetivo: lograr, con sus ocho años de ejercicio a cuestas, que el Presidente finalmente la convoque a formar parte de la toma de decisiones del Gobierno.

Por Gabriela Pepe – Letra P