Baires Para Todos

La hora más oscura del doble agente

El abogado de Clarín, Fabián Rodríguez Simón, no hace pie en Comodoro Py y falló en la colonización de la Corte con su amigo Rosenkrantz. El Presidente lo mira de reojo y en la Rosada se preguntan: ¿para quién juega Pepín?

Atraviesa, tal vez, los días más difíciles desde que le toca asesorar a Mauricio Macri en la Presidencia. El abogado corporativo Fabián Rodríguez Simón llegó demasiado lejos en su rol de operador judicial. De fina sintonía con el Grupo Clarín, con buena llegada a Elisa Carrió hasta hace no tanto, Pepín tuvo este año la fortuna de ver sentado en la cabecera de la Corte Suprema a uno de grandes sus amigos, Carlos Rosenkrantz. Pero prometió más de lo que debía y ahora se exhibe con cierto nerviosismo.

Rodríguez Simón tiene, por supuesto, más peso que el ministro de Justicia, Germán Garavano, y es, para muchos, el cerebro jurídico del Gobierno, capaz de diseñar ambiciosas movidas como la de designar dos jueces de la Corte por decreto a días de la asunción de Cambiemos. Sin embargo, no logra concentrar la totalidad del poder de la mesa judicial que deja actuar Macri. Mientras Daniel Angelici pesa como nadie en los tribunales de Comodoro Py y Gustavo Arribas aporta su llegada a más de un supremo, él lucha sin demasiado éxito por imponer su prestigio en los despachos de los jueces federales. Le cuesta porque viene de otro mundo.

La actuación de Pepín genera inquietud en la Casa Rosada. De a ratos, se mueve como si pretendiera trascender al macrismo y acumular poder.

Con el jefe de asesores José Torello conforman un tándem que nació en el Estudio Llerena y Asociados, uno de los principales de un mundillo tan selecto como restringido. De perfil más bajo que Pepín, Torello cuenta con tres ventajas que lo diferencian de su coequiper: la charretera del Cardenal Newman, un destino atado al de Macri y no reportar a ninguna otra terminal.

La actuación de Rodríguez Simón es valorada en la Casa Rosada, pero genera cierta inquietud. De a ratos, se mueve como si pretendiera trascender al macrismo con sus influencias y acumular poder, más allá del destino de Cambiemos. Por eso, los más leales al Presidente recomiendan evitar confusiones y hablar con el abnegado Torello antes con Pepín.

De 60 años, abogado del hijo de Franco en causas resonantes, con un sueldo que se ríe de la inflación como director de YPF y el rol decorativo de parlamentario del Mercosur, Rodríguez Simón se presentaba en la década de los noventa como el abogado que más sabía sobre sistema financiero y sociedades off shore. Su salto a la política llegó de la mano de Torello y Macri con el dudoso mérito de haber sido el responsable de la UCEP, la fuerza de choque que precedió a la Metropolitana y que le sumó uno entre los varios procesamientos que acumuló.

SUPREMO FRACASO. En los últimos tiempos, el egresado del colegio Champagnat que representó al Grupo Clarín en el conflicto por la ley de Medios acumuló unos cuantos sinsabores, hijos no deseados de su ambición y osadía.

Desde que Macri asumió, Pepín se fijó como meta colonizar la justicia desde la cabeza. El nombramiento del prestigioso Rosenkrantz, un emblema del mundo corporativo y defensor de las grandes empresas, fue su mejor carta. Costó, pero Macri y Pepín lograron, con la ayuda de Carrió y el descuido de Lorenzetti, que una mayoría desplazara al rafaelino a partir del encono del ascendente Horacio Rosatti, la cintura de Juan Carlos Maqueda y la predisposición del ex rector de la Universidad de San Andrés para quedarse con todo. Rodríguez Simón creyó que había tocado el cielo con las manos y que tenía en Rosenkrantz al CEO de los supremos. No pudo ni podrá ser.

Rodríguez Simón generó una frustración importante en Macri con promesas incumplidas.

El presidente de la Corte conforma por ahora una minoría automática que solo cuenta con el aval de Elena Highton de Nolasco. Maqueda se refugió en su opacidad peronista, Rosatti se desmarcó de la supuesta tutela de Carrió y Lorenzetti se convirtió en un perro de presa. El trabajo será largo y los fallos habrá que pelearlos uno por uno.

Según pudo saber Letra P, Rodríguez Simón generó una frustración importante en Macri con otras promesas incumplidas. No sólo el manejo integral de la Corte, sino, también, la apropiación del Fondo Anticíclico que había amasado Lorenzetti, el lugar del administrador Héctor Marchi y la postergación para 2019 de fallos estratégicos como el de jubilados, que se definirá este 18 de diciembre.

El golpe de la unidad peronista en el Consejo de la Magistratura, que terminó con Mario Negri sacrificado por Eduardo De Pedro y Graciela Camaño, ahondó el mal momento del oficialismo en el terreno judicial. Como si fuera poco, la alianza que Pepín había cultivado con la jefa de la Coalición Cívica gracias a la mediática Mariana Zuvic comenzó a deshilacharse.

Cuando Lilita reclamaba el juicio político del ministro de Justicia, alguien le pidió a Pepín que se pronunciara en solidaridad con el funcionario desde su cuenta de Twitter y la respuesta no se hizo esperar. “Garavano no existe. La justicia la manejan los angelicis y los pepines”, gatilló Carrió desde desde el prime time de Canal 13, sentada a la mesa de Mirtha Legrand. Tal vez, Rodríguez Simón la haya ilusionado en vano con la posibilidad de fumigar a Marchi y sacar a Lorenzetti de la Corte.

LA MINORÍA DE PEPÍN. Rosenkrantz no desmiente la amistad que tiene con el abogado corporativo que se inició como especialista en el sistema financiero. La mayoría peronista sostiene que el vínculo incluye desde la presencia del asesor de Macri en el cumpleaños del presidente de la Corte hasta la cuestionada designación de Juan Pablo Lahitou como secretario de Desarrollo Institucional del máximo tribunal.

Lahitou abandonó un rol de peso indudable en el Poder Ejecutivo como subprocurador del tesoro de la Nación, con acceso a los expedientes más importantes, para escoltar a Rosenkrantz en una tarea que, en apariencia, se reduce a ordenar la mutación del Centro de Información Judicial, que había creado Lorenzetti.

Entre las causas resonantes de las que se ocupaba en nombre de Macri estaba la del Correo, sobre la que deberán pronunciarse los supremos. Su nombramiento generó un estruendo y convirtió al ex miembro del blog Todo sobre la Corte en un blanco móvil, que se mueve en las adyacencias del Palacio como si tuviera una tobillera electrónica. Es la desconfianza de los jueces con un letrado que pasó del Ejecutivo a la Corte, por oficios que también se le atribuyen a Pepín.

Sus amigos afirman además que Rodríguez Simón hizo el trabajo de orfebrería que terminó con Highton de Nolasco en línea con los deseos de la Casa Rosada. La jueza fue beneficiada por el juez contencioso administrativo Enrique Lavié Pico para continuar en la Corte después de cumplir los 75 años y el Estado nacional no apeló. Tal vez como contrapartida, el secretario privado del superior de Lavié Pico, Sergio Fernández, Enrique Alonso Regueira, se convirtió en secretario letrado de la vocalía de Highton.

EL MÁS GRANDE. Como reveló Letra P, Lorenzetti está convencido de que Pepín y el Grupo Clarín conspiraron para arrebatarle su lugar en la cima de la Corte, dominados por el rencor de provocó aquel fallo a favor de la ley de Medios en 2013 y todavía persiste. Vasos comunicantes sobran. Tanto Rosenkrantz como Rodríguez Simón saben lo que es atender los intereses del holding de Héctor Magnetto. El Presidente de la Corte, por haber sido socio de Gabriel Bouzat, el abogado que defendía a Clarín y hoy es un llamativo habitué del cuarto piso del Palacio. Pepín, por haber llegado a las puertas de la calle Tacuarí con la camiseta del estudio Llerena y Asociados y la misión de llevar adelante las demandas en el fuero Civil y Comercial.

Desde que escribió un libro sobre Clarín y la ley de Medios que quedó viejo a poco de salir a la calle, sus detractores señalan al egresado del Champagnat como un empleado del multimedios en el gobierno de Cambiemos. Más leal a Clarín que al mismísimo Macri.

Desde el Grupo, se ríen de las acusaciones. Después de haberle arrebatado al hijo de Franco la megafusión más grande de las telecomunicaciones y el acceso a Telecom, el gigante de Magnetto no necesita un abogado que actúa sin importar las consecuencias. En palabras de un político que conoce el vínculo, Clarín puede prescindir de un letrado que viene de un mundo de enorme poder económico y escaso poder político. Cuenta con Pablo Casey y con la dilatada trayectoria de Jorge Rendo, el embajador del Grupo que -según dicen los especialistas- es amo y señor en Comodoro Py.

Es cierto: a Pepín le resulta más arduo ocupar un lugar como el que tuvo en su momento Javier Fernández, un todoterreno que nació en La Paternal y llegó a lo más alto con el menemismo y el kirchnerismo. Los que extrañan al auditor omnipotente que integró la escuadra de Jaime Stiuso sostienen, con certera malicia, que a Rodríguez Simón le falta calle. Seguro para disgustarlo, al operador de Macri lo comparan con otros que actuaron durante un lapso acotado, como el camporista Julián Alvarez. No por los objetivos que defendían, claro, sino por lo efímero de su influencia.

El periodista Rodis Recalt narró en la revista Noticias una escena que da cuenta de la familiaridad entre Pepín y Clarín: el encuentro del operador de Macri con el juez federal Ariel Lijo en el departamento de Rendo. Aunque no logró declarar inconstitucional la ley de Medios, Rodriguez Simón suele exhibir con orgullo su batalla contra Cristóbal López. Fue uno de los artífices del traspaso del juego a la Ciudad y hoy oficia de asesor de Lotería porteña.

ÁLBUM DE FAMILIA. Rodríguez Simón cuenta con un lazo más que influyente: su estrecha relación con el camarista Martín Irurzun, producto de vínculos familiares. La foto que difundió Horacio Verbitsky en El Cohete a la luna los mostró de charla amable. Según pudo saber Letra P, Pepín había solicitado la reunión para interiorizarse de algunas causas que le interesan de manera especial. El operador de Macri había invitado a su casa al camarista que maneja las escuchas gracias a Lorenzetti, pero Irurzun -un jugador tan cuestionado como experimentado- prefirió declinar la intimidad del convite y mostrar en público su vigencia.

Los que extrañan al auditor omnipotente Javier Fernández sostienen, con certera malicia, que a Rodríguez Simón le falta calle.

La influencia de Pepín en Comodoro Py también es módica si se la compara con la que exhibe el operador xeneize Angelici. Claudio Bonadio, por ejemplo, es uno de los que se jacta de haber rechazado una visita del egresado del Champagnat. Pero, claro, el magistrado de los cuadernos es dueño de un carácter especial, capaz de negarse incluso a recibir al nuevo presidente de la Corte.

Rodríguez Simón tiene tiempo todavía para revertir los sinsabores de las últimas horas. Pero no será fácil. Ni lograr que los supremos voten de acuerdo a los deseos de un presidente que cae en picada en las encuestas y va camino a exponerse en elecciones que no tiene aseguradas. Ni tampoco recuperar la confianza de un Macri que observa en sus movimientos una ambición de trascender que lo lleva a cometer errores y privilegiar intereses externos a los de la Casa Rosada.

Por Diego Genoud – LetraP