Baires Para Todos

Gabriel Rolón: “La distancia física no debe transformarse en afectiva”

Psicólogo, escritor y columnista de radio y televisión, se refiere a la situación que estamos atravesando, como individuos y sociedad, en medio de la pandemia

-Hablás de cuando las cosas se normalicen y es inevitable preguntarte por el momento que estamos atravesando. ¿Qué mirada tenés de la pandemia?

-Una mirada atenta y responsable. No es momento de creer u opinar, sino de informarse, escuchar a los que saben de estos temas y respetar las decisiones que tomen quienes tienen la responsabilidad de velar por nosotros. Es indispensable no poner palos en la rueda, ser conscientes del momento y, sobre todo, entender que en situaciones como estas no hay espacio para comportamientos egoístas.

-¿El coronavirus nos pone a prueba como sociedad? En un momento de tanta individualidad, cuidarse para cuidar a los demás parece una enseñanza. ¿Lo ves así?

-En cierto modo, las situaciones de crisis siempre nos ponen a prueba. Yo estoy acostumbrado a acompañar a los pacientes en momentos de crisis individuales, y veo como esos momentos confronta a cada uno de ellos con lo que son, para bien o para mal. Allí afloran sus fortalezas y debilidades y, muchas veces, de eso depende el tiempo que les lleva recuperar el equilibrio y si son capaces de hacerlo o no. Pero esta vez el desafío es colectivo y tenemos que estar a la altura de las circunstancias. Decís que cuidarse para cuidar a los demás puede ser una enseñanza, y quizás así sea. En lo personal, creo que la enseñanza verdadera sería entender que cuidar al otro es una manera de cuidarnos a nosotros. Es decir, empezar por el respeto y el registro de que los demás merecen ese cuidado. Creo que si hacemos eso es muy probable que lleguemos a la conclusión de que hacer algo por los demás, en definitiva, es una hermosa manera de hacer algo por nosotros mismos.

-¿Qué pensás de los que viajaron a países de riesgo rompen la cuarentena ?

-No es momento para hacerse el rebelde. Ése es un gesto de inmadurez al que no tenemos derecho en esta instancia. Vivir en una sociedad implica aceptar que no siempre podemos hacer lo que queremos, simplemente porque muchas veces eso que queremos no está bien, o puede lastimar a otros. Una cultura que, como la nuestra, ha vivido una dictadura feroz, ha desarrollado un espíritu de enfrentamiento como modo de no perecer en la cobardía. Y suele ocurrir que ciertas reacciones que en una etapa fueron necesarias en otras son inconvenientes, cuando no incorrectas.

-¿Cómo afecta una pandemia como esta en la psiquis colectiva?

-Es inevitable que surja el miedo, después de todo, el miedo no es algo malo. Es una emoción que está allí para que tomemos las medidas necesarias para protegernos de situaciones potencialmente peligrosas. El problema aparece cuando ese miedo se desmesura y se vuelve patológico, porque en esos casos solemos pensar y actuar de manera equivocada e, intentando evitar un riesgo, nos ponemos en un riesgo aun mayor.

-¿Puede algo como esto modificar nuestra forma de vincularnos afectivamente?

-Seguramente, al menos mientras esto dure. Deberemos aprender a estar cerca y presente a pesar de no poder visitarnos o abrazarnos. Eso no implica no quererse. Por el contrario, como decíamos, cierta distancia muestra nuestra actitud de cuidado por el otro. Pero esa distancia física que hoy debemos sostener no debe transformarse en una distancia afectiva. En ese aspecto, es momento de estar más cerca que nunca.

-Pasar tanto tiempo juntos “obligadamente” que consecuencias puede traer?

-Es una pregunta interesante. Pienso que es una situación que puede aprovecharse para estar con nosotros mismos y ver cómo nos llevamos. Quizás algunos se den cuenta de que hace tiempo que no se preguntan algunas cosas. Lo mismo aplica para la relación de pareja o los hijos. El ritmo vertiginoso que nos impone la vida puede alejarnos de nuestros afectos porque, en muchas ocasiones, lo urgente pasa por encima de lo importante. Creo que no es un mal momento para mirarnos y ver si estamos siendo quienes queremos ser.

-La cuarentena, el aislamiento puede tener un efecto negativo en el ánimo de las personas? Hay que atender este tema entre quienes son mas propensas a sufrir depresión o ataques de pánico?

-Por supuesto. Cada persona va a enfrentar esta situación con las herramientas que tenga. Son momentos de mucha tensión y eso hace que nuestra ansiedad aumente. Tenemos que saberlo y prepararnos para no permitir que esa ansiedad nos desborde. Las personas que tienen alguna dolencia psíquica son mucho más susceptibles a esos aumentos de la ansiedad y, por eso, debemos estar especialmente atentos a ellos. También es nuestra responsabilidad ser solidarios en esos casos, lo cual no es fácil, porque tenemos que aumentar nuestra capacidad de comprensión en momentos que, para qué negarlo, pueden desequilibrarnos un poco.

-Muchos hablan del miedo al miedo. ¿Cómo nos llevamos con esto que no podemos controlar?

-Por lo general no es fácil vérsalas con aquello que escapa de nuestro control, pero eso es la vida. En un análisis trabajamos todo el tiempo con eso. Con el hecho de que el paciente acepte que no siempre las cosas serán como quiere y que no puede controlarlo todo. No es un recorrido fácil. Por lo general, alguien llega al consultorio justamente cuando algo se ha ido de control. Alguien que lo abandona, la pérdida de un trabajo o un ser querido. La vida es azarosa y aprender a vivir implica aceptar que todo no se puede y que todo tiene un precio.

-Como argentinos, siempre nos resaltan nuestra capacidad de adaptación a las crisis. ¿Pensás que esto es una ventaja?

-Reconozco que somos un pueblo que ha debido enfrentar muchos desafíos, a pesar de lo cual pudimos amar, tener ilusiones y alcanzar algunos sueños. En ese sentido somos un pueblo resiliente. Eso no implica que estemos preparados para responder bien siempre. De hecho, muchas veces no lo hicimos. No quiero tener el gesto demagógico de declamar que, debido a nuestra historia, vamos a pasar esta situación con facilidad. Por el contrario es un momento complejo que va a requerir de toda nuestra solidaridad e inteligencia.

-Por último: ¿se podrá sacar algo bueno de todo esto?

-No lo sé. Me gustaría pensar que sí, que esta situación nos va a unir y hacer abandonar esa famosa “grieta” de la que tanto se habla. Pero no me hago tantas ilusiones. Hace mucho comprendí que cuando a un grupo lo único que lo une es un enemigo común, suele mostrar sus diferencias ni bien ese enemigo es vencido. Ojalá no nos pase eso. De verdad. Me encantaría que pudiéramos seguir en el mismo barco cuando la tormenta haya pasado.

Por Laura Reina – La Nación