Baires Para Todos

El síndrome de la frazada corta

Sin haber sido electo, el candidato ya hace equilibrio entre piqueteros, sindicatos, CEOs y mercados. La pesada herencia de la deuda 2020 y la conquista del Norte. Por qué no le conviene anticiparse.

Una montaña de vencimientos de deuda, la amenaza del default, el Fondo como acreedor privilegiado, el ajuste en el horizonte, los asalariados con una caída profunda del poder adquisitivo, las empresas afectadas por la crisis, la inflación por las nubes, la pobreza en ascenso y la paciencia a prueba. Alberto Fernández todavía no ganó las elecciones, pero ya empieza a experimentar la presión de distintos sectores que, mientras culpan a Mauricio Macri, quieren que él resuelva.

La puesta en escena del pacto social en la Tucumán de Juan Manzur es un primer paso de un esquema de gobierno que deberá sortear un inicio tenso en el próximo diciembre, con una olla a presión en los barrios más necesitados y el reclamo de las organizaciones sociales. No será sencillo desactivarlo, pese a que la mayor parte se referencia en las filas del Frente de Todos. Con su incursión en los shoppings, la CTEP y Juan Grabois, que critican desde el cristinismo de la moderación, anticipan una zona de conflicto posible dentro del espacio que se proyecta en el Gobierno dentro de tres meses.

POSMACRISMO. Mientras Fernández y algunos empresarios confían en una rápida recuperación, otros siembran dudas sobre la posibilidad de volver a crecer con el peso de la deuda y el lobby de los fondos de inversión que apostaron por los bonos que les vendió Macri. Si se confirman los resultados de octubre, el empoderado podrá contar con una considerable mayoría legislativa y el argumento de salir de una situación crítica que invite a distintos actores a hacer alguna concesión. Para eso sirve la cúpula de la CGT que encabeza el sobreviviente Héctor Daer, una de las patas de un sindicalismo fragmentado que, sin embargo, respalda en su mayoría el arribo de Fernández al Gobierno.

Encabezado por Gerardo Martínez, el mismo sector que cultivó un trato íntimo con el actual presidente durante tres largos años ahora también se anota en la foto del posmacrismo. Distante del colaboracionismo de los caciques de la central de Azopardo, el Frente Sindical de Hugo Moyano, Sergio Palazzo y el SMATA de Ricardo Pignanelli será uno de los actores de peso a la hora de respaldar al eventual presidente.

La pata empresaria cuenta entre sus activos militantes a José Ignacio De Mendiguren, el diputado que pivotea entre Fernández, Sergio Massa y Axel Kicillof. Según le dijo al sitio Letra P, el ex titular de la UIA está entre los que plantean que hará falta una recomposición salarial del “25 o 30%” en los primeros seis meses del próximo año para arrancar con el contrato social que anunció CFK en la campaña. De Mendiguren estuvo en la lista de hombres de negocios entre los que se destacaron Eduardo Nogués, de Ledesma, y Víctor Fera, de Maxiconsumo.

Se anotan bajo la consigna de poner el hombro también dos de los habituales interlocutores del poder de turno: en primer lugar, Hugo Sigman, clave en el armado de Fernández y también cercano a Manzur y Daer. En segundo lugar, el banquero Jorge Brito, que reapareció en público en la cena del Sheraton en Tucumán, después de la temporada larga de ostracismo que vivió durante la primavera macrista. Invitado por el gobernador, al dueño del Banco Macro le sobran razones para volver a creer. Acostumbrado a llamarlo “Tío” en los tiempos en que se paraba como opositor al kirchnerismo, Massa tiene mucho que ver con ese retorno al arco de las alianzas más amplias con base en el peronismo.

DE LA CASA AL PIQUETE. La tensión más urgente vendrá de la calle, las organizaciones sociales y los sectores más postergados, un caldo de cultivo que aumenta su temperatura después de 17 meses de recesión, inflación récord y ajuste interminable. Aunque el mapa de los movimientos sociales está dominado por agrupaciones que apoyan a Fernández, sus estrategias son de lo más diversas, como quedó demostrado esta semana. En la antesala de las elecciones de octubre y de cara a los tres largos meses que faltan hasta que asuma el próximo presidente, el candidato más votado en las PASO recomendó desde Tucumán “evitar la calle”.

El pedido de cautela ante los “violentos”, palabra ambigua como pocas, puede ser leído como una versión aggiornada del mensaje histórico de Perón, en octubre de 1945: de la casa al trabajo y del trabajo a la casa. La diferencia está en la Argentina postindustrial que vivió el estallido de 2001, tiene desde entonces un núcleo de pobreza estable en torno al 30% y que, según las mediciones de la UCA, Macri llevó en apenas cuatro años al 35%. Con otras siglas, otras organizaciones y otros protagonistas, el retorno de los piqueteros, que durante el kirchnerismo quedaron reducidos a su mínima potencia, puede ser apenas un intervalo hasta el retorno del peronismo al gobierno o puede consolidarse como parte de un clima perdurable.

Cerca de Fernández, afirman que no tiene por qué convertirse en “bombero antes de tiempo” y remarcan que es el Gobierno el que tiene que asumir la mayor responsabilidad por la crisis. “Ellos quieren hacer política cuando están de salida y tienen que gobernar. Y nos dicen a los que estamos en campaña para ganar una elección que no podemos hacer política y tenemos que cogobernar. Insostenible”, le dijo a Letra P un colaborador del ex jefe de Gabinete. En el búnker de la calle México, dicen que el candidato es consciente de que “no puede manejar todo” y remarcan que hoy no le conviene tomar ninguna decisión que lo limite en el futuro: “No puede condicionarse antes de asumir”.

FECHA DE VENCIMIENTO. A la demanda de los trabajadores sindicalizados que vieron caer feo el salario real durante el mandato de Macri y los reclamos más urgentes de los sectores que están en el borde, se suma la presión de los mercados -bancos y fondos de inversión- y los condicionamientos que pretende fijar el Fondo Monetario después de entregar un blindaje formidable al gobierno de Cambiemos.

Según publicó La Política On Line, si gana en octubre, Fernández enfrentará vencimientos por U$S 23.400 millones en los primeros cinco meses de 2020. Es una cifra que incluye los vencimientos de capital de los bonos y la deuda con organismos internacionales, pero exceptúa los vencimientos de Letes y Lecaps. El dato corresponde a un informe de la consultora ACM, que dirige Javier Alvaredo.

Según le dijo al sitio Letra P el economista Juan Pablo Di Iorio, el cálculo de ACM de los vencimientos de capital para todo 2020 asciende a 33.960 millones de dólares, sin contar el “reperfilamiento” de Letes por 7.700 millones de dólares y el de Lecaps por 6.700 millones que anunció Hernán Lacunza hace dos semanas. Es deuda que se paga en pesos, pero, a la hora de hacer el programa financiero, se pasa a dólares para unificar la unidad de medida. Aún con el default selectivo, esos vencimientos caerían en su mayoría en la primera mitad del año.

LA LLAVE. Para evitar esa avalancha de compromisos que lo espera a la vuelta de la esquina, Fernández y su equipo deberán negociar con el Fondo, que está a la espera de sus nuevas autoridades y es prestamista de última instancia, pero también acreedor privilegiado. Del margen de maniobra y libertad que obtenga el candidato opositor, depende el frágil esquema que Fernández intenta edificar entre las múltiples demandas que lo aguardan a partir del 28 de octubre si los resultados de las PASO se repiten.

“Alberto necesita, de mínima, que EE.UU. no le juegue en contra. Eso define que el FMI acepte el programa que se le va a presentar”, le dijo a Letra P uno de los economistas del candidato.

Por eso, en el peronismo observan con atención las negociaciones que puedan llevarse adelante con el gobierno de Donald Trump, socio dilecto del derrotado Macri. “Alberto necesita, de mínima, que Estados Unidos no le juegue en contra. Eso define que el Fondo acepte el programa que se le va a presentar hacia adelante. Sin el Fondo, en algún momento entrás en default. Si ellos aprueban, puede haber una renegociación rápida también con los acreedores”, le dijo al sitio Letra P uno de los economistas de consulta del ex jefe de Gabinete.

La frazada corta que le deja el Presidente a su sucesor lo obliga a un delicado equilibrio. Con la imposibilidad de conformar a todos, deberá empezar por ganar aire en Washington y, para eso, la llave parece estar en la elección de su futuro ministro de Economía.

Los pronósticos pueden fallar, pero hoy nadie espera que ese nombre vaya a disgustar entre los fondos de Wall Street y la burocracia del Fondo Monetario. Todo lo contrario.

Por Diego Genoud – Letra P