Baires Para Todos

El Referéndum de Independencia de Nueva Caledonia

El próximo 4 de octubre, Nueva Caledonia celebrará un referéndum de independencia de Francia, el segundo de una serie de tres posibles consultas acordadas en el histórico Acuerdo de Numea. Cerca de 180 mil habitantes del archipiélago de Oceanía estarán convocados, en plena pandemia del COVID-19.

Los habitantes de Nueva Caledonia están llamados a votar el 4 de octubre sobre la independencia del archipiélago. La colectividad de ultramar (COM, por las siglas de su denominación francesa), que depende de Francia desde 1853, experimentó insurrecciones en el decenio de 1980 por parte de los combatientes independentistas canacos (kanak).

Los Acuerdos de Matignon, en 1988, establecieron los contornos para una mayor autonomía del pequeño territorio que hoy cuenta con 285 mil habitantes. A ellos les siguió en 1998 el Acuerdo de Numea, que preveía una serie de tres referéndums no más de 20 años después. Si en cualquiera de ellos el “sí”, Nueva Caledonia se convertiría en un Estado plenamente soberano.

Nueva Caledonia vivió con intensidad el primer referéndum en 2018. Más ajustado de lo esperado, la brecha entre el SÍ (43,6%) y el NO (56,4%) sorprendió al mundo. La participación fue histórica, en torno al 81%. Un voto cuyo éxito operativo fue reconocido unánimemente y cuyos resultados no fueron discutidos por los habitantes neocaledonios.

El nuevo referéndum también está atravesado por la situación regional de Melanesia. Por un lado, a finales de 2019 el referéndum de Bougainville arrojó un voto a favor de la separación del territorio (98%) de Papúa Nueva Guinea. Por el otro, la importancia creciente relevancia geopolítica del Pacífico Occidental, donde los pequeños estados isleños son parte del juego de poder entre los actores regionales (Indonesia, Australia) y globales (Estados Unidos, China).

En efecto, el archipiélago tiene mucha autonomía económica: las transferencias de la metrópoli solamente constituyen el 16% del PIB. Las principales actividades son el turismo y la minería: este pequeño territorio del Pacífico es responsable por casi el 10% de la producción de níquel a nivel mundial, a lo que se suman una serie de minerales muy valiosos. En cualquiera de estos dos rubros Nueva Caledonia está ampliamente integrada con sus vecinos y el Este de Asia (China, Japón, Corea del Sur).

LA SEGUNDA CONSULTA

Esta vez, la organización del referéndum sobre la independencia de Nueva Caledonia está sufriendo el impacto de la crisis sanitaria mundial. Estaban contemplados cerca de 300 observadores internacionales que han tenido que respetar un confinamiento de 14 días.

Inicialmente previsto para el 6 de septiembre de 2020, este segundo referéndum de autodeterminación, que tiene lugar en el marco del proceso de descolonización del Acuerdo de Numea (1998), fue aplazado al 4 de octubre debido a las dificultades logísticas que la pandemia presentó. Estrictamente supervisado para garantizar su sinceridad y lealtad, el referéndum se celebrará, como en 2018, bajo la autoridad de una comisión de control, presidida por el Consejero de Estado Francis Lamy.

Unos 260 delegados reclutados en la Francia continental (miembros del Consejo de Estado, funcionarios de prefecturas o ministerios y jueces), así como una docena de expertos de las Naciones Unidas (ONU) y observadores del Foro de las Islas del Pacífico, se desplegarán en los colegios electorales el día de la consulta.

En esta oportunidad los unionistas -quienes buscan permanecer con Francia- han desplegado una robusta campaña que exalta los beneficios de que Nueva Caledonia se mantenga como territorio francés. Ello se debe a que en el primer referéndum el supuesto “maremoto pro-francés” del 70% que se estimaba obtener obtuvo 15 puntos menos.

Fue entonces cuando los independentistas kanak demostraron que su lucha no era soluble en el tiempo ni en el dinero derramado en abundancia por París desde los primeros acuerdos de paz de 1988. Las consignas de autodeterminación de Jean-Marie Tjibaou, líder histórico del Frente de Liberación Nacional Canaco y Socialista (FLNKS), asesinado en 1989, volvían a sonar con fuerza entre la población.

De este modo, los independentistas mostraron una campaña igual de efusiva que su contraparte unionista. Incluso antes de la pandemia, una serie de polémicas, amenazas y acusaciones comenzaron a manchar la consulta de 2020. La última controversia fue cuando el 25 de agosto se publicó un documento de difusión estatal sobre las implicaciones de un SÍ a la independencia y un NO a la independencia. La imparcialidad del material propagandístico enfureció a los kanak.

Louis Mapou, líder de la bancada independentista en el Congreso, acusó a los funcionarios isleños de romper la neutralidad y comprometer así la legitimidad del proceso electoral. Existe una fuerte correlación entre etnicidad y voto: prácticamente todos los kanak votaron por la independencia, mientras que los que se consideran “europeos” en general votaron en contra.

Para los más de 180.000 inscriptos (dos tercios de la población total), la pregunta es la misma que en 2018: “¿Quiere que Nueva Caledonia acceda a la plena soberanía y se independice?”. Los habitantes tendrán la opción de elegir entre dos boletas, basados en el mismo modelo de la última vez (la propuesta de una sola boleta con una de dos casillas a marcar no fue aceptada).

LOS ESCENARIOS

Si el voto del SÍ gana, Nueva Caledonia se convertirá en un Estado independiente, que ejercerá todos los poderes soberanos, se beneficiará de un estatus internacional de plena soberanía y cuyos ciudadanos adquirirán la nacionalidad. Durante un período de transición, limitado en el tiempo y cuya duración se fijará por acuerdo entre las autoridades francesas y las del nuevo Estado, la seguridad, el orden público, la moneda y la justicia seguirán estando garantizados por Francia.

A continuación, en una fecha elegida de común acuerdo, el nuevo Estado proclamará su independencia en la escena internacional y podrá entonces establecer relaciones diplomáticas con otros Estados. En simultáneo, Francia refrendará por ley el fin de la pertenencia de Nueva Caledonia al entramado político-administrativo francés.

Asimismo, los actuales mecanismos de financiación entre el Estado francés y la comunidad de Nueva Caledonia, definidos en el Acuerdo de Numea de 5 de mayo de 1998, quedarán anulados. Las relaciones financieras entre Francia y el nuevo Estado se inscribirán en el marco de la ayuda al desarrollo.

¿Cuál es el aspecto más controvertido? El nuevo Estado establecerá los criterios de acceso a la nacionalidad, y el pasaporte que la acompañará. A su turno, la Asamblea Nacional y el Senado de Francia también tendrán que debatir y votar una ley para determinar las condiciones en las que ciertos nacionales del nuevo Estado podrán conservar su nacionalidad francesa.

Si prima el NO, Nueva Caledonia seguirá siendo una COM francesa. París seguira apoyándola, la situación de las instituciones y el estatuto de la población seguirán siendo los mismos. Toda la autonomía conseguida hasta el momento no corre riesgos, ya que el Acuerdo de Numea asegura el carácter irreversible de estas transferencias. La metrópoli continuará proporcionando la financiación necesaria para el ejercicio de los poderes ya transferidos.

Por último, igual que en 2018, queda la posibilidad de llamar a un tercer y último referéndum. Si un tercio de los miembros legisladores así lo solicita, a partir del sexto mes siguiente a la votación, se celebrará un nuevo referéndum sobre la misma cuestión dentro de los dieciocho meses siguientes a la solicitud; es decir, en 2022.