Baires Para Todos

El rastreador

Hago una síntesis de lugares comunes: los partidos son maquinarias oscuras, incapaces de conectarse con las “nuevas culturas” públicas, localizados y comprensibles.

Las “grandes ideas” son resistentes a la circulación masiva y, por eso, son preferibles las consignas o planes sumarios de 12 o 14 puntos con los que prácticamente cualquiera puede acordar. “Modernizarse” o “posmodernizarse” implica sostener la creencia, ingenua o malévola, de que así la vida pública se vuelve más amigable para quien tenga el pulgar pronto a deslizarse por la pantalla del celular buscando algo más interesante. Sobre todo, hay que difundir encuestas, y perder la audacia creativa para sustituirla por asesorías de discurso, que proponen el seguidismo de la opinión construida en focus groups y entrevistas. Estos cambios significan la “nueva política”.

Sin embargo, la política argentina hoy es un territorio solo apto para eximios rastreadores. En el Facundo, Sarmiento describió a este personaje que, en llanuras extensas donde se cruzan los senderos, es capaz de seguir “las huellas de un animal, distinguirlas entre mil, conocer si va despacio o ligero, suelto o tirado, cargado o vacío”. Un experto en decodificar mensajes intrincados. Sarmiento pensaba que el rastreador tenía destrezas que no eran comunes al resto de los hombres. Se necesita un rastreador para seguir los meandros de la actualidad local. Por un lado, las noticias judiciales: corrupción y, nuevamente, el caso Nisman, reabierto esta semana por la filtración de mensajes cruzados aquella noche entre Berni y Cristina Kirchner, que hoy anuncia un nuevo viaje a Cuba, preocupada por el juicio que podría complicarle la salud a su hija. Por otro lado, la cabalgata de candidaturas que se ofrecen para las cuadreras de las PASO. Huellas que se entrecruzan y se bifurcan.

Un vocero importante de La Cámpora invitó al ubicuo Massa a sumarse al espacio liderado por Fernández y Fernández, que así se volvería imbatible. Falta resolver si le ofrecen lo suficiente. Tanto a Massa como a Scioli no les disgustaría competir en Unidad Ciudadana. Ayer a la tarde, ya corría segura la noticia de que Massa marcó ese espacio como destino de sus ambiciones. Le habrán ofrecido lo suficiente.

El ex presidente de la UIA, José Ignacio de Mendiguren (otrora asistente a los monólogos de Cristina en el Salón Blanco) salió a decir que hay que ampliar el peronismo de Alternativa Federal, no solo con el socialismo y el GEN. Quedaba sugerido que es preciso ampliarlo con la fórmula que hoy encabeza Alberto Fernández. En el Frente Renovador de Massa, calificados partícipes, como Graciela Camaño, rechazaron un acuerdo con la fórmula kirchnerista. Y en Alternativa Federal, Urtubey, hasta ahora único precandidato de las PASO, también rechazó tal confluencia y cualquier negociación con el kirchnerismo.

Con claridad habló el moderado Pichetto para tomar distancia de la coalición que apoya a Lavagna, de quien dijo que carece de perspectiva política. Después del acto del miércoles (ausentes el socialismo de Santa Fe y Stolbizer), donde el economista lanzó su candidatura, Lavagna sostuvo que Massa negocia con el kirchnerismo mientras que Urtubey y Schiaretti se sacan fotos con Macri. Evocó así una versión del conocido conflicto binario. Duhalde afirma desde hace tiempo que los países eficientes son gobernados por coaliciones. Lavagna dijo lo mismo: “El mundo moderno funciona a base de coaliciones, a gobiernos de unión nacional”.

Por su lado, la bondadosa Vidal, para fortalecer una posición a la que Macri le resta votos, le ofreció bajo cuerda a Massa albergar, pegados a su boleta de Cambiemos, a algunos de los intendentes bonaerenses que deben renovar mandato y responden al activo de Tigre. Para no ser menos, el comité central del PRO consideró la posibilidad de proponerle a Lousteau la candidatura a la vicepresidencia, para reforzar un poco los números en descenso de Macri y evitar la ruptura con la UCR. Lousteau podría reclamar una interna con Macri, porque no tiene nada para perder en ella.

Variedad de opciones. Una fórmula presidencial puro PRO con Carolina Stanley o Patricia Bullrich; sumar peronistas educados como Emilio Monzó, o amigos del peronismo como el ministro Frigerio. Algo tienen que hacer los estrategas de Macri después de perder todas las elecciones provinciales. Prohijar colectoras, por ejemplo, aunque Frigerio dijo que no “comulgaba filosóficamente” con el recurso. De paso, la palabra “filosóficamente” es un dispendio lexical en este clima de sano oportunismo.

No sigo. Los ciudadanos pueden consultar al rastreador de Sarmiento para que los oriente en este territorio sin mapa. Cobra menos que un asesor de discurso o un investigador de mercado.

Por Beatriz Sarlo – Perfil