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El interventor virtual para el plan Vaca Viva

Suspendido por un juez en su rol en Vicentin, reúne acreedores para la sintonía fina y asesora al Presidente y a Perotti en un diseño del campo a largo plazo.

Los dos fallos judiciales del juez del concurso de Vicentin relegaron su tarea formal de intervención, pero decidió seguir trabajando sobre el fondo de la cuestión. Gabriel Delgado, el elegido por Alberto Fernández para encabezar el proceso de saneamiento de la agroexportadora, está en un proceso de sintonía fina en dos frentes: la situación de los acreedores de la compañía y un plan general agroindustrial.

Desde su entorno, que el ex INTA que pudo ser ministro de Agricultura es hoy asesor del Presidente y del gobernador de Santa Fe, Omar Perotti, en diferentes temas vinculados a la actividad. Tiene en la cabeza una obsesión que ya le transmitió a Fernández: un plan de des-primarización de la actividad agraria o, como lo llamó, el plan de la Vaca Viva. Que el campo sea, luego de años de desindustrialización, una puerta de ingreso de divisas como el yacimiento petrolero no convencional.

Este tema lo habló también, largo, con el ministro de Economía, Martín Guzmán, con quien comparte visiones estratégicas de largo plazo. El Presidente, confían en el Gobierno, “lo quiere tener cerca, lo valora y lo respeta”. Los más fanáticos de su trabajo aseguran que “va a terminar teniendo un lugar en el Ejecutivo”. Además de Guzmán, Delgado es un pupilo del ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, y del jefe de Gabinete, Santiago Cafiero. Por ahora, el interventor virtual sigue en esa línea y produciendo agricultura en sus campos de Coronel Suárez.

Delgado es una rara avis en el sector: es técnico, economista especialista en finanzas y uno de los pocos peronistas adoptados y respetados por el campo. Eso le permite cursar días complejos con el sector de una forma menos traumática que al resto. Siempre pensó el futuro de Vicentin sin la expropiación. Edificó propuestas más vinculadas al modelo Perotti. A ciencia cierta, casi todo el Gobierno tenía esa línea antes de aquel apurado y político anuncio de expropiación.

En los últimos días, mientras el trámite de intervención se demora, empezó a armar reuniones con las cooperativas ACA y AFA, habló con los bancos públicos y hasta con empresas privadas del sector para preparar el terreno y seducir voluntades. Tiene en la cabeza un esquema de salvataje alternativo por si no resulta el plan de Santa Fe. De todos modos, sus decisiones tienen un techo. Le aclararon que el Presidente está en el tema y dará la palabra final, pero hay un sendero claro: la idea oficial es provincializar la solución para Vicentin.

Fernández no necesitó a Delgado para saber que había varios caminos paralelos y menos riesgosos que lo llevaban al mismo objetivo final: sanear la compañía y sacar a la conducción, viciada de nulidad no solo por sus irregularidades, sino, también, por los dichos del propio Sergio Nardelli en Olivos. Sentado con el Presidente, admitió: “Perdimos la empresa el día en que dejamos de pagar”.

Alguna vez, Delgado compartió charlas con Hugo Sigman. El titular del Grupo Insud fue uno de los que, en la precuela de Vicentin, le recomendó a Fernández entrar al concurso vía YPF Agro. Con esa visión coinciden casi todos los sectores. Hoy, Delgado, aún sin función específica, es la llave maestra del proceso que viene para una aventura que el Gobierno precisa correr del eje de la disputa con una articulación fina.

Por Leandro Renou – Letra P