Baires Para Todos

Cebada por Vicentin

El rebrote populista puso a los radicales en la cancha. Intimidad con el Círculo Rojo y neorruralismo. Cambiemismo sin Macri para 2021-2023. ¿Y los votos?.

El miércoles previo al banderazo contra la expropiación de Vicentin, la organización de dueños más poderosa de la Argentina quiso asegurarse de que el proyecto que, unos días antes, había anunciado Alberto Fernández iba a quedar en la nada. La cúpula de la Asociación Empresaria Argentina le pidió al radical Mario Negri una reunión de urgencia. Convocados por Jaime Campos, la cara pública de la entidad, un grupo de treinta hombres de negocios entre los que se destacaban Luis PaganiPaolo RoccaCristiano RattazziEduardo CostantiniMiguel Acevedo Eduardo Eurnekian se conectaron vía Zoom para que el jefe de la oposición parlamentaria con más años en el recinto les diera garantías de que la iniciativa del Presidente no pasaba en Diputados. Entre los pesados del Círculo Rojo, dicen, era difícil distinguir si lo que primaba era la indignación o el miedo. Uno de los presentes le confesó a Letra P que, pese al distanciamiento social, se respiraba un aire extraordinario: pocas veces los hombres de negocios se muestran tan participativos y preguntan tanto. Temerosos de que los Fernández iniciaran de repente una cruzada chavista contra la inversión y el gran capital, la indagatoria apuntaba a un único interrogante: “¿Se puede frenar esto?”.

El encuentro fue apenas uno de los hechos que le devolvieron a la oposición en general y al radicalismo en particular un protagonismo que hace mucho no tenían. En la UCR no lo pueden decir, pero se lo agradecen al gobierno de los Fernández. “Nos dejaron la pelota picando”, aseguran. Para el partido que fue furgón de cola de Mauricio Macri durante los cuatro años de ajuste, inflación y devaluación, el proyecto de expropiación abrió una oportunidad impensada. Le otorgó la posibilidad de revincularse con el establishment y de volver a conectar con las bases ruralistas de la zona núcleo que se identifican desde siempre con el antiperonismo y el radicalismo.

La reacción fue inmediata. La noche del 8 de junio, apenas unas horas después del anuncio en Olivos, Juntos por el Cambio difundió un comunicado en el que rechazaba el plan del Gobierno por “peligroso, ilegal e inconstitucional”. Lo habían redactado el exprocurador del Tesoro Bernardo Saravia Frías y el primer ministro de Agricultura de Macri, Ricardo Buryaile, un emergente de la batalla contra la resolución 125. Así como lo hizo el ruralismo, en el radicalismo recordaron enseguida el antecedente de 2008 que le permitió sumar en 2009 a la mayor parte de los 11 diputados agrarios que llegaron al Congreso. Gracias al anuncio que le atribuyen a la terquedad de Cristina Fernández y el rol desdibujado del Presidente, en el partido volvieron a experimentar la sensación de representar al frente social-empresario de la oposición.

Al otro día, incluso, el santafesino Mario Barletta se presentó ante el juez Fabián Lorenzini con un recurso de amparo contra la expropiación, pero el magistrado de Vicentin no quería compartir con nadie el rol estrella de defensor de los dueños que llevaron a la empresa al default. El sábado pasado, con el banderazo ganando las calles y los medios, los dirigentes de la UCR salieron fuerte a plegarse al reclamo contra el Gobierno. Negri, Luis Naidenoff Julio Cobos estuvieron entre los que salieron a respaldar al intendente de Avellaneda, el correligionario Dionisio Scarpin, y aprovecharon enseguida una oportunidad que a radicales sui generis como el exministro Martín Lousteau les cuesta más exprimir.

PLASMA RADICAL. La cúpula radical que incluye a los tres gobernadores, los jefes parlamentarios, el presidente del partido, Alfredo Cornejo, y fundadores de Cambiemos como Ernesto Sanz junta fuerzas con el PRO contra el peronismo gobernante, pero tiene un posicionamiento propio. En esa liga, hay varios que se creen con ventajas considerables en relación al macrismo. La primera, según dicen, es que ya pasaron por la experiencia de la cooptación, hace quince años o más, cuando el Frente para la Victoria amanecía como fuerza transversal y Néstor Kirchner arrasaba con todo lo que estuviera dispuesto a sumarse al nuevo experimento. “Somos inmunes al virus de la cooptación, hoy ni siquiera preocupa”, le dijo a Letra P un senador.

Una escuadra como aquella de los radicales K, cuyo máximo exponente fue Cobos, no tiene chances de reeditarse hoy y, salvo excepciones como Leopoldo Moreau Ricardo Alfonsín, la mayoría coincide en pararse del peronismo lo más lejos posible. En el macrismo, en cambio, persiste la diferencia entre las palomas y los halcones de Patricia Bullrich Marcos Peña. En el lenguaje de la UCR, ¿quién tiene riesgo de contagiarse en el contacto con el PJ? Emilio MonzóRogelio FrigerioNicolás MassotSebastián García De Luca y la bandada de políticos que se pegó a Macri y ahora aparece tan cerca de Sergio Massa que les provoca escozor. Los ven pasibles de ser asimilados en un acuerdo de gobierno que, para los radicales, sólo es posible de cerrar cuando el peronismo no está en el poder.

La segunda ventaja que destacan con respecto al PRO es que los socios ninguneados por el núcleo amarillo entre 2015 y 2019 cuentan con un diferencial con respecto a la camarilla de los ceos que perdió el poder: vivieron la resistencia al kirchnerismo durante 12 largos años; una experiencia de padecimiento y marginalidad que los voluntarios de Macri no conocen ni padecieron igual desde la Ciudad. A los 52 años, Naidenoff, por ejemplo, lleva acumulados ya 15 en el Senado. Compartió la cámara con CFK cuando castigaba al vicepresidente Scioli y ahora, dicen en la UCR, no sólo no tiene miedo de enfrentarse al cristinismo, sino que lo disfruta.

DESPECHO ANTI MACRI. Entre los jefes radicales, el objetivo es ambicioso: avanzar varias posiciones dentro de JxC, desplazar al egresado del Newman y sus satélites y liderar el espacio de cara a 2021 y 2023. “Si persiste Macri, estamos jodidos. No hay posibilidad de construir una mayoría argentina con emblemas de la grieta”, le dijo a Letra P un exfuncionario. Como prueba de esa pretendida distancia están las declaraciones del propio Scarpin, esta semana en AM 750, cuando afirmó que “el gobierno de Macri mató a Vicentin”. En la cúpula del partido, circula un informe que confirma que las devaluaciones de 2018 y 2019 fueron letales para la cerealera.

Cornejo no levanta vuelo en las encuestas nacionales. Expresa como nadie la dificultad de los radicales para despegar de Macri y liderar el espacio opositor.

Cornejo encabeza la artillería sobre el expresidente. El mendocino no pierde oportunidad de castigarlo, decir que está “enojado” con él, que no quiere “defenderlo” y que “no tiene margen para volver” a ser nada. El caso del exgobernador y titular de la UCR es interesante en un doble sentido. Según dicen sus correligionarios, el más frontal y lapidario de los radicales no le debe nada a Macri y le dijo todo en la cara cuando gobernaba con su núcleo de obsecuentes. Sin embargo y pese a su antiperonismo probado, Cornejo no levanta vuelo en las encuestas nacionales. Expresa como nadie la dificultad de los radicales para despegar de Macri y liderar el espacio opositor. Así y todo, es uno de los tres que podría tener proyección hacia 2023: los otros dos son Lousteau y Gerardo Morales, que se cuidan de no destratar demasiado a Macri.

Ese sigue siendo el gran déficit sin solución de los radicales y los pone por detrás de un PRO municipal que exhibe a Bullrich, Horacio Rodriguez LarretaMaría Eugenia Vidal Diego Santilli con alto grado de conocimiento. La jefatura radical tiene un diálogo inmejorable con Larreta y apuesta a construir con él y sus aliados una oposición no tan extrema hacia las legislativas 2021 primero y las presidenciales después. El año próximo, el objetivo es repartir en paridad los lugares en las listas para diputados. Además, se eligen senadores en ocho provincias y la UCR aspira a designar uno de los suyos en casi todas, salvo en Córdoba, donde Macri tiene el territorio alarmado. La intención es pelear en Santa Fe, Mendoza, Corrientes, Tucumán, Chubut, La Pampa y Catamarca. Después de haber perdido en 2019 capitales como la de Santa Fe, Paraná y Córdoba, los radicales quieren mejorar su representación. El fantasma de un populismo expropiador les devolvió la ilusión.

Por Diego Genoud – Letra P