Baires Para Todos

Aníbal Fernández: “Cristina es la jefa, le guste a quien le guste”

Habla de todo el vocero emérito del peronismo K. El poder según Alberto, el affaire Ginés, “los que se cuidan”, “la mugre” PRO y la necesidad de saber a dónde ir.

No necesita ser ministro para confirmarse como una de las voces más contundentes del Frente de Todos. A los 64 años, después de haber sido el funcionario de primera línea que más tiempo actuó durante los gobiernos de Néstor y Cristina KirchnerAníbal Fernández está al margen de la toma de decisiones, pero conserva la vitalidad de siempre. “Estoy activo y no me borro”, dice el exjefe de Gabinete. Se volvió a ver en la última semana cuando el hoy interventor en el Yacimiento Carbonífero de Río Turbio fue el primero en salir a defender a Ginés Gonzalez García. “Es un prócer y ya pagó”, repite, como parte de un loop que proyecta en todos los medios que buscan su palabra. Aníbal habla de oficio y no porque sea un enviado de los Fernández. A la vicepresidenta la vio hace unos 15 días en Buenos Aires; al Presidente no lo ve desde octubre, aunque acostumbran a chatear. En esta conversación, habla de las fortalezas y debilidades de un gobierno con el que no oculta sus diferencias.

¿No le preocupa que un caso como este genere malestar en el propio oficialismo?

-Me importa un comino. ¿Desde cuándo yo conduje mi discurso en función de lo que piensan los otros? Yo leo la política. No sé de los otros cuántos la leen, pero yo leo la política. ¿El error estuvo? Estuvo. Se resolvió al máximo nivel. El Presidente tomó una decisión que tenía que tomar porque no quiere que se melle la relación con el pueblo, que está esperando que llegue la vacuna. Listo. Se terminó el tema. Son 30 vacunas que valen 300 dólares. Si se pudieran comprar, voy y las garpo de mi bolsillo.

-Pero esto va más allá de lo económico y tiene un impacto político.

-Lo tiene porque un montón de medios que viven de estas cosas lo quieren levantar. A esta altura, sostener el tema es remar en dulce de leche repostero.

-¿Qué diferencia tiene este gobierno kirchnerista, peronista, frentista de los distintos sectores del peronismo, con los anteriores, de Néstor y Cristina?

-La línea es más o menos la misma. porque en este país los únicos gobiernos en los que el poder real no le daba órdenes al poder formal fueron los de Perón, Néstor, Cristina y Alberto. Haciendo muchas de las cosas con incomodidad para poder hacerlas, porque encontró un país hecho pedazos. Depende también del momento del que estamos hablando. Viejo concepto de Heráclito: “El río donde nos bañamos nunca es el mismo”.

-¿Cuál era la fuerza principal de esos gobiernos?

-La fuerza del presidente. Siempre es lo mismo.

-Lo escuché en algunas entrevistas diciendo que hay que construir poder político para lo que falta.

Es muy simple. Tenés problemas en algunos lugares y te dicen “¿por qué no presentás un juicio político?”, ¿con qué lo podés llevar a la práctica?”. Porque Diputados lo que puede hacer es acusar. ¿Tenés el número? No.

-Si ese es el criterio, poco puede hacer el Gobierno hasta que llegue la elección.

-Hay que mostrar toda la mugre que hizo este tipo. Basta con mirar el Correo, Autopista del Sol, parques eólicos, las tierras que le vendieron a los Blanco Villegas, la familia de su madre que le pertenecían al Estado nacional, los aportantes truchos, el blanqueo de los 25 millones de dólares de su hermano, que la guita nunca entró…

-¿Eso rinde más allá del oficialismo?

-Hay que decírselo a la sociedad. El hombre y la mujer común tienen que saber por qué estamos tan mal. No lo hicieron sin darse cuenta. Es más, el artículo sexto del propio estatuto del Fondo dice que vos no podés aplicar esa guita a las corridas. Sin embargo, la aplicaron a las corridas.

-Mucho de eso explica el triunfo de los Fernández, hace dos años.

-Bueno, hay que seguir explicando todo, más el colgarse al hombro la pandemia. Hubo que invertir fortunas para soportar la pandemia como la estamos soportando.

-Alberto dice que no quiere construir el albertismo. ¿Acierta o se equivoca?

-Totalmente de acuerdo. El albertismo sería la necesidad de cubrirse o buscar un lugar que lo protegiera a él del resto. Y si todo es de él. ¿Por qué tiene que construir algo que lo distinga? Si todos los que estamos estamos empujando para el mismo lugar. Lo que él tiene que hacer es ponerse adelante.

-Usted mismo decía que el núcleo duro es de Cristina.

-El núcleo duro está esperando que vos lleves adelante una estrategia. Por ahí es más ambiciosa de lo que vos estás haciendo, pero lo que deben saber ellos del otro lado es que vos las limitaciones las tenés. No tengo los números en el Congreso, querido. Más no se puede hacer.

-¿De quién es el liderazgo en una fuerza como esta con una figura como Cristina?

-Los líderes no piden permiso. Son líderes y punto. Cristina es la jefa del movimiento nacional peronista, le guste a quien le guste, y Alberto hoy es el Presidente con toda la legitimidad y la capacidad para reconstruir ese liderazgo. ¿Colisionan en política? Para nada.

-Hay contradicciones públicas que generan confusión en la propia base del oficialismo.

-Bienvenido sea. No creo en los pensamientos únicos.

-Les reclamó en su momento a los ministros que “pidieran an la pelota”. ¿Ese es el mayor déficit político del Gobierno o hay otros, más importantes?

-Demasiado esfuerzo hice para decir eso. Lo dije hace ocho meses y después lo empezaron a decir ellos mismos. Cada cosa que digo está pensada y no reculo. Veía que lo dejaban solo al Presidente y tampoco el Presidente hacía mucho para correrse. No es necesario que él esté hablando de todo.

-Hay cierta nostalgia en sectores del oficialismo que recuerdan ese esquema inicial del primer kirchnerismo.

-Eso depende de la visión del Presidente, de a dónde quiere ir él. Yo no le voy a decir lo que tiene que hacer. La última vez que lo vi, en octubre, le dije lo que pensaba.

-¿Cómo se hace para generar hoy ese poder?

-No soy yo el que lo tiene que generar. Es el Presidente. Yo voy a los canales porque se me ocurre a mí, porque me invitan a mí y porque me gusta a mí.

-De oficio.

-Totalmente, voy de oficio. Soy peronista y voy a defender ese micrón del peronismo que me pertenece. ¿Coincido con el Presidente en todo? No, no coincido, pero Alberto hoy representa al peronismo y voy a empujar a él y a Cristina con todas mis fuerzas.

-Hay muchos que sienten ingratitud. Piensan que pusieron el cuero, pagaron costos y hoy están afuera.

-Con ese criterio, hoy tendríamos que hacer una sociedad anónima para cumplir con todos aquellos a quienes hay pagarles dividendos. No, la política es otra cosa. A mí nadie me debe nada y yo soy un soldado del peronismo. Si me convocaron para ser interventor del yacimiento, no se me caen los anillos: me siento el tipo más feliz del mundo haciendo lo que me pidieron.

-Dice que no tiene lugar esa gente que parece como lamiéndose las heridas.

-Hay que lamerselas, nada más. Aprovechen, yo colaboro, pero no rompan las pelotas porque acá no hay deudas. Conocí tipos cuando era pibito que guardaban las armas abajo de las camas de sus hijos. Por el peronismo se han hecho todo tipo de cosas. ¿No te gusta? Presentá una lista, ganá, goberná y te acompañamos a vos, pero, como no podés hacerlo, yo acompaño al que está, que yo sé que está haciendo todo lo posible para que las cosas mejoren.

-¿Cómo se define así mismo?

-Soy Anibal Fernández. Todo el mundo sabe. He sido toda la vida lo que tenía que ser. Viví toda la vida para la política, no de la política.

-Durante mucho tiempo, fue un pararrayos.

-Seguramente. Cuando en algún momento tuve que cuestionarme y me dijeron mirá, tenés mala imagen. ¿Por qué tengo mala imagen? Por defender al peronismo, qué me importa. Nunca tuve mala imagen por coimero ni por robar ni por hacer licitaciones truchas o facturas truchas. Cuatro años me estuvieron buscando y se te ponían los huevos de moño cuando el ascensor se paraba en tu piso, a las tres, cuatro de la mañana.

-Tuvo miedo en algún momento.

-¿En algún momento? ¡Cien veces! El tipo que va por zurda sabe que puede perder, pero, si no hiciste nada, no estás contemplando la posibilidad de perder. Hasta que aparecen estos tipos que inventaban causas para meter presos a funcionarios y empresarios, entonces tenés muy claro que estás frente a inescrupulosos que son capaces de cualquier cosa.

-Piensa que hoy hay gente en el Gobierno que no razona como usted y se cuida o especula.

-Los que se cuidan no son el peronismo. El que debiera llamar al comisariato es el Presidente. Lo de Ginés salió el viernes. El único que saltó fui yo el domingo. Tendrían que haber saltado todos.

-Siempre se dijo que el peronismo disfruta el ejercicio del poder.

-Yo sí, yo sí. Yo disfruto.

-Uno le mira la cara al Presidente y dice…

-Bueno, si, te funde, qué te parece. Es tanto el agobio que uno tiene un hermoso color verde musgo. Claro que está fundido. Por eso, mi crítica era un poco esa, pidan la pelota.

-¿Qué falla en los que sufren el poder?

-Es como si uno fuera un marcador de punta por derecha y lo ponen por izquierda. No sentís el puesto. Tenés que sentir el puesto y creerte que vas a ser ministro 100 años.

-¿Cuál es el margen de error?

-Cuantos más platos lavás, más platos pueden romperse. Mi preocupación es que vos tengas en claro a qué vas. Yo me le paraba de manos a Néstor Kirchner. Tenía discusiones con Néstor que eran terribles y el honor que le hago es que él dejaba que vos le discutieras. Eran debates a nivel de putearnos, pero no sabés como… de agraviarnos fuerte. El que decidía era él, pero nunca me dijo “che, callate la boca”. Nunca cerró la posibilidad de que yo pudiera explicar mi posición. Llegar a los 50 años, como tenía entonces, para ser ministro y ser un pelotudo que diga que si. ¡Ni loco!

Por Diego Genoud – Letra P