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Gobernar después de Milei va a ser más fácil

La explotación del vacío lo hizo presidente. Explora ahora la falta de líderes mundiales. Por Jorge Asís

Gobernar después de Milei va a ser más fácil

La diplomacia banalizada

Lula es un “zurdito inflamado por el ego”.
Petro es “un asesino terrorista”.
Sánchez es el marido de “la corrupta” que supo explotar la proximidad.

Mientras exhibe la paradójica eficacia de su comportamiento, Javier Milei, El Psiquiátrico, repite en Brasil los papelones de España.
Tratar las confrontaciones con los estadistas es más entretenido que tomar conciencia de la magnitud del descalabro al que Milei conduce a la sociedad. Enfrentamientos ideológicos de conventillo que tergiversan la colosal ineptitud presidencial para atraer inversores que se arriesguen a ponerla pese a la pedantería del RIGI.
Son chiquilinadas geopolíticas que banalizan la diplomacia. Pero evitan que trascienda la carencia de una efectiva estrategia económica.
Corresponde que Milei continúe con el refinamiento de los desplantes.
Con las inofensivas cumbres marginales donde lo celebran con ponderaciones y medallitas.

Desde la ventanilla del tren

Sorprende uno cuando indica que Argentina va a ser mejor gobernada después de Milei, de lo que pudo haber sido gobernarla antes de Milei.
Supo aprovechar el vacío de ideas y de referencias para calzarse la banda.
Es precisamente el mismo vacío que va a influir, paradójicamente, para que -lo que quede del país- pueda retomar la medianía de la normalidad. La saludable monotonía de la llanura, pero contemplada panorámicamente desde la ventanilla del tren.

Tres o cuatro ideas relativamente hilvanadas completaba la imagen revuelta del pastor apocalíptico asombrado.
Milei supo animar la bastante pedorra campaña electoral donde nadie tenía nada relevante para decir. Menos para proponer.
El peronismo era un monstruo adormecido, sin ideas siquiera malas. Se mostraba caótico, acaso agonizante.
Los románticos ejemplares de Juntos por el Cambio aguardaban para devorarse la sucesión.
Tenían la servilleta preparada en la mesa, el plato brillante y los cubiertos respectivos. El hambre estaba a punto de ser saciado.
Justo cuando -a través de la impostura irreverente- el panelista de Intratables se postuló para ocupar la conjunción de los vacíos.

Conquistada la nimiedad de la presidencia, Milei se propone aprovechar ahora la carencia de referentes en el plano internacional.
Destaca la perfección global del fracaso. Bolsonaro se muestra aún como una pata ancha que banca en Brasil.
En Estados Unidos, Donald Trump, The Fire Dog, vuelve seguro a ser presidente.
Y en la Europa que siempre interesa en las agencias de viaje se expanden los proyectos demenciales de la derecha extrema.
Consecuencia, en efecto, del fenómeno inmigratorio.

Arrebatos

La parábola espectacular que lo condujo a la presidencia tenía en el combo el postre de la señora Patricia Bullrich, la Montonera del Bien.
La promoción de Bullrich no fue consecuencia inmediata de ningún Pacto de Acassuso.
La otrora cuñada astuta del extinto loco Galimberti se anotó por su cuenta en la escuadra triunfal.
Sin siquiera haber gritado nunca “Viva La Libertad C…”.

Después de haber competido y perdido con Milei, con el cuento de “estar con el verdadero cambio” se incorporó como ministra de Seguridad.
Y en el arrebato -ya que estaba- se quedó también con la propina. El ministerio de Defensa.
Un regalo para su vice, el inexplicable radical Luis Petri, El Carucha.
Original manera de Milei de plantarle un Valium del cuarenta a la señora Victoria Villarruel, La Cayetana (por Álvarez de Toledo).
Mientras se paseaba por los diversos templos televisivos, con actitud desafiante, casi irresponsable, Milei divulgaba que su compañera de fórmula no iba a ser ninguna vicepresidenta del montón.
“Victoria es una mujer formada e informada que se va a responsabilizar de sus temas específicos. Defensa, Seguridad e Inteligencia”.

Garrochas de derechas

Desde la Mutual PRO hacia La Libertad Avanza.
El salto en garrocha de Patricia agudizó en simultáneo el enfrentamiento flamante contra Mauricio, El Ángel Exterminador.
Justamente con quien la había exactamente instrumentado como candidata a la presidencia, a los efectos exclusivos de exterminar a Horacio Rodríguez Larreta, Geniol. Aquel que desde antes de ponerse los (pantalones) largos soñaba con ser presidente.
Pero con Geniol exterminado, la instrumentada Patricia apuntó contra el instrumentador.

En la pelea teatral con Mauricio ambos mantienen el recíproco objetivo de exterminarse.

Desde Francisco Manrique, El Paco Popular (amigo y compinche de Punta del Este) que emocionan los conflictos de derechas.
Suelen ser apasionantes. Permitieron valorar el temple gigantesco de François Mitterrand, el penúltimo estadista europeo.
Mitterrand se excedió en combatir a la extrema derecha de Jean Marie Le Pen, padre de la señora Marine.
Pero exageraba para ocultar que el verdadero oponente era Jacques Chirac.
La manera eficaz de combatir a Chirac consistía en reconocer como oponente a alguien más de derecha aún.
Era casi utópico superar la malicia patriótica de Le Pen.
La estrategia le sirvió a Mitterrand para reinar en Francia durante una década prolongada.

El modelo Mitterrand inspiró probablemente a algún audaz de la desesperada superstición peronista.
Pudo haber sido cualquier peronista (o acaso ningún peronista específico) el que decidió «darle aire» a Milei.
Financiarlo para fragilizar al adversario real.
El Chirac de la superstición peronista era Mauricio.

Para hacerla corta, Milei es quien hoy firma los decretos.
El que humilla al “zurdito” Lula y les dice “ensobrados” a los periodistas críticos.
El que sale frecuentemente de viaje de placer con la hermana Karina, La Pastelera del Tarot.

Mientras tanto le reserva, a su retóricamente admirado amigo Mauricio, el privilegio sublime de apoyarlo.
Así a Milei le vaya bien o mal, Mauricio mantiene un pronóstico inmediato infortunadamente sombrío.

“Pero cargamos con Patricia, que nos jode la interna con Victoria y nos pone inútilmente enfrentados a Macri”.