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Giacomini: “Milei y Espert buscaron en la política lo que no obtuvieron en el sector privado”

El economista explicó que la decisión del diputado libertario de bajarse de la candidatura responde a la falta de coincidencias con el presidente. Señaló que la relación siempre estuvo marcada por conveniencias y rivalidades, y que la cercanía inicial se debió más a intereses estratégicos que a afinidad personal.

El economista Diego Giacomini, según explicó en el programa Modo Fontevecchia, por Net TV, Radio Perfil (AM 1190), analizó la relación entre el presidente Javier Milei y el diputado nacional José Luis Espert, subrayando cómo sus decisiones políticas respondieron a intereses estratégicos. “Ambos buscaron en la política lo que no obtuvieron en el sector privado”, señaló, destacando que la cercanía inicial fue producto de conveniencias más que de afinidad personal.

El economista Diego Giacomini es licenciado por la Universidad de Buenos Aires, especializado en Ciencias Económicas Internacionales en la Universidad de Essex, Reino Unido, y se desempeña como autor, profesor y consultor. Se convirtió, tras su distanciamiento con el presidente Javier Milei, en un crítico de sus políticas económicas y actualidad financiera.

Agregaría que se convirtió en una especie de pitonisa, porque todo lo que fue diciendo en un momento en que pocos lo escuchaban —y la gran mayoría veía virtudes donde había defectos, en el caso del presidente, a quien conoce muy bien desde hace muchos años— nos advertía sobre lo que hoy se termina confirmando en la realidad. Me gustaría una reflexión tuya, general, conociendo la historia como pocos desde su inicio: una reflexión sobre la candidatura y todo lo que ha pasado ayer, la relación Milei-Espert y cómo concluye.

Esto viene de larga data desde mi individualidad. Hay un video dando vueltas, de 12 segundos, donde a Chiche Gelblung yo le explico y le digo: “No me compares, por favor, con Javier, con José Luis Espert. Yo estoy en las antípodas éticas, no quiero saber nada con ese señor. No me junten, por eso no lo apoyo. No creí en su construcción, lo dejé de lado. De hecho, firmé una solicitada diciendo que le retiráramos todo apoyo, que no teníamos nada que ver”. La firmamos Mariano Fernández, Gustavo Lázzari, el propio Javier Milei y yo, año 2019, cuando era candidato a presidente.

Así que la forma de construcción política de los dos me parece que está, desde el punto de vista ético, en las antípodas del liberalismo, porque son dos construcciones violentas, y la violencia llama a más violencia. En el terreno social y político, y en el terreno económico, conduce a pésimos resultados. ¿Por qué? Porque para que haya más contratos de producción, más contratos de trabajo, más contratos de exportación e importación, más inversión, tiene que haber paz. Solo con más paz hay más acción humana; con más acción humana y más paz, hay más progreso económico, más generación de valor. Con violencia, desde lo que hacen en política económica, simplemente le ponés palos a la rueda.

Ahora, me parece interesante compartir con la audiencia la historia, porque finalmente esto es el resultado, el epílogo de la caída de la candidatura de Espert, las idas y vueltas en la relación entre Milei y Espert, que de alguna manera también nos hablan del mandatario. Entonces, me gustaría empezar por aquel 2019. Yo recuerdo mal o hubo un video junto de Milei con Espert, de a quién le pone el cajón y las rejas a la “chorra” o algo por el estilo.

Yo estoy al costadito y, la verdad, con el diario del lunes, mirando para atrás, uno no está exento de cometer errores. Miro atrás y digo: yo no debería haber estado en ese video. En aquel momento estuve; después surgió la solicitada.

Inicialmente Milei apoyaba la candidatura presidencial de Espert en 2019. Lo que quiero —no estoy hablando de vos— me interesa decir: vos fuiste testigo de que antes de decir “no lo apoyamos”, sí lo apoyó.

Bueno, es una relación entre ellos dos que está regida por las conveniencias cortoplacistas de cada uno, que dejan de lado, por esas conveniencias, las cosas profundas y éticas. Son dos personas que no se quieren nada, se detestan fuertemente. Y lo digo: cualquier liberal que los conoce sabe que no estoy mintiendo.

Siempre nos ha tenido mucha celosía intelectual José Luis Espert, tanto a Javier Milei como a mí. De hecho, se ha preocupado por intentar cerrarnos puertas —estoy hablando de puertas profesionales, en el campo de la economía privada, inclusive de la docencia—. Nada, cosas de la vida. Yo por eso digo: yo no quiero saber nada con personas así.

Es decir, decís: “Nunca se quisieron, siempre se odiaron”. No es una relación de amor-odio, que va y viene como algunas parejas. En este caso, es una relación siempre de odio, en la que, en determinados momentos, la conveniencia hacía aparecer aquello de “el enemigo de mi enemigo es mi amigo”, para decirlo de alguna manera.

Exactamente. Y si uno ubica esta relación en el campo de la política institucional, que desde el plano ético es un “vale todo”, en el que lo único que importa es el resultado utilitario inmediato, uno entiende por qué han estado juntos en los últimos tiempos. Uno también comprende las idas y venidas, porque esto no hace falta más que buscarlo en internet: las entrevistas de cada uno por separado hablando mal del otro en estos últimos tres o cuatro años.

Cuando se hace ese comercial en el que primero Milei apoya la campaña presidencial de Espert en 2019, ¿cuántos meses pasaron y qué ocurrió para que luego se firmara ese rechazo a la candidatura por parte del propio Milei?

Es necesario recordar que en esa candidatura de 2019 —que fue una candidatura cuasi testimonial— sacó 1,9%, una cosa así. Él se asocia con Alberto Asseff, y ese de liberal no tiene absolutamente nada, está en las antípodas del liberalismo. A partir de eso, es la gota que colma el vaso y le retiramos el apoyo en aquel momento. Creo que está escrito en la solicitada la razón, si no me falla la memoria, pero es esa: ese fue el dato que colmó el vaso. Nosotros veíamos cómo se comportaba, estábamos en desacuerdo con la construcción política que iba haciendo, y cuando llega eso dijimos.

Déjame dar un pasito antes. ¿Qué lo acercó a Milei a poder hacer ese aviso primero apoyando la campaña? ¿De dónde se conocen? ¿Cómo se gestó esa asociación, aunque haya durado tres o cuatro meses en 2019?

A José Luis yo lo conozco como profesional hace muchos años, porque podríamos decir que hemos sido competidores, trabajábamos en lo mismo. Ahora, es muy interesante: a la persona que le va bien en el ejercicio de su oficio profesional, no se mete en la política institucional. Al que le va bien se queda donde está, salvo que le haya ido bien y esté de vuelta.

Primera acotación que creo que es valiosa para entender: a mí, José Luis Espert me lo presenta Javier Milei. Obviamente, como dije, lo conocía de siempre. En ese comienzo que usted me pregunta, hay una ingenuidad de Javier y mía. Yo, un economista que siempre estuvo en el campo privado, en la consultoría económico-financiera —Javier se sabe dónde trabajaba—, nunca habíamos asomado la nariz a la política institucional porque nunca nos había interesado.

Yo la asomé un mes y medio, dos, vi cómo se comportaba Espert, lo que lo rodeaba, y salí corriendo.

Entonces, ¿cómo lo conoce Milei a Espert?

Me parece que lo conoce por la actividad privada de economista. Es más, en el segundo libro que hacemos juntos, si no me falla la memoria, él le pide que haga un prefacio, un prólogo a nuestro libro, y aceptó José Luis Espert.

Pero bueno, conociendo el contexto y a la persona, ¿qué creés que lo motivó a Milei y a Espert a acercarse?

Yo creo que los dos, de distinta manera y por diferentes caminos, empezaron a andar la misma ruta: que la política institucional venga a suplir todas las carencias que no lograron cubrir con el ejercicio de su profesión liberal. Puesto en términos menos elegantes: el reconocimiento y el dinero que no obtuvieron en la actividad privada, en el ejercicio como economistas o consultores, lo buscaron en la política institucional. Reconocimiento, dinero, poder.

Diego, no son tantos los economistas de la actividad privada que han hecho mucho dinero; se cuentan con los dedos de una mano. Me pregunto si hay algo más, porque no es simplemente “como no conseguí en la actividad privada el dinero suficiente”, ya que no es una actividad que genere un dinero gigantesco.

Acá tengo que sentar dos puntos en la respuesta. La primera es que es sorprendente la cantidad de economistas seducidos por la política institucional. Me parece acertado aclarar: cuando decimos “institucional”, nos referimos a quienes cumplen una función pública o se presentan para un cargo que requiere ser votado. O que después se convierten en burócratas, en el Banco Central o en el Ministerio de Economía, cumpliendo una función pública.

La segunda columna de la respuesta: hay una nota mía del 2017 titulada REM: cuando los economistas son parte del problema. Hay que comprender cómo se ejerce, en promedio, el oficio de consultor económico-financiero, sobre todo para grandes empresas en Argentina. Es parte del problema. Muchos consultores venden acceso a información privilegiada, que obtienen al hablar con burócratas del Ministerio de Economía o del Banco Central. A su vez, al meterse ellos mismos en la política institucional y aspirar a ser burócratas, ministros o presidentes del Banco Central, incrementan su cotización. Esto les permite vender más acceso a información, medidas de política económica o favores futuros.

Entonces, las empresas pagan, contratan información privilegiada e invierten en prebendas o favores futuros. Ahora, ¿cuál es el problema? Si vos sos uno de esos consultores, no podés decir cómo ves las cosas de verdad y la realidad. Porque si vos decís que este plan económico va realmente muy mal, el burócrata al cual accedés no te llama más, te corta el chorro y perdés la información privilegiada.

El riesgo parece exactamente igual que en el periodismo. Si vos querés depender de la fuente, no podés criticarla.

Del otro lado, si vos hablás mal de las políticas y de la política institucional, te cerrás la puerta para ser eventualmente un ministro de Economía o un presidente del Banco Central. Con lo cual, te cerrás la posibilidad de vender la promesa de prebenda futura o favor futuro. Entonces, te encontrás con que todos los economistas siempre dicen que las cosas van bien, que solamente hay que hacerle pequeños y pequeños ajustecitos para que vayan mejor. Y cuando las cosas terminan yendo mal, saltan todos del barco cinco minutos antes. Esto es recurrente y sistemático.

Lo mismo pasa con las encuestas. La última semana se corrigen las encuestas.

Exactamente. ¿Por qué digo “REM: cuando los economistas son parte del problema”? Porque esos mismos burócratas después llaman a estos economistas y en privado les preguntan cómo la ven. Y para no perder acceso a la información privilegiada, les responden lo mismo: “Vas bien, tenés que hacer pequeños toquecitos acá o allá”. Entonces, sigue aplicando la misma política económica sin los cambios debidos que debería efectuar. Y el resultado termina siendo malo.

¿Por qué REM?

Tiene que ver con “Relevamiento de Expectativas de Mercado”.

Son las perspectivas que hacen los economistas y el promedio de esas expectativas termina construyendo el futuro. El dólar va a estar en diciembre, según el REM, en 1450.

Entonces, todos los economistas te decían hasta hace un mes y medio que el dólar, al final de este año, iba a estar en 1300. Hay un tuit en el que puse el relevamiento de expectativas de mercado de la inflación de los economistas de todos los diciembres desde 2011 hasta 2023. Los economistas siempre decían que la inflación iba a bajar, y la inflación subía.

Entonces, justamente la teoría de Chicago, de los nuevos clásicos sucesores de Milton Friedman, de Finn Kydland, Edward C. Prescott, Robert Barro, Robert J. Gordon, a la cual yo no adhiero, te dice que cuando las expectativas de los agentes económicos se desalinean de las expectativas de la política económica, esa política termina siendo dinámicamente inconsistente. Eso significa que los supuestos beneficios de esa política nunca terminan de llegar. Los costos, que es ese esfuerzo que te piden los políticos al principio, no solamente nunca se terminan de ir, sino que se agrandan. Con lo cual, la política termina fracasando y teniendo que ser abandonada de golpe.

Cuando uno ve lo que el REM de diciembre de 2017 proyectaba para 2018, ve que todos pronosticaban una inflación en baja, un dólar bajo. Pocos meses después, el dólar se fue al doble de lo que estaba previsto y la inflación se multiplicó por tres de lo que estaba proyectado. Del mismo modo, hasta el domingo 29 de septiembre ninguno de los diarios importantes registraba el problema de Espert con Machado. Estamos hablando de un proceso en el cual sectores cercanos a los políticos terminan, en cierta connivencia, construyendo una burbuja.

Es una burbuja que se explica desde que son todos parte del mismo negocio. El segundo libro que yo escribí con Javier Milei, “Maquinita, inflación y devalueta”, tiene dos anexos. Uno de 36 páginas, que hice todo yo, es la presentación que le llevé a Federico Sturzenegger en diciembre de 2015 o enero de 2016, apenas asumió como presidente del Banco Central.

Y le dije: “Si vos querés hacer inflation targeting, vas a lograr que Macri se vaya con más inflación de la que entra, y lo vas a hacer fracasar”. Le mostré nueve razones por las cuales en Argentina no estaban dadas ninguna de las condiciones necesarias para tener chance de que fuera exitoso el inflation targeting. Federico Sturzenegger me contestó: “Yo voy a aplicar lo que está de moda en el mundo”. Y yo le expliqué en la presentación que las condiciones de Argentina de 2015 son similares a las que tenía el mundo en la década del 70, después de la primera y segunda crisis del petróleo.

Paul Volcker hizo lo que le estaba sugiriendo que haga, y el inflation targeting no existía. Justamente, si el inflation targeting pudo existir, fue porque primero se solucionó con el modelo de Volcker. Y él me dijo: “Yo no voy a hacer lo que no está de moda en el mundo”. Fui en contramano del mercado.

No solo hay un REM económico: también hay un REM periodístico y un REM de las encuestas. Yo supongo que el conocimiento de Espert y de Milei podría provenir de que ambos fueron economistas en el estudio de Broda.

Es un punto de contacto. Yo te puedo nombrar economistas que pasaron por Broda, como Carlos Melconian, Rodolfo Santangelo, Espert, Luis Secco, yo, Luciano Laspina y después Javier. Están muy separadas en el tiempo esas experiencias de cada uno, pero supuestamente los dos eran liberales clásicos. Porque cuando Javier conoce al diputado libertario, todavía no había incorporado muchas cosas de la filosofía política, filosófica y ética del liberalismo radical y de la escuela austríaca. Espert nunca leyó a von Mises ni a von Böhm-Bawerk.

Me gustaría que vos califiques cuánto saben de economía todas estas personas que mencionaste.

De todos esos que te nombré, para mí el mejor consultor económico-financiero es Luis Secco, comparado con Melconian, Santangelo, Broda o Arriazu. Después, con respecto a Javier Milei, en los últimos cuatro o cinco años me desayuné que realmente entendió la escuela austríaca mucho menos de lo que yo pensaba que la había comprendido.

Todos los demás tienen una gran deformación intelectual sobre cómo hacer consultoría económica, que es culpa de Miguel Ángel Broda. Ellos hacen consultoría económica “haciendo la cuenta del almacenero”: suman y restan. Después te hacen un análisis estático comparativo. No usan teoría económica para hacer consultoría económica. Suman, restan, multiplican, dividen, y a partir de lo que les da un numerito concluyen algo económico totalmente desligado.

¿Pasa lo mismo en Estados Unidos?

Desconozco, porque como se practica la consultoría económica en Argentina es única en el mundo. Porque es el único país del mundo donde las empresas, que son las que te contratan, enfrentan como mayor riesgo empresarial la macroeconomía. Eso solo pasa acá: que la tasa de interés pueda pasar de 30 a 100 y después caer a 50; o que el tipo de cambio pase de 1000 a 10.000 y después baje a 1300, o que la inflación pueda pasar de 200 a 30 y luego acelerarse a 80.

¿Qué pasó entre 2019 y 2021? Dos años en los que vos te alejaste no solo de Espert, sino también de Milei.

A fines de 2020 o principios de 2021 hacen campaña juntos por la provincia de Buenos Aires durante dos meses, van a más de 30 actos en distintos lugares y enseguida se pelean y pasan a hablar pestes uno del otro. Y después, si no me falla la memoria, José Luis Espert en un momento se acerca al PRO y se tiran con munición gruesa.

Con Horacio Rodríguez Larreta, y pierde en 2023. Pero estamos hablando de 2021: todavía no está en el PRO. ¿Qué hizo que vos te separaras de Milei entre 2019 y 2021?

A Javier yo lo mando al demonio en septiembre de 2020, en la casa de los padres, porque me cuenta cómo iba a construir su carrera política. Me explicó qué tenía pensado, cómo veía que se iba a manejar en el tiempo, cómo iba a cambiar de alianzas, ir y venir. Y para mí eso resultó inmoral, totalmente desalineado con la ética del liberalismo.

Y tengo entendido que vos también fuiste artífice de que finalmente se reconciliara con sus padres. ¿Se cumplió en la realidad? ¿Milei finalmente llevó adelante su carrera más o menos así?

Entre un 90 y un 100%.

¿Podrías sintetizarle a la audiencia cómo iban a cumplirse esos pasos para llegar a la presidencia?

Él iba a construir diferentes alianzas que, a medida que creciera, iría descartando. Es decir, cuando ya no le fueran funcionales, las tiraría por la borda, como un preservativo usado, y construiría nuevas alianzas y nuevos socios eventuales que también reemplazaría en la medida en que fuera creciendo.

¿Y ese “usar a los demás” planteaba alguna idea política, un acercamiento al centro para luego volver a la derecha, o tenía alguna lógica ideológica?

No, era 100% funcional, pensado en términos de “qué me conviene más para sacar medio voto más”. Y si eso implicaba juntarse con gente que no sabía ni siquiera qué es el liberalismo, que es mucho más que economía, es una filosofía, una cosmovisión del ser humano.

Lleguemos al presente. ¿La economía que lleva adelante Javier Milei con el ministro Caputo era lo que él tenía planificado aquella vez en la casa de los padres?

El plan económico actual es inconsistente en lo monetario y fiscal. El autor es el Poder Ejecutivo Nacional: fija lineamientos, como usar el tipo de cambio como ancla antiinflacionaria, pero luego no interviene. Luis Caputo funciona como una especie de secretario de Hacienda; el ministro de Economía es Milei, y debe conseguir los fondos para que el plan funcione. Argentina es casi el único país donde los ciudadanos ahorran masivamente en dólares.

En la mayoría de los países, la gente guarda la moneda emitida por su Banco Central. Esa preferencia genera un exceso de demanda de alrededor de 60 mil millones de dólares anuales solo por ahorro. Además, Argentina emite deuda en dólares, lo que incrementa la demanda de la divisa aún más.

Entonces, tenés dos excesos de demanda que hacen que el dólar sea escaso. Si el dólar está condenado estructuralmente a ser escaso, ¿qué pasa con un bien escaso? Tiende a subir. Por eso, más temprano que tarde, el tipo de cambio sube, el ancla cambiaria se desvanece y la inflación vuelve a acelerarse. Segundo punto: la política monetaria también es de Javier Milei. Esa idea de “emisión cero”, de “excedente monetario”, de que “no tiene que salir ni un peso a la calle”, es suya. Milei habla del money over supply desde hace ocho años.

Ahora, el primer problema es que es mentira que hay emisión cero. Todos los agregados monetarios le ganan por goleada a la inflación desde la conferencia de Santiago Bausili y Caputo del 28 de junio de 2024. Y ayer mismo Milei dijo que la idea de desarmar las Letras Fiscales de Liquidez (LEFI) fue suya, no de Caputo.

Cuando lo criticaba por su “socialismo monetario”, porque para la escuela austríaca no hay nada peor que manejar la tasa de interés a dedo, muchos decían que estaba loco. Pero Milei desarma las Lefi porque con ellas se manejaba la tasa de interés. Ni Federico Furiase, ni Santiago Bausili, ni Caputo estaban de acuerdo. Se tuvieron que “comer el sapo”.

Me gustaría que hicieras una síntesis. ¿Cómo termina esto?

El problema es el plan económico. Debería cambiar en lo cambiario, en lo monetario y en lo fiscal. En lo monetario, porque es discrecional: un día se manejan cantidades, otro día precios, otro la tasa de interés. Milei nunca en su vida reconoció un error en ningún campo. Prefiere encontrar culpables afuera, crear teorías conspirativas. No va a cambiar.

Es grave, porque el plan económico va a fracasar y la realidad se va a imponer. ¿Qué quiere decir esto? Que la Argentina va a terminar yendo a un tipo de cambio real más alto, más alineado con la productividad del capital y del trabajo argentino. La inflación no se va a terminar de vencer: va a volver a subir en algún momento. No sabemos ni el dólar ni la inflación exactos, porque el mercado depende incluso de nuestro propio comportamiento —qué hacemos con nuestros pesos, qué hacemos con los dólares—, pero los objetivos del plan económico no van a ser alcanzados.

Milei va a preferir fracasar como presidente antes que admitir que su teoría económica no funciona. Y si puede construir un discurso de víctima y echar culpas, lo va a hacer. Le echa la culpa a “la política”, y es cómico, porque se contradice. Dice que tiene que hacer política económica, pero se burla de los liberales como yo. Sos parte del juego político.

Pensar que si tu ajuste brutal fue contra siete millones de jubilados, contra personas con discapacidad y contra estudiantes, y que la oposición no va a ir a buscar esos votos enojados con vos, es vivir en Narnia. O peor aún: no entender las reglas del juego que vos mismo elegiste jugar. Porque el liberalismo moderno reconoce que el gasto público es la esencia del sistema democrático. Las elecciones se ganan con gasto público y se pierden con impuestos. Por eso, el equilibrio o superávit fiscal sólo puede ser transitorio: el déficit fiscal es la regla de este sistema de gobierno.

Si no entendés que el déficit es estructural y construís tu plan económico yendo contra la esencia del sistema del que sos cabeza, entonces, desde el vamos, estás condenando a tu propio plan económico al fracaso en el mediano y largo plazo, porque vas contra los fundamentos del mismo sistema que gobernás. El plan político y el plan económico, en definitiva, son responsabilidad de Javier Milei.