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Entre avisos sísmicos y lava: la erupción volcánica que desafía a Islandia

Después de cientos de terremotos, el 14 de enero entró en erupción un volcán que obligó a la evacuación de los habitantes de la ciudad de Grindavik. En diálogo con DEF, la geóloga Melina Llanos explica las razones de este fenómeno.

La tierra venía avisando sobre la actividad volcánica en Islandia. Primero, lo hizo tres veces (2021, 2022 y en el verano europeo de 2023). Hasta que, en la noche del 18 de diciembre pasado, en vísperas de Navidad, la península islandesa de Reykjanes fue sacudida por cuarta vez, por una singular erupción volcánica que se repitió en enero de 2024. 

Un par de horas antes, una serie de terremotos alertó que la situación podía ponerse mucho peor. Y así fue. El flujo de lava despedido por segundo, desde sus entrañas, no solo fue diez veces mayor que en las oportunidades mencionadas, sino que se extendió con rapidez por más de tres kilómetros. 

Los geólogos no podían prever por donde se generarían con exactitud las nuevas fisuras y por eso evacuaron el pueblo

En los fenómenos anteriores la lava había ascendido por una delgada grieta preexistente (llamada “fisural”), quedando aislada cerca de la montaña volcánica de Fagradalsfjall. Sin embargo, en esta ocasión y sorprendentemente, se abrió paso en forma subterránea hacia la ciudad de Svartsengi, donde hay una central geotérmica, el balneario turístico de Blue Lagoon y el pueblo costero de Grindavík. 

Como era de esperarse, el pánico, el temor y la incertidumbre sobre lo que podría deparar el futuro, envolvieron a los 370.00 habitantes de Islandia, la 18ª isla más grande del mundo y la segunda de mayor dimensión de Europa, después de Gran Bretaña. 

En Islandia, cuando las placas se separan, el magma acumulado debajo de ellas asciende y se produce una intrusión dentro de la corteza continental del país

Su territorio abarca la isla homónima y algunas pequeñas islas e islotes adyacentes entre el océano Atlántico y el océano glacial Ártico, con un área total de 103.000 kilómetros cuadrados. Su capital es Reikiavik. 

Se trata de un país con gran actividad volcánica y geológica. Que también, presenta una meseta surcada por desiertos, montañas, glaciares y ríos glaciares que fluyen hacia el mar y, por efectos de la corriente del Golfo, goza de un clima templado.

El magma, las cenizas y el futuro incierto de Islandia

La historia sismográfica islandesa revela que –según datos geográficos– y con más de mil años de inactividad, desde el siglo XIII, no se producía una seguidilla de erupciones de lava como la precedente. Ante ellas, los expertos no dudaron en sostener que, en marzo de 2021, la isla entró en una “nueva era volcánica”

El hecho ha puesto en alerta al mundo entero. Melina Llanos revela que “el camino seguido por la lava y las erupciones fisurales pusieron en peligro a Grindavik y a sus 3.500 habitantes y, aunque es un mecanismo común en las islas volcánicas, generaron la incógnita sobre lo que podría sobrevenir”.

De ahí que vulcanólogos de todo el mundo se han puesto a trabajar para desentrañar el dilema. Algunos manifestaron que “el preludio de esta erupción fue especialmente intenso y precipitado”. Por fortuna, en la tarde del 19 la fisura activa y la fuerza eruptiva del fenómeno habían mermado. 

Sin embargo, otro motivo de preocupación surgió entre ellos. ¿Qué iba a pasar con otra colosal nube de ceniza, persistente y que paralizara los vuelos, como ocurrió en 2010, con la erupción del Eyjafjallajökull. La entrevistada sostiene: “Todo indica que, a diferencia de los tres eventos anteriores, esta erupción sí podría causar graves daños”.

Las erupciones fisurales pusieron en peligro a Grindavik y a sus 3.500 habitantes

La compleja travesía del magma en la erupción de Reykjanes

Las conjeturas y escasas certezas de erupción envuelven la isla. De lo que no cabe dudas es que el subsuelo volcánico de la península de Reykjanes es una bomba de tiempo. “Una bestia que cambia de forma”, revelan. 

Está asentado en la parte terrestre de la Dorsal Mesoatlántica (límite constructivo entre placas tectónicas que se extiende a lo largo de todo el océano Atlántico. En el norte, separa las placas euroasiáticas y la norteamericana, mientras que en el sur hace lo propio con la africana y sudamericana). En pocas palabras, una grieta que se abre continuamente en la Tierra y acerca a la superficie roca fundida

Por eso, los sismos sacuden con frecuencia la región y, aunque en 2021 se predijo su aumento, frecuencia y magnitud, nadie esperaba lo que pasó después. Tanto fue así, que cuando el fenómeno anunciado se produjo en proximidades de la montaña volcánica Fagradalsfjall, la gente respiró aliviada porque el peligro estaba a varios kilómetros de distancia. No amenazaba ningún suceso explosivo, sino que “vomitaba” flujos de lava líquida confinados en los valles circundantes.

Alerta sísmica, furia volcánica en Grindavik

Islandia es un caso único en el planeta. La geóloga explica que “cuando aquellas placas se separan, el magma acumulado debajo de ellas asciende y se produce una intrusión dentro de la corteza continental del país”. 

A fin de explicarlo en un lenguaje coloquial, hace una comparación culinaria: “Pensemos en la corteza como si fuera una torta en capas y el magma intentara rellenar los espacios entre ellas y las fisuras que encuentra. Cuando finalmente se acomoda de manera horizontal produce cuerpos intrusivos llamados sill y si lo hace de manera vertical, forma diques”.  

Y afirma que ese fue el caso de las tres primeras erupciones: “El magma se había transformado en diques, por lo que no tuvo mucha resistencia para llegar a la superficie y las erupciones no fueron fuertes. Pero en las dos últimas, cercanas al pueblo de Grindavik, el caso fue diferente”. 

“El magma se estacionó en la corteza formando un sill y posteriormente, migró formando un dique para poder llegar a superficie. Todos estos movimientos, en una corteza fría y frágil, generaron la masiva cantidad de sismos que se registraron previos a las erupciones”, explica. 

Esos “avisos” sísmicos comenzaron entre el 3 y el 9 de noviembre de 2023. “Los monitoreos indicaron que la corteza estaba en proceso de inflación; es decir, cuando la superficie terrestre se ‘hincha’ por el magma acumulando dentro de aquella. Algo similar a lo que ocurre con un granito de pus de la piel. Se elevó siete centímetros desde el comienzo del proceso”, agrega la investigadora. 

“El futuro de Islandia está en sus propias entrañas”, señala la geóloga Melina Llanos

Y como los sismos tenían la misma profundidad, no había evidencias de que el magma estuviera ascendiendo. Pero, los hechos precipitaron. El 9, registraron los picos máximos, con siete terremotos de magnitud 4 y uno de 4.8. El complejo de aguas termales de Blue Lagoon debió cerrar sus puertas al turismo. 

El 10, asediada por una mayor cantidad de sismos, Grindavik entró en alerta roja. La superficie comenzó a deflacionarse, evidencia de que el magma estaba desplazándose lateralmente hacia el este buscando una fisura que ya existía. 

La experta detalla que la descarga de magma estuvo en el rango de los 100-200 metros cúbicos por segundo y la lava avanzó a unos 0.5/1 kilómetros por hora y alcanzó una altura entre 100 y 150 metros. La desgasificación de óxido de azufre (SO2) fue del orden de las 30.000 a 60.000 toneladas por día, un orden de magnitud mayor que las tres erupciones previas. La nube de óxido de azufre –“pluma”– formada llegó hasta Noruega por los vientos del noroeste, que evitaron que tocase Reikiavik.

Entre barreras y erupciones: la batalla de Grindavik contra la furia volcánica

Finalmente, el 21 de noviembre cesó la erupción, no hubo heridos y las coladas no afectaron a Grindavik ya que fluyeron hacia el noreste por unos tres o cuatro kilómetros. Pero, los islandeses no perdieron tiempo: construyeron barreras y fuertes para proteger al pueblo

El 14 de enero, alrededor de las 4 de la mañana, con el registro de cientos de sismos, el más grande con intensidad de 3,5, indicaron que el magma estaba ascendiendo. El pueblo fue evacuado y la erupción volvió a comenzar cerca de las 8 de la mañana y mucho más al sur que la de diciembre. La parte más austral de la fisura estaba a 900 metros de Grindavik, quedando las barreras de protección en la misma dirección. 

La desgasificación de óxido de azufre (SO2) fue del orden de las 30.000 a 60.000 toneladas por día, un orden de magnitud mayor que las tres erupciones previas

Esta vez, los flujos apuntaron hacia el pueblo, pero la erupción era significativamente menor, alrededor de un tercio o un cuarto que la anterior. A las 12:10, una segunda fisura mucho más chica y de menor intensidad, se abrió a metros del centro del pueblo. Los flujos impactaron en algunos hogares y fue cortada su ruta de acceso

Al día siguiente cesó el movimiento de la fisura más austral. El pueblo volvió a estar en alerta roja por el riesgo de que el magma generase nuevas fisuras sin previo aviso. El 16, no se observó actividad visible en ninguna de las fisuras. 

“La zona tiene sectores de inflación con magma por debajo y deflación porque fue expulsada o migró. El peligro es que estos últimos sectores tienden a colapsar”, alerta la licenciada en Geología. Esta es la principal amenaza para el pueblo hoy en día. Los geólogos indican que el dique que se está formando debajo de Grindavik se propaga lateralmente reactivando viejas fallas y fracturas. “El futuro de Islandia está en sus propias entrañas”, sintetiza.

Por Susana Rigoz-DEF