Un prestigioso ginecólogo de Corrientes fue condenado por abuso sexual, pero no está preso y sus denunciantes aseguran que sigue atendiendo sin licencia. Así consiguió más de dos décadas de impunidad.
Carolina Marello marcha con un pincel y un cartel que invita: “Si alguna vez sufriste abuso, pintame”. Muchas de las mujeres que marchan por el centro de Corrientes la conocen. Dicen que es la más valiente, la única que usa su nombre real y se muestra ante los medios. La que incluso pudo pararse ante el ginecólogo Gerardo Dahse y gritarle “violador”. La pintan, se acercan, se reconocen.
Su caso fue antes, mucho antes de la sentencia de octubre: una condena a 7 años de prisión por abuso sexual gravemente ultrajante e inhabilitación especial perpetua para ejercer la profesión. Aunque el ginecólogo no está preso todavía, a la espera de una apelación. Y las denunciantes aseguran que incluso sigue atendiendo.
“Hasta el día de hoy, después de 15 años, recuerdo el día que me corté las venas. No me acuerdo precisamente cuando me corté, sí el despertar en una ambulancia con mi mamá llorando y un policía a su lado”, relata Carolina. “Estaba aún con la misma ropa que usaba cuando abusó de mí y hasta con la misma toallita que él me puso. Todo eso adjunté como prueba”, recuerda.
Ingresó al hospital por la autoagresión pero los médicos encontraron rastros del abuso sexual, informaron a su madre y a la policía. “Él era el ginecólogo de confianza de mi mamá. Hasta el día de hoy ella carga con la mochila de haberme llevado con mi abusador”, cuenta Carolina. Ese día, en el hospital, su madre no terminaba de hacerse a la idea: “Me decía ‘¿Cómo lo voy a denunciar? ¡Es un médico!’”. La denuncia la hizo la policía, de oficio, de acuerdo a la ley vigente entonces para menores de 21 años. Carolina tenía apenas 19.
Una denuncia como bola de nieve
En septiembre de 2021 la denuncia pública contra Dahse de una mujer conocida como “Violeta” abrió la puerta a una ola de denuncias y un verdadero movimiento que sacudió a Corrientes.
Carolina revivió su caso en esa noticia: “Leo una nota en un diario sobre la denuncia a un ginecólogo y empiezo a leer los comentarios buscando su nombre, porque en la nota no lo decían. Ahí veo varias que escriben que les pasó lo mismo. Me agarró taquicardia. Estaba recostada a la siesta. Lo primero que pienso es que por fin me van a creer”. Había pasado más de una década. Carolina llamó a su mamá: “¿Viste? Ahora me van a creer”, le repetía. “Sentí culpa y bronca. Si me hubieran creído, esto no pasaba. Me sentí mal por no haber peleado por mi causa pero en esos días no tenía fuerzas”. Carolina recordó que cuando fue a hacer la denuncia hace 15 años “hicieron averiguación de antecedentes y sólo encontraron una denuncia por violencia de género que le hizo su exmujer, ninguna por abuso sexual”. Carolina todavía espera que puedan reabrir la investigación en su caso. “Como no fui yo la denunciante sino la policía, puedo denunciar ahora”, asegura. Otra condena podría transformar la pena del ginecólogo en una prisión de cumplimiento efectivo. Eso no ha pasado hasta ahora.
El revuelo por la denuncia pública de Violeta reunió a otras víctimas que formaron un grupo de whatsapp que se apoya y comparte experiencias. Que reclama Justicia.
“Ahora me van a creer”
“Rebeca” es parte de ese chat de sobrevivientes. Hoy tiene 35 años y vive en España. Se animó a denunciar en marzo de 2022, después de conocer el caso de Violeta. Habían pasado catorce años. Se encontró con una pregunta recurrente: por qué no lo había hecho antes. “Incluso me lo preguntaron algunas amigas. Es una pregunta que me hace mal, es un reclamo. No se dan cuenta de que es muy difícil decir en público ‘a mí me pasó esto’ y tener que revivirlo todos los días”, asegura Rebeca.
En diciembre la jueza de Instrucción N°3 de Corrientes ordenó la elevación a juicio. El ginecólogo Dahse volverá otra vez al banquillo acusado de “abuso sexual con acceso carnal” contra una paciente. La pena en expectativa es entre 6 y 15 años de prisión.
Casi Justicia
Durante el juicio Dahse se mostró sonriente. En la calle antes de entrar recibía abrazos y algún grito de aliento “fuerza, doctor”. Reporteros gráficos y periodistas que cubrimos el caso en cambio recibimos empujones y gas pimienta el día de la sentencia.
Fue una jornada larga. El Tribunal Oral Penal N°1 lo condenó a 7 años de prisión e inhabilitación especial perpetua para ejercer su profesión. Las sobrevivientes coinciden en que una verdadera justicia con perspectiva de género lograría que él esté hoy detenido, pero sintieron algo de alivio porque entendieron que creyeron en ellas y que esta primera condena sienta un precedente en otros casos.
Pero la sensación duró poco: en noviembre llegaron las primeras denuncias públicas e imágenes que muestran al condenado vestido con ambo médico. El caso Dahse es muy conocido en la provincia. Y sin embargo sigue teniendo apoyos. Y más raro aún, pacientes:
“Saben lo que pasó pero les falta empatía, no nos creen o no les interesa. Él es el señor de los favores. Si no tenías plata para la consulta te atendía igual. Por eso muchas no pueden creernos, lo ven como alguien bueno. Algunas nos dicen: ‘pero sí él me ayudó cuando no tenía para pagar una cirugía o salvó la vida de mi hijo’. Hace que confíen en él. Estoy muy disgustada pero no con las personas que van a la consulta, sí con la clínica que permite que él siga atendiendo”, expresó Carolina.
El “señor de los favores”
Muchas sobrevivientes llegaron hasta el consultorio de Dahse en busca de un aborto cuando la práctica todavía era clandestina e ilegal. Esto hizo que algunas no quisieran denunciarlo, porque no querían -todavía no quieren- que sus familias sepan que abortaron.
Actualmente en Corrientes hay al menos 30 efectores de la IVE (Interrupción, Voluntaria del Embarazo) y un área del Ministerio de Salud Pública que hace seguimiento a los centros que realizan la IVE pero el tema todavía es tabú. Aún hoy grupos religiosos se reúnen frente a centros de salud y rezan para que las personas gestantes no realicen la IVE.
“Algunas de las chicas acudían a su consultorio por un aborto y él usaba eso para callarla”, relata Rebeca. “Él era un tipo que mostraba poder, me decía ´yo soy director de esto y me conoce todo el mundo´. Siendo tan chicas y más aún en una provincia como Corrientes, teníamos miedo. Imagínate llegar al consultorio y que te acusen de quedarte embarazada tan chica –cómo él lo hacía-, de ya generarte una situación incómoda y después además abusa de vos. Muchas pensaban cómo denunciarlo, si estaban haciendo un aborto que era ilegal. A mí me puso un DIU y me quedé callada”, relató Rebeca.
A ella la sentencia contra Dahse la encontró durmiendo. “Me había tomado una pastilla para dormir porque estaba muy nerviosa. Me lo imaginaba sonriendo, tirando besos, como ya había hecho otras veces durante el juicio. Cuando me desperté veo un montón de mensajes y mi mamá me llamó llorando. Fue un alivio. Me hubiera gustado una sentencia más severa pero es algo, un mínimo grano de arena y estoy feliz por eso”, expresó Rebeca. Dice que la condena le da esperanzas en su propia causa.
“Por más que lo mío no se resuelva a mi favor, a él ya lo encontraron culpable. Ese día, después de la sentencia, pude descansar. Lloré mucho. Llamé a muchas personas contando la sentencia, fue una pequeña caricia a nuestra alma”, contó.
Ella denuncia un hecho de febrero de 2008, cuando tenía 19 años. Solía ir acompañada por su mamá. Ese día, recuerda, fue la primera vez que se presentaba sola.
“Ese día de la sentencia lo viví con mucha euforia. Algunas de las chicas estuvieron ahí y contaban lo que iba pasando. Lo queremos ver preso, de eso hablábamos pero sacarle la matrícula ya es algo muy bueno. Todas teníamos la misma energía y terminamos aliviadas”, dijo Rebeca y siguió: “Tenía razón, yo tenía razón, así lo sentí. Teníamos razón, nos dieron la derecha, así lo sentimos. Creíamos muy difícil probarlo. ¿Cómo se demuestra algo así? ¿Cómo demuestras sí en ese momento no fuiste a la policía? Nos creyeron, me creyeron, y eso me nos hizo muy bien”.
Sobrevivir todos los días
Rebeca cuenta con el apoyo de ese grupo de chat formado al calor de las denuncias. Es una manera de seguir de cerca el caso desde España. “Yo me fui de Corrientes porque no quería cruzarlo en la calle”, asegura. “Me sentí tan vulnerable, era la primera vez que ingresaba sola a su consultorio y me hizo eso, no podría entrar en mi cabeza que alguien sería capaz de hacerme eso, es algo que lo revivo siempre”, expresó. Dice que el abuso la cambió. “Soy mamá de una nena de 7 años y esto hizo que esté más despierta todo el tiempo, estar alerta ante situaciones. A mi hija le hablo todo el tiempo, que nadie le toque su cuerpo y si eso sucediera debería contarme. Ojalá alguien me hubiera dicho esto, que tenía que contarlo”.
Por Clarise Sanchez Soloaga-elDiarioAR