Cuba tenía previsto comenzar febrero con fuertes aumentos en combustibles y transportes, pero desde el Ministerio de Economía decidieron atrasar la medida por un ataque cibernético que sufrió una empresa estatal. La decisión le costó el cargo a Alejandro Gil, quien estaba al frente de la cartera de Economía. La destitución fue impulsada por el presidente cubano, Miguel Díaz-Canel.
Cuba aplazó “hasta nuevo aviso”, según el Gobierno, los aumentos estipulados para el combustible y en las tarifas del transporte público de pasajeros, tanto terrestre como aéreo. La medida, que debería entrar en vigencia el jueves 1 de febrero, le costó el cargo al ministro de Economía, Alejandro Gil, quien ocupaba la dirección de esa cartera desde 2018.
El Consejo de Estado, bajo la dirección del presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, nombró al presidente del Banco Central, Joaquín Alonso, de 60 años, en reemplazo de Gil, quien desbarató el plan de ajuste que había anunciado el Gobierno, para hacerle frente a la crisis que sufre la isla, sumida en una alta inflación y que registra un importante déficit fiscal.
El gran plan de ‘shock’ del Gobierno fue anunciado para dar un nuevo rumbo a la economía del país, tras cerrar 2023 con una caída del producto interno bruto (PIB) de entre el 1% y el 2%, un déficit fiscal proyectado para este año del 18,5 % y sin que el turismo llegue a las cifras alcanzadas antes de la pandemia de Covid-19.
Las medidas iban a quintuplicar el precio del combustible, es decir, los aumentos iban a ser de entre el 400% y un 450%. Mientras que la subida en los pasajes de buses interprovinciales iba a ser del 400%, de un 600% en el caso del ferrocarril y de un 468% para los vuelos internos en la isla.
El país sufre una profunda escasez de bienes básicos (alimentos, medicinas, combustibles), así como frecuentes apagones de energía eléctrica, una inflación galopante mayor al 31% al cierre de 2023, y una fuerte depreciación de la moneda local en el mercado informal.
Por Martín Grippo-France24 con EFE y Reuters.